𝕹𝖊𝖌𝖗𝖔 { 𝖄𝖔𝖔𝖓𝕶𝖔𝖔𝖐 }

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La sensación seguía siendo la misma que la de los anteriores años. El frío extendiéndose por todo su cuerpo, calando sus huesos y recorriendo su espina dorsal para provocarle escalofríos. La puerta de metal seguía chirriando como si se tratase de una película de terror, y por una vez deseó que le hubiesen echado algo de aceite para que dejase de hacer aquel molesto ruido. Resguardó sus manos del frío adentrándolas en los bolsillos de su chaqueta negra y miró una vez más al cielo, que estaba despejado. El vaho salía de su boca debido al contraste de temperatura y se adentró en el lúgubre ambiente que rodeaba a un lugar como aquel. Su mirada recorrió todas las lápidas de piedra en las cuales descansaban nombres grabados, lo que lo llevó a pensar en como habían muerto todas esas personas. La que él buscaba, aunque ya sabía perfectamente el lugar en el que se encontraba, había fallecido quizá de una de las peores formas.

Kim TaeHyung.

Se prometió que no lo haría esta vez, pero el nudo en su garganta estaba ayudando muy poco a que las lágrimas no apareciesen. Su corazón seguía latiendo con una intensidad dolorosa cuando volvía a ver donde había acabado aquel chico, pero aún así se acercó a pasos lentos hacia la tumba de quien un día había sido el amor de su vida. La mayoría de gente creería que era estúpido arrodillarse allí mes tras mes y hablarle a un pedrusco que poco lo podía consolar, pero él creía con firmeza que, quizá en otra parte, en otro mundo o en otra vida, TaeHyung podría oírlo. Él necesitaba decírselo, necesitaba desahogar todo aquello que apretaba su garganta con fuerza y maltrataba su alma.

Se arrodilló frente a la tumba, dejando frente a ella una sola hortensia, porque a TaeHyung nunca le había gustado comprar o arrancar flores solo por decoración. Era alguien que adoraba ver la naturaleza, pero sin molestarla, mas él sabía que las hortensias eran sus flores favoritas y le llevaba una solamente cuando pasaba un año.

