One Shots || BTS

𝕯𝖊𝖘𝖆𝖘𝖙𝖗𝖊 { 𝖄𝖔𝖔𝖓𝕸𝖎𝖓 }

Sentado frente al piano, YoonGi posó sus manos sobre las teclas que quería tocar, sin llegar a pulsarlas. Su mirada pasó por el delicado pero fuerte cuerpo de su marido. Tenía su pelo desordenado y las mejillas algo rojas de haber estado practicando, portando una camiseta blanca de tirantes y unas mallas negras resaltando sus piernas delgadas. Las zapatillas de ballet adornaban sus pies y lo elevaban en cada giro, en cada posición, lo estilizaban de una forma única. Repetía una y otra vez una secuencia que, para él, era imperfecta, mas para YoonGi no tenía ningún error.

La forma en la que JiMin bailaba era una diferente manera de expresar arte sin palabras, sin trazos, sin líneas. Sólo él y las curvas de su cuerpo haciendo magia en diversos movimientos conjuntos que expresaban mil sensaciones. Vio el destello plateado en su mano cuando la dejó a la vista, recordándole una vez más el día en el que le propuso matrimonio. Aquel sencillo anillo de plata también descansaba en su dedo anular derecho, siendo un continuo recordatorio de lo mucho que amaba al hombre que danzaba frente a él.

JiMin le había pedido que se quedase para que, en cuanto repasase ciertos movimientos, tocara la pieza que le tocaba bailar. Miles de veces le había insistido para que tocase en directo en el escenario, como su acompañante, pero YoonGi solo quería tocar para JiMin y para nadie más. El piano era su esencia, y el único que debía conocerla era ese hombre.

El tiempo comenzó a correr repentinamente en su cabeza, como si de una máquina se tratase. Recuerdos y recuerdos infinitos de momentos únicos e inolvidables en toda su esencia. Diez años atrás, solo eran dos adolescentes entre una multitud buscando su lugar correspondiente. Y, bueno, encontrarlo lo habían encontrado, pues lo tenían en frente. Nunca se habría imaginado que estaría ahí en ese momento, pero agradecía infinitas veces que hubiese ocurrido.

Sus auriculares lo aislaban de ruidos externos y molestos, que solo le daban más ganas de llorar. Su pecho se encontraba oprimido, como si alguien lo estuviese aplastando con fuerza, mas seguía caminando para alcanzar los baños en los que lograría encontrar un sitio para sí mismo.
Sin embargo, su plan se vio frustrado por un pequeño rubio llorando desconsoladamente sobre el suelo. Por su forma de intentar respirar, en vano, pudo deducir que ese chico estaba en proceso de tener un ataque de ansiedad, pues él sabía lo que era y lo que se sentía. Se maldijo a sí mismo al darse cuenta de que no podía dejarlo allí, por mucho que él se encontrase mal, así que se agachó al lado del rubio y apartó las manos de su rostro. El pequeño lo miró a los ojos directamente, lo cual ablandó el corazón de alguien que hacía tiempo que parecía no tener sentimientos.

-Oye, pequeño, tranquilo... Ahora ya no estás solo, ¿lo ves? Intenta respirar aire, sé que parece que te ahogas pero eso solo está en tu cabeza - dijo YoonGi, con voz pausada.

JiMin no conocía de nada a aquel muchacho de pelo negro y mirada felina, pero lo escuchó porque era el único que se había parado a ayudarlo. Poco a poco, con ayuda de las indicaciones del mayor, JiMin fue recuperando su paz, calmándose gracias a la ayuda de aquel amable desconocido.

-Gracias - murmuró, algo avergonzado por la situación en la que lo había encontrado.

Y recordaba perfectamente que la situación se había revertido un año más tarde, poco antes de que decidiesen declararse. Habían empezado a conocerse tras el suceso del baño y se habían llevado bien, así que decidieron mantener una amistad, la cual fue cobrando fuerza poco a poco.

JiMin no había visto a YoonGi en todo el día, y por casualidad había logrado escuchar a uno de sus compañeros decir que se había ido al baño y no había vuelto. Por eso ahora abría la puerta del mismo con algo de miedo, sabiendo que su amigo se encontraría en una situación parecida a la que él cuando se habían conocido. Se dejó caer en el suelo frente a YoonGi, golpeando sus rodillas pero restándole importancia a ese hecho.