-He dicho que no. Fin de la discusión - zanjó, en un intento de hacer acallar a todos sus vasallos.
Se levantó de la silla aún con todas las miradas sobre él. Su capa se deslizó hacia sus pies mientras apoyaba las manos en la tabla de madera y echaba un vistazo a todos los presentes, que parecían no tener nada más que añadir por el miedo que les implantaba ese hombre.
-Su majestad, esto no será eterno. Los reinos vecinos presionarán mientras que tengamos un descendiente con el cual sustituir el trono. Hay muchas mujeres que...
-No voy a casarme con ninguna de ellas. Mi vida, mi reino, mis reglas. No tengo más que hablar - cortó nuevamente.
-Pero, alteza...
Mas él ya no escuchaba, y todos lo sabían bien. Si a aquel hombre se le metía algo en la cabeza, difícil sería sacarlo de allí. La batalla, desde luego, estaba perdida, y su esperanza de convencerlo se desvaneció tan rápido como lo hizo él, con su capa ondeando a sus pies y sus veloces pasos en busca de un ápice de paz. Ya era, quizá, la quinta vez en aquella semana que volvían a presionar su casamiento, pues por mucho que tratase de desviar la conversación o ignorar el elefante en la habitación, resultaba imposible que sus vasallos no demostrasen la angustia que surgía de ellos por el hecho de que, a sus 21 años de edad, aún no tenía nadie que le proporcionase descendencia.
Como rey de Silla, JungKook sabía donde estaba metiéndose, junto a la magnitud de la importancia que conllevaba tener un hijo que lo sustituyese una vez él no pudiese cumplir más con sus obligaciones reales; aún a pesar de ello, estaba muy fuera de sus planes el buscar una esposa con la cual casarse y tener un retoño. No es que estuviese precisamente en contra de los niños, de hecho le parecían las criaturas más puras jamás creadas, la raíz de su problema era total y completamente distinta. No podría jamás confesar la verdadera razón por la cual se oponía fuertemente al matrimonio, pues no sólo se guiaría a sí mismo a la condena, sino que arrastraría consigo a su pueblo, a todo su reino, a caer en la más absoluta de las vergüenzas.
En cuanto llegó a sus aposentos, el rey se despojó de su lujuriosa ropa, aquella que siempre debía portar cuando no estaba ejerciendo una labor como caballero. Desató la capa, dejándola caer por sus hombros, comenzó a deshacerse de sus joyas doradas inundadas con rubíes y otras piedras preciosas que las hacían brillar aún más, los guantes desaparecieron de sus manos con rapidez dejando al descubierto una pálida piel. Fue poco a poco liberándose de toda la carga, aliviando el peso sobre sus hombros, sintiéndose uno más entre una multitud al no portar ropajes distinguidos, solo una simple camisa, unos pantalones y sus botas.
Se dejó caer en el sillón de su habitación, hastiado, masajeando el puente de su nariz para intentar liberar la tensión que existía en todo su cuerpo, las migrañas que atacaban su cabeza y no le permitían pensar con claridad. Quizá, la verdadera razón era que no quería tener pensamientos sobrios, porque la realidad era tan cruel que no podría manejar su propio sentir. Continuamente se cuestionaba el porqué él, precisamente, tenía que cargar con aquel castigo, como si no hubiese sido suficiente que a los 15 años de edad hubiese tenido que ser proclamado rey a la fuerza tras la prematura muerte de sus padres; mas no existía respuesta, ninguna voz celestial se le había aparecido para revelarle cuales habían sido sus pecados y por qué estaba siendo torturado de aquella manera.
Desde el primer momento, él ni siquiera había querido asumir su cargo. Sin embargo, y a pesar de su corta edad, había entendido que no tenía otra salida, había nacido para aquello y por más que lo rechazara, no existía forma posible de escapar de su destino. Ciertamente, había tenido que aprenderlo a la fuerza, pues cuando era pequeño y no tenía suficiente capacidad para razonar, se había escapado del castillo para jugar con los otros niños de la aldea. El castigo que impuso su padre sobre él fue una nimiedad, mas lo que verdaderamente le aterró y le hizo abrir los ojos fue la falta de piedad sobre los inocentes campesinos que no podrían haber sabido que él era Jeon JungKook, príncipe y futuro rey.
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One Shots || BTS
RandomEl título lo dice todo, One Shots de los miembros de BTS. •Mayoritariamente parejas homosexuales. •ᴀʟʟ ᴏꜰ ꜱᴛᴏʀɪᴇꜱ ᴀʀᴇ ᴏꜰ ᴍʏ ᴏᴡɴ ᴄʀᴇᴀᴛɪᴏɴ, ɪ ᴅᴏɴ'ᴛ ᴀʟʟᴏᴡ ᴄᴏᴘɪᴇꜱ ᴏʀ ᴀᴅᴀᴘᴛᴀᴛɪᴏɴꜱ ᴡɪᴛʜᴏᴜᴛ ᴘᴇʀᴍɪꜱꜱɪᴏɴ.