-Hola, TaeHyung - dijo, con una leve sonrisa, secando la lágrima que había decidido deslizarse por su mejilla - No sé si sabes que día es hoy, pero es un poquito más especial, supongo. Hace ya dos años que te fuiste, parece poco pero no tienes ni idea de lo eterno que está siendo todo esto para mí. Quizá hubo un momento en el que la vida dejó de tener sentido y solo me levantaba porque sabía que tenía que hacerlo. Era... Casi que era más una máquina que un hombre. Creo que en algún momento dejó de importarme si estaba vivo o muerto, lo único que quería era que todo terminase de una vez. Pero, tuve suerte una vez más. Sí, en fin, ya sabes que tengo un don para encontrar la solución de los problemas cuando todo parece desmoronarse. Ojalá hubiese podido hacer eso contigo, claro - murmuró eso último, sonriendo irónicamente al darse cuenta de que siempre había conseguido salvarlo todo, menos a TaeHyung. - Aún ahora leo tu carta de vez en cuando, ¿sabes? Para recordarme que no fue mi culpa. Ni la tuya. Y además últimamente necesito recordarme a mí mismo que tengo derecho a pasar página, a seguir adelante, como tú mismo me dijiste. Sin remordimientos. Eso es precisamente de lo que quiero hablarte hoy, cariño... De qué voy a seguir caminando, porque me he quedado demasiado tiempo estancado. - frotó sus manos, que seguían congeladas, mientras intentaba encontrar las palabras correctas - He guardado nuestros recuerdos en una caja bajo llave, escondida en lo más hondo de nue... De mi armario, entre los zapatos y el resto de cosas olvidadas. Bueno, no todo, ciertamente en el segundo cajón de mi escritorio sigue estando tu carta, mi bloc de dibujo con todos los retratos que te hice y tu cámara con todas las fotos intactas. Eso no me he atrevido a guardarlo, es demasiado significativo para mí como para ser capaz de hacerlo. Te preguntarás que por qué te explico todo esto, supongo. Lo que tengo que decirte es que he conocido a alguien... Especial. Tanto como tú lo fuiste en su primer momento. Un chico bajito, pálido, con el pelo negro y de nombre Min YoonGi. Tiene unos ojos que, no me preguntes por qué, se me asemejan a los de un felino. Y es guapo, muy guapo. Seguro que sí estuvieses aquí, a ti también te lo parecería, es un poco de tu tipo. En cierta parte se parece a mí, compartimos obsesión por el color negro y somos unos pesimistas apasionados, así que compaginamos bien. Es él, Tae, definitivamente es el chico que me dijiste que encontrase, una persona con la que compartir mi tiempo tal y como hice contigo. Tiene mal genio cuando se lo propone y puede llegar a parecer frío en una primera impresión, pero en verdad es el chico más dulce y detallista del mundo. Su vida no ha sido fácil desde el primer momento, pero ha salido adelante y su vocación es estudiar psicología para poder ayudar a los demás. Nos conocimos en un bar, él derramó su café sobre la camiseta negra que tanto te gustaba, ¿la recuerdas? A mí me sentó realmente mal, y ni si quiera le di pie a disculparse porque me fui de allí corriendo. Sin embargo, nos volvimos a encontrar en el mismo lugar, y entre una cosa y la otra acabamos por intercambiar nuestros números de teléfono. En fin, nos llevamos bien y fue como si de repente todo volviese a cobrar un poco de vida, a haber un poco de esperanza. Es decir, tenía un amigo después de todo, no tenía que hundirme yo solo. Yo siempre había evitado tener que llevarlo a casa, pero un día simplemente surgió, y obviamente me preguntó por ti. Por el chico de las fotos, ese con el que salía sonriendo como jamás me había visto sonreír, ese al que miraba con un brillo que jamás había visto, ese que me daba un beso frente a la cámara sin pudor alguno. El mismo que se suicidó hace dos años dejándome desamparado, sin saber como vivir sin su amor. Le tuve que hablar de ti, de Kim TaeHyung, del chico que fuiste antes de hundirte en el silencio, en la monotonía, en la desgracia y el sufrimiento constante. Le hablé de aquel que sonreía sin miedo, que desprendía alegría, que me agarraba de la cintura desprevenido, que me abrazaba por detrás mientras cocinaba, que buscaba mis labios cada dos segundos porque no podía vivir sin su sabor. Aunque también le hablé de aquel que lloraba sobre mi pecho en silencio, alegando que no sucedía nada, que solo era un simple bajón, de aquel que se refugiaba en mis brazos cuando las cosas iban mal, de aquel que decía no saber vivir sin mí, aunque tampoco sabías vivir conmigo. - limpió una lágrima que rodó por su mejilla y respiró hondo - Vi como el brillo de los ojos de YoonGi desapareció a cada palabra que decía, y me di cuenta de que cuanto más hablaba, más quería parar. Quería volver a ver los ojos de YoonGi mirándome de esa forma única, y me di cuenta en aquel instante que nuestra relación había pasado a otro nivel. YoonGi estaba enamorado de mí, y yo, insensato, hablándole de que siempre me habías dicho que seríamos tú y yo el resto de la eternidad. Pero ya no somos tú y yo, soy yo. Me pasé toda la noche dándole vueltas a tu carta y entonces, comprendí lo que querías decirme en aquellas palabras ahogadas. Así que fui a buscar a Min YoonGi - sonrió levemente, con algo de nostalgia - Esto no significa que me haya olvidado de ti realmente, porque en el fondo sé que no es así, que no puedo dejar de venir a verte, de hablarte, de tener la esperanza de que me oigas. Puede que nunca llegue a amar a YoonGi con la intensidad con la que te amé a ti, pero realmente me gusta, y me hace sentir como si volviese a tener un hogar. Siempre creí que una vez encontrabas al amor de tu vida, no podrías encontrar a otra persona que te completase de la misma manera, pero YoonGi ha conseguido hacerme cambiar de opinión. Cambiando un momento de tema, quiero que sepas que no sé nada de tu familia, y me alegra porque después de todo lo que me explicaste, no quiero volver a ver a esa gente en mi vida. Espero que hayas encontrado la paz donde quiera que estés, TaeHyung. Una vez más, perdóname por no haber sabido cuidarte cuando pude, por haberte dejado ir. Ojalá me hubiese dado cuenta antes, pero ya era muy tarde. Será difícil sacar de mi cabeza el preciso momento en el que te encontré, sigo teniendo pesadillas con ello, pero intentaré no comerme tanto la cabeza como tú decías. Gracias por haber formado parte de mi vida.

