🍎Capitulo 5🍎

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Milo había llegado a su templo, estaba enojado y no sabía por qué, sus puños cada vez se estaban poniendo blancos de la fuerza que ejercía en ellos, sentía algo en su pecho que le molestaba en absoluto, no quería ser un idiota, pero lo era por estar pensando en una persona como él. Se sentó en su gran sofá de cuero negro en su sala meditando, estaba confuso, Aioria tenía razón, se moría por el pero otras veces lo quería matar con sus propias manos, ¿qué rayos le estaba pasando?, él nunca era así, se estaba asustando, pensaba que Saga le había pegado la bipolaridad, de verdad no quería ser bipolar. Metido un poco y se acomodó más en su sofá sobando su ante brazo derecho que aún le dolía un poco, fue cerrando lentamente sus ojos, le estaban empezando a pesar demasiado, sin duda tenía sueño. Al fin de cuentas se había quedado dormido en el sofá en un profundo sueño.

Mientras el heleno dormía alguien había entrado a su templo sin que este estuviera consciente de ello, Milo dormía pacíficamente, la persona enfrente de el lo miraba dormir tan tranquilo. Se agacho hasta la altura del heleno y lo observo más de cerca, cuanto lo extrañaba, mas no permitiría que el heleno entrara nuevamente a su vida, no podía, no quería, Milo no podía estar con el aun que quisiera, estaría a distancia de él. Observo el comedor enfrente del sofá y encontró una canasta llena de manzanas, había tomado una y la congelo minutos después. Era una manzana de hielo, el único recuerdo que le daría a Milo de parte de él, haría que el menor se olvidara lo mas pronto posible de él, jamás lo recordaría haría todo lo posible por que así fuera.

Recordaba bellos momentos a su lado, momentos que serian borrados de inmediatamente, jamás volverían aquellos tiempos que eran amigos, nunca volverían, estaba seguro de eso. Recordaba que cuando Milo y el eran pequeños Milo solía ser muy alborotado por cualquier cosa, le daba hasta nostalgia recordar su infancia junto a él. Era su único amigo, nunca le gusto la compañía, pero desde que Milo le hablo dejo de sentirse solo, ese pequeño niño de cabellos alborotados le hacia sentirme feliz, aun que no lo demostrara lo hacía.

Acaricio suavemente el antebrazo lastimado de Milo, de verdad había sido un idiota en a verse enfrentado así contra Aioria y Kanon, tenia escapatorias, pero sabia que el bicho no pensaba en batalla para hacer maravillosas jugadas, el era sencillo, mientras que el, era un calculador. Milo se veía hermoso dormido, sonrió un poco, era bueno que el heleno tuviera el sueño pesado, así no sentiría su presencia ahí. Acaricio su rostro con delicadeza recordando bellos momentos cuando el heleno lo obligaba a dormir con el de pequeños, momentos que no se repetirían otra vez.

Dejo el rostro de Milo y tomo la manzana entre sus manos, le dio un beso corto, tomando la mano de Milo y coloco la Manzana de Hielo en las manos del menor, ese sería su único recuerdo. Ya no había vuelta atrás, se marcho como vino al templo de Escorpión para nunca jamás volver. 

Manzanas De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora