𝕿𝖗𝖆𝖓𝖘𝖊𝖝𝖚𝖆𝖑 { 𝖁𝖒𝖎𝖓 }

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-Mamá, es imposible, ya lo sabes - rió JiMin, al ver como su madre seguía desesperada por conseguir colocar sus mechones de pelo rebeldes - ¡Voy a perder el autobús si sigues así!

-Espera, espera, creo que ya está...

Cuando parecía haber logrado algo, aquel mechón decidió volver a salir en la dirección que quería, por lo que su madre suspiró, rendida. JiMin volvió a reír y dejó un beso en su mejilla a modo de despedida, pero en aquel momento recordó lo que había encontrado en el buzón aquella mañana.

-Por cierto, ha llegado una carta. Está sobre la mesa del comedor. Es de pa... Del señor Kim.

Su madre dejó de sonreír casi instantáneamente y lo miró con algo de aprensión, sabiendo lo que significaba ese tema para su hijo.

-¿La has abierto? - preguntó ella, volviendo a planchar con las manos su uniforme a forma de distracción.

-La he leído. No dice nada muy bonito, la verdad. También manda el dinero que te debía, y pregunta por su hija. - casi escupió JiMin, con rabia contenida en la voz.

Su madre acarició su mejilla y estiró sus pies para poder dar un beso en la frente de su hijo.

-¿Cuando has crecido tanto? - murmuró, y JiMin entendió la indirecta - No te comas la cabeza. Ten un buen día en clase, mi pequeño. Corre, o perderás el bus.

-Está bien. Te quiero, mamá - dijo JiMin, dándole una última sonrisa y cerrando la puerta tras de sí.

Miró el reloj, sabía que aún tenía algo de tiempo para llegar tranquilamente a la marquesina, así que no apuró su paso.

Su pecho estaba algo oprimido y, definitivamente, el inicio del día podría haber sido bastante mejor, aunque todavía no estaba todo perdido. Llegaría a clases como todos los días y su mejor amigo lo esperaría con una sonrisa para abrazarlo y acabar con todas sus preocupaciones.

Creía haberlo superado, pero seguía doliendo como el infierno el ver cómo una y otra vez, quien para su desgracia era su padre de sangre, se dirigía a él en femenino. Nada de lo que había gritado y llorado había servido para ablandar el corazón de ese hombre de piedra, y a pesar de que agradecía que su madre hubiese tomado la decisión de divorciarse de él, en el fondo de su corazón deseaba la aceptación de su padre. Lo odiaba por ser lo que era, y no era el único que lo hacía, pero no era su culpa haber nacido con cromosomas XX en el cuerpo equivocado, no era su culpa que la sociedad exigiese unos roles de género de los que él rehuía.

Se aferró a las correas de su mochila y procuró no mirar a nadie mientras caminaba, queriendo sentirse invisible, con ganas de desaparecer para que nadie lo viese. Eso sonaba mejor que tener que seguir existiendo en un mundo al que no pertenecía de ninguna forma. Suspiró en cuando alcanzó con la mirada la parada de autobús y se preparó para un día más fingiendo ser alguien que realmente no era.

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La primera mitad de las clases se le hicieron eternas. Ciertamente no había prestado una total atención a lo que los maestros explicaban porque tenía la cabeza en otro lugar, además de estar deseando ver al chico que alegraba sus días para darle un enorme abrazo y bromear un rato con él. Sin embargo, cuando llegó a la cafetería, él no estaba ahí; no había ni rastro de su peculiar sonrisa en su rincón de siempre y eso lo dejó descolocado. No lo había visto en todo el día, eso era cierto, pero le extrañaba que no hubiese ido a clase y ni si quiera le hubiese mandado un mensaje. Dio vuelta a sus pasos para dirigirse ahora al aula de su compañero, preguntando si lo habían visto. Todas las respuestas eran la misma: lo habían perdido de vista en cuanto sonó el timbre. JiMin tuvo un mal presentimiento con aquello, sintiendo su corazón alterarse al no ver señales de TaeHyung.

One Shots || BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora