Se preguntó si realmente había tanta gente que pudiese llegar a creer que amar a un hombre siendo uno, era un pecado. ¿Podía ser una condena hacia el infierno algo que se sentía tan bien? Porque, si era cierto y su amor era una total aberración, estaba dispuesto a tirarse de cabeza y en tobogán hacia ese infierno con tal de poder seguir viendo esa faz que lograba hacer vibrar su pecho de la emoción. Esas pequeñas arrugas que se formaban al rededor de sus ojos y la forma en la que estos se entrecerraban con delicadeza, sus belfos curvados hacia arriba en una hermosa sonrisa con forma de corazón, su expresión brillante denotando lo feliz que era en ese momento y, sobre todo, sus manos buscando el pequeño cuerpo de su bebé para alzarlo en el aire y hacerlo carcajearse.
Una escena digna del mismísimo edén.
Jung HoSeok no podía ser una criatura malvada, era algo inconcebible. Ni él, ni sus sentimientos, pues jamás había conocido a alguien tan puro y bondadoso como lo era aquel hombre. El mismo que le hacía sentir las famosas mariposas en su estómago día sí y día también. Tras ocho años, ese sentimiento no había cambiado ni si quiera un poco, pues estaba perdidamente enamorado de quien sostenía a su hijo en brazos. Él era completamente feliz si le dejaban quedarse admirando aquella hermosa escena que sus ojos presenciaban desde que habían sido abiertos. Su eufórico corazón latía desbocado al escuchar la risa de los dos amores de su vida, de los únicos seres en aquel cruel mundo que podían hacerle sentir tanto con solo una mirada. No pedía más que eso, y había sido afortunado de poder tenerlo.
Sus párpados, sin embargo, fueron cayendo poco a poco, pues el estar todavía recién despierto no era una ayuda para conseguir mantener abiertos los ojos. Su noche había sido bastante penosa gracias a las múltiples interrupciones de su sueño, por lo que las pocas horas que había dormido las había compensado esa tarde en el sofá. En parte, añoraba aquellas noches de juventud en las que dormir poco no significaba una verdadera carga para su cuerpo, pero sin duda era hermoso despertar para ver al padre de su hijo jugando con él mientras lo dejaban descansar en el mueble de color gris.
-NamJoonie, ¿lo has visto? Tu padre es un vago, ni si quiera se ha molestado en decirnos que está despierto.
Una sonrisa involuntaria escapó de sus labios. NamJoon. El nombre de su hijo era un homenaje a quien en su momento había sido su mejor amigo. Había fallecido hacía ya unos ocho años, y todavía tenía su recuerdo muy latente, aún más después de que HoSeok le propusiese ponerle su nombre al niño. Un desafortunado accidente de tráfico por un conductor que no lo vio venir y que no dejó a ninguno de los implicados vivo. Kim NamJoon murió en el acto antes si quiera de que lograsen sacarlo de su vehículo, y el otro conductor falleció poco después en el hospital. En cuanto la noticia llegó a sus oídos, creyó que su mundo se vendría abajo, y tuvo suerte de contar con HoSeok en aquellos momentos porque fue su apoyo vital para no derrumbarse. Sin duda, un hombre ejemplar que había dejado una gran cicatriz emocional. Había sido tan poco el tiempo que había tenido para vivir, sabiendo todo lo que NamJoon quería hacer en cuanto creciese... Y a sus 24 años, la muerte llamó a su puerta. A veces la vida era injusta en sus decisiones.
-A penas he pegado ojo... Ten piedad - bostezó, estirándose en el sofá con pereza.
-Lo sé - dijo HoSeok - Anda, haznos sitio.
El chico se incorporó tras abrir los ojos, sentándose para permitir que su marido e hijo se colocasen justo en frente. HoSeok abrió las piernas para que pudiese acomodarse entre ellas, y de esa manera colocar al bebé en el regazo de TaeHyung. Una vez sus manos estuvieron libres, se dedicó a peinar con suma suavidad la cabellera contraria, pasando sus dedos entre las hebras castañas.
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One Shots || BTS
RandomEl título lo dice todo, One Shots de los miembros de BTS. •Mayoritariamente parejas homosexuales. •ᴀʟʟ ᴏꜰ ꜱᴛᴏʀɪᴇꜱ ᴀʀᴇ ᴏꜰ ᴍʏ ᴏᴡɴ ᴄʀᴇᴀᴛɪᴏɴ, ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ᴀʟʟᴏᴡ ᴄᴏᴘɪᴇꜱ ᴏʀ ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴛɪᴏɴꜱ ᴡɪᴛʜᴏᴜᴛ ᴘᴇʀᴍɪꜱꜱɪᴏɴ.