🍎Capitulo 7🍎

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Milo aún no creía lo que Shura le había comentado, llevaba la manzana en sus manos haciéndose miles de preguntas si Camus había sido el que le dejó la Manzana de Hielo como recuerdo. Había llegado a su templo destrozado.

Entro a su habitación demasiado desanimado, se tiró en la cama mirando el techo, la única compañía era la Manzana de Hielo que se mantenía a su lado, se hacía millones de preguntas a las cuales no había respuesta alguna. Se preguntaba si de verdad había sido Camus el que le había dejado aquella manzana.

No hubo tiempo de despedirse, ni siquiera pasa pedirse perdón, ni hubo tiempo para nada entre ellos cuando regresaron a la vida, no hubo absolutamente nada, ni un hola, ni perdón, ni un adiós. Tendría que esperarlo quince años con miles de dudas y preguntas que solo el galo podía responderse las, se arrepentía tanto el no a verle dicho cuánto lo amaba, que a pesar de todos los sucesos él lo había perdonado sin importar cuales fueron las circunstancias, no pudo decirle nada, no hubo un hola, ni un perdón, ni un adiós, no hubo absolutamente nada. Entre ellos todo se había quebrado.

Milo odiaba arrepentirse por algo, pero Camus era una clara excepción para él, odiaba lo que sentía en su pecho, le dolía bastante, una pequeña lágrima lo había traicionado. Empezó a moverse en la cama desesperado.

— ¿Por qué Camus?, ¿por qué?, Vienes como si nada a mi casa, me vez y solo me dejas, ni un adiós me diste, nada, absolutamente nada, eres un maldito cobarde... te odio —susurro lo último, sus lágrimas empezaron a traicionarlo.

Milo se había echado a llorar en silencio, abrazaba la manzana con fuerza, recordaba bellos momentos con el francés en su infancia, el amor dolía, quemaban y hasta veces mataba, odiaba eso, odiaba que por el simple hecho no pudo dar el primer paso e intentar hablar con Camus y todo solo por orgullo. De verdad no sabía por qué lo hacía, Camus y el no fueron nada más que solo amigos, nunca fueron algo más de ahí, no sabía por qué tanto le dolía, por el simple hecho que no lo volvería a ver hasta ciertos años, tal vez hasta nunca jamás se volverían a ver.

Tal vez era ese amor que nunca le reveló a él que lo hacía sentirse así, por qué lo amaba, amaba todo de él, el problema siempre fue que solo fueron dos personas que se conocieron siendo polos diferentes, como polos opuestos. Diferentes personas con sentimientos muy diferentes al contrario, uno era feliz y el otro era triste, uno era frío y el otro era fuego, eran demasiado distintos. Jamás pudo saber lo que Camus pensaba, su personalidad hacía que todo sentimiento estuviera oculto imposible de descifrar lo que pensaba o sentía.

Amar es fácil, el precio se empieza a pagar cuando intentas olvidar, y él no sabía cómo hacer eso, sería un eterno sufrimiento pensando día y noche en el en su habitación, sería como una cárcel para él.

Por fin había caído en los brazos de Morfeo, necesitaba descansar de todo eso, mañana preguntaría al recinto principal a donde había ido Camus, ya que Shura no sabía exactamente la ubicación del francés, así que iría a hablar con Athena y el pontífice para saber información de él. Mientras tanto dormiría tranquilamente con la manzana que le dejó de recuerdo.  

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