🍎Capítulo 38🍎

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Un suspiro pesado salió de sus fríos labios, su mirada perdida por aquel espejo que reflejaba lo deteriorado qué estaba, la mirada con irritación de su reciente furia, le ardía a mares de lo agobiado que se sentía, quería salir de su desastrosa habitación, pero el hecho de ver a sus compañeros a la cara lo hacía retroceder diez pasó hacia atrás. Hyoga había intentado varias veces convencerlo de salir, pero rotundamente se negaba a toda costa a dar su miserable presencia. Rodeado de botellas de vino vacías, sintiendo los efectos del alcohol por su sistema, aferrándose a la nada, la mirada opaca que lanzaba por aquel espejo que reflejaba su estado, cuánto daría por desaparecer.

—Maestro... —la puerta se abrió, mostrando así al rubio que no dejaba de lanzarle una mirada de suma tristeza.

—Hyoga no quiero hablar en estos momentos... —músico despacio, ordenando sus palabras para no salir confusas por lo ido que estaba de tener tanto alcohol circulando por sus venas.

—Usted no quiere hablar, pero yo sí —suspiró cansado— Maestro detesto verlo en ese estado, sé que también puede ser una persona imperfecta, tiene defectos que hoy en día me sorprende bastante conocer ello. Sin embargo, esta no era la forma de hacer las cosas, usted mismo me enseñó cómo resolver situaciones de una manera madura, pero esto, siento que por esta vez no aplicó lo que tanto me repetía como el credo hasta el cansancio —lo observó notando que este arrugaba su ceño seguidamente de una molesta mirada.

— ¿Pues debería pedirte perdón por equivocarme? —respondió irritado ya por la situación.

—Pero mira que tenemos aquí, nunca pensé verte con esa actitud Camus de Acuario.

El rubio se giró rápidamente para encarar a quien había interrumpido su discusión, a los pocos minutos de visualizar quedó en sumo silencio y se hizo a un lado para dejar pasar a la suma sacerdotisa de Asgard que había irrumpido en la habitación.

— ¿A qué se debe su visita señorita Hilda?

— ¿A qué se debe todo este teatro Acuario?

Camus la observó con su ya típico semblante serio, con la botella aun en su mano, sentado en el suelo con sus rodillas pegadas a su pecho la examinó desde abajo notando la mirada filosa que le tiraba aquella mujer sin contar su aura helada.

—Yo pregunte primero.

—Y sin embargo te estás comportando de una forma informal ante una posible deidad, creo que estar tomando mucho está haciendo todos tus sentidos sean inútiles sabiendo que tu menos que nadie tiene la cordura más intacta y noble entre los caballeros.

—Solo son estereotipos que la gente cree sobre mí por mi actitud reservada, ahora les sorprende que no esté del todo calmado.

—Camus ese no eres tú, deja de tomar, te hace ver como un completo estúpido.

El francés río estrepitosamente ante ese comentario, tal vez tenía razón, el haber estado tomando tantas botellas ya le estaba afectando mucho, hasta el punto que una sacerdotisa tuvo que venir a regañarlo, solo faltaba que su diosa se presentará ante él y ya sería todo un dolor de cabeza. Aunque le sorprendió y agradeció a la vez que ni el patriarca o ella se habían presentado a hablar con él.

—Camus te pido que no me mientas por favor.

Manzanas De HieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora