Capítulo 58

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Tragué saliva pesadamente y respiré profundo. Mis labios húmedos rogaban por tener de nuevo los suyos, cosquilleaban y se entumian mientras miraba como aquel chico que había estado tan presente en mi mente y alma, ahora se encontraba ahí, justo al frente mío.

Todo mi ser rogaba por él, no solo carnalmente, deseaba adueñarme de su alma, quería robar su ser, su sentír, su corazón. Quería que se sintiera de la misma manera. Imploraba que ambos estuviéramos dentro de aquel hoyo negro, del que nos era imposible salír; del que no queríamos salír.

Al terminar de desabrochar mis pantalones, comenzó un suave vaiven sobre la delgada tela del bóxer con sus manos, robándose todo el aire que apenas había sido capaz de guardar. Me costaba retenerme y no irme sobre él, besarlo toda la noche acariciando sus cabellos y sintiendo su calor. Con eso me conformaba, quería tenerlo a mi lado, solo a mi lado. Sus suaves caricias se posaban por mi ahora erección mientras bajos jadeos salían de mis labios junto a suplicantes suspiros.

Con lentitud descubrió mi miembro, sus ojos oscurecidos se posaron en el con lujuria y necesidad. Su boca en la que al principio se posaba una lasciva sonrisa que adoraba se había convertido en una entreabierta con deseo que relamió paulatinamente con su tentadora y rojiza lengua dejando estos con aquel brillo glorioso al tiempo que comenzaba a masturbar con calma mi longitud. Sentí aquella corriente eléctrica bajo mi piel al tener su tacto sobre mí, me fundí en el placer que solo él podía otorgarme, aquel que me hacía delirar con tan solo el toque de sus dedos.

Gemí fuerte cuando sus tibios y húmedos labios se posaban en la punta de mí miembro fingiendo calmados besos. Mi boca se entreabrío en suspiros cuando su caliente y mojada lengua trazó pequeños círculos en ésta, complicando mi intranquila respiración. Sus ojos se mantenía en los míos, sugerentes mientras su lengua seguía jugando tortuosamente en mi miembro y sus manos se unían acariciando mis testículos con la más jodida calma del mundo.

— Tae... por favor... —susurré con voz súplicante, la desesperación crecía en mi, con cada toque, cada mirada, cada respiración. Él sonrió y metió a su boca tan solo el glande, sin bajar ni un solo centímetro más, creando aquel remolino en mi pecho, mareandome completamente en placer. Cerré los ojos y jadeé, escuchando los pequeños chasquidos y sintiendo sus débiles pero marcadas succiones sin presión alguna, ahuecando sus mejillas deliciosamente alrededor de mí, sin prisa, enloqueciendo las sensaciones de mi vientre bajo con cada segundo. Se mantuvo en el placentero castigo que hacía doler mi estómago aumentando mi necesidad, llevando pequeñas contracciones musculares a mis piernas y caderas, quería más, más de él— mmm, más... —mi baja voz fué ronca y exasperada, él se separó de mí con un sexy "pop" de sus labios y un invisible hilo de saliva, me sonrió ligeramente.

— ¿Te gusta? —murmuró con voz rasposa, sus ojos bajaron a mi miembro mientras yo hacía el típico sonido de afirmación "mmgh-jhm" y asentía perdido en sus tranquilos movimientos— lo aprendí con Hoseok, a él también le gusta... —una sonrisa burlona apareció en sus labios al mismo tiempo que un peso doloroso en mi pecho.

— Que lastima que, aaah... —subitamente adentro más de la mitad de mi miembro en su boca, cortando mis palabras— se la-a mamabas a él mmgh... —mis palabras eran temblorosas. Succionó fuerte mirándome amenazante desde abajo— pensando en mí-í, aahmg.

Me aferré a las blancas sábanas a los costados de mis piernas en cuanto él comenzó a succionar fuerte y rápido sobre mí, masturbando con sus manos lo que no entraba a su boca, acariciando, llenando la habitación de chasquidos y jadeos, gruñidos y gemidos de mi parte. Sentía la sangre bombear rápidamente en mi cuerpo, una y otra vez, cerré los ojos y tire mi cabeza hacia atrás por el placer, los dedos de mis pies se enrollaban mientras su lengua jugaba en círculos y ahuecaba sus mejillas fuertemente. Era tan jodidamente bueno, dios, cada maldito toque me hacía delirar, mi cuerpo ardía en una enorme calentura, pasando por cada parte de mi ser, quemándome.

La suerte de no tener suerte ||KookV|| (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora