🍎Capítulo 36🍎

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Milo se enfrentaba aún aspecto de cosmos maligno que estremecía a sus dos espectadores, no dejaba de sangrar pues la pelea con este había sido ardua. Juraba que al haber salido del puente de dudosa procedencia su viaje de regreso a Athenas iba a ser tranquilo, pero no fue así, tuvo que salir corriendo de una tormenta de nieve con una energía bastante pesada, ni siquiera sabía en qué momento aquella borrasca se alzó a salir si apenas a unos pocos metros de distancia del puente todo estaba super normal, nevando delicadamente y aún con un frío insoportable, pero nada que avisará sobre la escandalosa tormenta. Era claro que el misterioso cosmos maligno al notar qué no tenía más intenciones de caer en su juego desató su furia, dejándolo actualmente en un pequeño abismo con varias heridas después de tomar forma y empezar atacar sin más, su aguja escarlata sangraba por su notable uso excesivo.

—Tenemos que ayudarlo —hablo Aioria, ambos a punto de adentrarse al abismo.

— ¡DETÉNGANSE AHÍ! —fue un grito casi ahogado, Milo estaba guardando fuerzas para no tener que hablar.

—No entiendo por qué quieres dártelas del héroe si estás apunto de desplomarse —grito severo Kanon, su postura indicaba inconformidad.

—Por qué no es necesario que intervengan, yo me metí en esto y saldré solo.

—Por qué te estás esmerando por luchar solo —esta vez habló Aioria.

—Porque nunca debí venir aquí desde un principio —suspiro pesadamente—. Tal vez me hubiera quedado en Athenas y disfrutar de la soledad que todo el santuario emanaba, sin tan sólo pensará las cosas dos veces, pero no, Milo, solo eres un ansioso que no es capaz de controlar tus emociones y después te andas quejando donde te llevan ellas —quejo frustrado.

Kanon y Aioria se miraron por un momento, al ver a su amigo tan destrozado que se estaba sincerando con ellos entre cortas pero notables lágrimas de arrepentimiento de todo lo que estaba pasando con su vida. El cosmos delante de ellos, el misterio de maldad yacía sonriendo, disfrutando de la desgracia de su presa, Milo podría ser débil una vez descifraras sus emociones, y eso había hecho Camus, destrozándole cada uno de ellos sin piedad con unas apuñaladas frecuentes y su constante rechazo.

—Milo sé que no estás en tus mejores términos, pero vamos, somos tus amigos cualquier cosa que haya hecho la hielera andante podemos enterrarlo juntos, no puedes permitirte sufrir solo toda la vida —comentó Aioria, suspiró pesado, entendía que el bicho estaba dispuesto a salir solo en el abismo por donde lo aventaron.

Milo los observa como si quisiera decirles algo, pero el aspecto frente suyo hizo temblar la tierra repentinamente, él quién estaba atrapado en un pequeño abismo empezó a ver cómo los bordes desbordaban nieve y unas cuantas piedras. Quería salir de ahí, pero estaba tan agotado física y mentalmente.

— ¡Milo sal de ahí! —gritó Aioria, ambos jóvenes miraban como al frente de ellos la montaña se movía a su dirección, Kanon trago saliva al ver la avalancha de nieve que se aproximaba—. No tenemos tiempo —exaspero.

Kanon iba a dirección para sacar a Milo pero unas ramas de árbol que contenían cosmos lo detuvieron.

— ¡Qué mierda! —retrocedió junto al peli castaño.

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