Justo en ese entonces, cuando sus palabras quedaron fusionadas con el viento y volaron como si jamás hubiesen sido dichas, que una segunda flor blanca fue posada en la tierra que cubría la tumba de TaeHyung. Tomó su mano para ayudarse a levantarse y una vez que estuvo arriba, entrelazó sus dedos con suma suavidad. La llovizna que había empezado a caer apenas acababa de ser percibida por él, y se coló bajo el paraguas que YoonGi le ofreció. Allí, resguardados, permanecieron un buen rato sumidos en sus pensamientos, ensordecidos por el sonido de la lluvia que trataba de atravesar la tela.

-¿Debería dejarlo ir del todo? - cuestionó en voz alta.

-Solo tenlo presente como un recuerdo feliz. Estoy seguro de que a él le gustaría que lo recordases de esa forma, como el hombre que en su día te hizo más feliz que nadie.

Sonrió ante las palabras de YoonGi, dejando un suave beso en su sien a modo de agradecimiento. No le había pedido que viniese con palabras, pero deseaba que estuviese allí con él, pues de esa forma se sentía más fuerte. Abrazó a YoonGi por la cintura, acariciándola levemente por encima de su ropa y notando un poco más la calidez en su pecho. Acababa de quitarse un gran peso de encima.

-Debió de ser duro, ¿no es así? Es difícil perder a la persona que amas - dijo YoonGi, casi como si se estuviese hablando a sí mismo.

-Dolió como no tienes idea. ¿Puedes imaginarte que alguien te clave pequeñas agujas por todo el cuerpo? Fue algo así. Como si me atravesasen una y otra vez con una espada y aún así no pudiese morir. Una bala atravesando mi pecho sin cesar. Realmente horrible - trató de explicar - Pero ya está. Por una vez, ya basta.

-Fue listo al dejar una carta.

-Si no lo hubiese hecho probablemente yo ya no estaría aquí - sonrió levemente.

Sabía que YoonGi iba a seguir hablando, por eso aprovechó la distracción para besar sus labios y olvidar todas esas preguntas que los atacaban.

-No intentes seducirme para distraerme, Jeon - murmuró YoonGi cuando se separaron unos centímetros.

-Calla. Ya he hablando suficiente hoy, quiero que me beses hasta que perdamos el aliento.

El chico de tez pálida rodó los ojos, pero aún así aceptó la propuesta y volvió a besarlo, aunque todavía de forma delicada.

-Vamos a casa primero - dijo YoonGi.

-Ya estoy en casa - susurró, cerca de su oído, y dejó un pequeño beso en el comienzo de su mandíbula.

YoonGi sonrió, levemente sonrojado. Cuando el menor decía aquellas cosas, su débil corazón se sentía atacado y comenzaba a latir desesperado.
JungKook simplemente estaba agradecido de no haber decidido seguir el mismo destino de TaeHyung, de haber seguido adelante a pesar de todo.

E incluso si la promesa había sido que serían Kim TaeHyung y Jeon JungKook por siempre, ahora JungKook sabía que eran Min YoonGi y Jeon JungKook, sin complicaciones.

One Shots || BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora