One Shots || BTS

𝕱𝖗𝖆𝖌𝖎𝖑

Su bolsa cayó junto al resto, apiladas en una de las esquinas de la sala. Dio un suspiró y sintió sus piernas fallar de nuevo, por lo que se dejó caer en el suelo para simular que estaba estirando. Percibió la mirada de NamJoon a través del espejo y le dedicó una dulce sonrisa, para intentar demostrarle que no pasaba nada.

Los chicos habían estado preguntando mucho por él últimamente, y no le gustaba esa atención. Aunque podía entenderlo, claro, su aspecto se había deteriorado día tras día. Era cierto que sus ojeras estaban más pronunciadas, que su piel parecía haber perdido color y que incluso su ánimo estaba más bajo, pero de cualquier manera no quería que la alarma de sus compañeros se activase. Eso lo ponía en desventaja.

Apenas el coreógrafo entró en la sala de baile, JiMin se puso en pie, resistiéndose contra el agotamiento y la falta de energía. No podía fallarles, no a ellos, así que le tocaba callar y respirar hondo.

-¿Me falta alguien? - preguntó su coreógrafo, devolviéndolo a la realidad.

Todos miraron a su al rededor justo cuando la puerta se abrió con brusquedad. Frente a esta, un bastante agitado JungKook trataba de regular su respiración y se disculpaba entre balbuceos. Se colocó tras JiMin y pasó un brazo por sus hombros, apegándolo a sí mismo, como preguntando sin palabras si todo estaba bien.

JungKook había sido, sin duda, un pilar fundamental para JiMin. No es que los demás no lo fuesen, pero con el maknae parecía todo más fácil. Podían entenderse sin necesidad de palabras y siempre conseguía hacerle reír con facilidad. Estaba agradecido de tener la suerte de conocerlo.

HoSeok dio una palmada para recuperar la atención de todos y sonrió para darles ánimo ya desde buena mañana. No hizo falta palabra alguna para que los siete comenzasen a colocarse en sus respectivas posiciones para empezar la práctica de aquel baile que tanto les estaba costando lograr. No por los pasos, más bien por la coordinación, pues a veces se equivocaban de lado, de lugar o de tiempo. Se les estaba resistiendo, pero trabajaban duro para lograrlo.

Así empezó su práctica de baile, que desde luego no duró demasiado en su comienzo. JiMin estaba teniéndolo complicado para conseguir recordarlo todo porque su cabeza no estaba funcionando completamente, y además el mantenerse en pie empezaba a ser muy pesado.

-Venga, venga - dijo su coreógrafo, volviendo al principio con la música - JiMin, el otro día recordabas todos los pasos, no es normal que esto te pase a ti.

-Lo siento... No sé qué me pasa hoy - trató de disculparse JiMin.

-Está bien, descansad un momento, ¿vale? Yo vuelvo enseguida.

JiMin suspiró casi con alivio cuando pudo sentarse al lado de su mochila y buscar la pequeña botella de agua que guardaba en ella, tomando un buen trago. Apenas habían sido minutos pero para él estaban siendo horas, y el agobio empezaba a florecer en su interior. Se sentía mal por estar estropeando la práctica de esa manera, y más sabiendo que estaba dejando que los chicos notaran su debilidad. Cerró los ojos y respiró hondo varias veces, notando un picor en sus ojos que no le gustaba nada. Sabía exactamente por qué no podía más, por qué estaba fallando tanto y por qué estaba a punto de echarse a llorar a los brazos del primero que se los ofreciera, pero jamás iba a decirlo en voz alta.

-¿Está todo bien, JiMin? - escuchó una voz.

Notó la mano sobre su hombro y abrió sus ojos, sonriendo débilmente hacia la cálida mirada preocupada de HoSeok. Lo que menos quería estaba sucediendo inevitablemente.

-Hoy no es mi día - se disculpó JiMin - Lo siento, lo estoy fastidiando.

-No, no - negó HoSeok con la cabeza - Todos podemos tener malos días, está bien. Sabemos que te estás esforzando, no tienes que disculparte.