Un pueblo rico en misterio

4.1K 399 7
                                    

A la mañana siguiente, sentí la mano de Dororo en mi hombro, lo que me hizo despertar.

-Sasayaki-chan, buenos días. –me dijo sonriente.

-Buenos días, Dororo.

-Voy a buscar unas frutillas cerca de aquí. Ya regreso. –se fue corriendo muy enérgico y agitando su mano.

Al desperezarme, me di cuenta de que, en efecto, había pasado toda la noche dormida sobre aquel extraño viajero. Él nunca se movió, no parecía incomodarle. Yo sonreí con la cara un poco roja.

-Buenos días,… Supongo que no tiene caso decírtelo, pero es mejor conservar los modales. Perdón por lo de anoche, fue un descaro de mi parte,… pero tú,… -él se levantó y se encaminó al río a pescar otra vez. –No fue nada para ti, claro.

En ese momento, Dororo llegó con sus manos llenas de frutos rojos y gritando con alegría. Dejó los frutos en el suelo y se paró entre el viajero y yo para hablarnos.

-¡Acabo de escuchar una forma en la que podemos hacer dinero!

-¿En serio, Dororo? ¿Cómo?

-Vamos a desayunar primero. Tenemos que ir por el río hacia un pueblo que hay cerca de aquí.

Como la noche anterior, cocinamos los pescados y los comimos junto a los frutos. Nos encaminamos hacia el pueblo. Dororo estaba muy entusiasmado por la idea de ganar dinero, tanto que esta vez él era el que apresuraba al viajero para caminar más aprisa.

-Aun no me has dicho cómo es eso de ganar dinero.-le dije al pequeño.

-Parece que hay un monstruo acechando el pueblo. Los aldeanos y los viajeros que pasan por aquí desaparecen de vez en cuando.

-¿Qué? ¡Eso es terrible! Tenemos que hacer algo para ayudarlos.

-Él lo derrotará como hizo antes y obtendremos la recompensa.- miré al viajero.

-Él no parece muy motivado.- vi que miraba a los árboles y al ver a lo lejos distinguí una figura extraña entre las sombras de las hojas.

Llegamos al pueblo, parecía desierto, pero no abandonado. Las casas estaban en muy buenas condiciones y en una de ellas vimos un molino de agua.

-Parece un pueblo adinerado. –comentó el niño.- ¿Realmente hay un monstruo aquí?

-No sabemos qué tipo de monstruo es, debemos preguntar primero.

-¿Alguien dijo monstruo? –dijo una voz frente a nosotros, era un aldeano acompañado por otros más. -¿Qué hay sobre un monstruo?

Me oculté tras el muchacho, Dororo fue directo al hombre que habló. Agradecí que el viajero no se sintiera incómodo con mi presencia tras de sí.

-No asumas que no lo sabemos. Escuchamos que están en problemas. Tengo buenas noticias para ustedes. Este chico es el mejor matando monstruos. –señaló al viajero y yo me oculté más aun. -¿Qué te parece si lo intentamos?

-¿Realmente puede hacerlo? –preguntó el pueblerino.

-Por supuesto. –respondió Dororo muy confiado. –El otro día, derrotó a un enorme monstruo él solo. Sasayaki-chan, cuéntales. ¿Sasayaki-chan?

-Sí, es cierto. –respondí asomada sobre el hombro del muchacho.

El grupo de pobladores se notaba sorprendido, pero también algo asustados. Dororo tenía mucha confianza en sí mismo y en las habilidades de nuestro peculiar acompañante.

-¿Qué tal? No está mal intentar, ¿no? No perderán nada.

-Que fortuna que vinieran. –dijo el hombre poco convincente. –Si lo matan por nosotros, el pueblo los recompensará. ¿verdad? –los demás asintieron.

-Me gusta como hablas, jefe.

-Estoy actuando bajo el nombre del jefe. Me llamo Denkichi. El nombre de nuestro jefe es Bandai. Pero tiene una herida en la pierna y no puede moverse. –Dororo se sorprendió.- Como sea, siéntanse libre de quedarse en mi casa. No tengo mucho que ofrecer, pero ¿les gustaría algo para cenar?

-¡Ah! Realmente me gusta la forma en la que hablas. –el niño estaba complacido.

-Vengan por aquí.- Denkichi nos mostró el camino.

Dororo iba al frente con orgullo y el viajero y yo íbamos detrás de él. Yo mantenía el contacto entre el viajero y yo más por el miedo que me daba la mirada tan fija de los que nos rodeaban que por guiarlo por el camino.

Llegamos a la casa de Denkichi, nos quedamos en su establo, era bastante acogedor, pues tenía mucha paja para dormir, y la cena que nos ofreció también fue muy buena.

-Esto es el paraíso. –comentó Dororo cuando estuvimos solos los tres, ya era de noche e íbamos a dormir. –No he comido tan bien en años.

-Estoy feliz por ti, Dororo. –dije mientras arreglaba otra vez la capa del viajero sobre él para que no se resfriara.

-Son bastante llamativos para un pueblo preocupado por un monstruo. Tampoco tienen muchos arrozales. ¿Cómo hacen tanto dinero?

-También lo notaste. Me dan un mal presentimiento. No sé qué es, pero me siento muy incómoda aquí.

De repente, una fuerte brisa entró y apagó la vela que nos iluminaba. La puerta del establo se abrió y una figura humanoide con una gran cabeza y una campana de peregrino en la mano se dio a conocer.

-¡Ahí está!-gritó el niño asustado y fue hasta el tranquilo viajero. -¡Ahí está el monstruo! ¡Frente a ti, acábalo!

Yo no me moví de al lado del muchacho y este tampoco reaccionó. No digo que no estuviera asustada, pero su serenidad me calmaba.

-¡Vamos, date prisa! –insistía el niño.

-¿Quieres…? –dijo la extraña criatura.

-¿Ves? Quiere pelea. Espera y tendrás lo que quieres. Rápido, quítate tu mano… -el niño tomó el brazo del viajero intentando desenvainar su espada.

-Espera, Dororo. No creo que nuestro amigo quiera pelear con esta criatura.

Tras mis palabras, la criatura se retiró del establo. Dororo aun temblaba un poco. Denkichi se apareció en el lugar con otra vela encendida.

-¿Sucedió algo? ¿Vieron al monstruo?

-Sí, pero lo dejamos ir por hoy. No se preocupe, podemos manejarlo. –disimuló el niño.

-¿En serio? –preguntó el hombre mirándonos al muchacho y a mí.

Dororo asintió y Denkichi se retiró. El niño dio un suspiro de alivio y luego miró con un poco de molestia al muchacho.

-No estés molesto con él, Dororo. Esa criatura no nos hizo ningún daño. –le dije para calmarlo.

-Pero si se comporta así, no podremos obtener la recompensa.

-Debe tener alguna razón para haberse quedado tan tranquilo cuando ese extraño ser apareció.

-Solo espero que mañana haga lo necesario. A veces dudo si sabe lo que pasa a su alrededor.- Dororo se acostó.

-Yo creo que sí lo sabe, solo que no actuará de no ser necesario. Es como si estuviera casi vacío… -me quedé unos segundos mirándolo y me acosté junto a él.- pero ese “casi” es lo que te hace tan especial, señor sin nombre.

Me quedé dormida sujetando su mano, era fría, pero su contacto no me molestaba. Más bien, me hacía sentir segura.

No estás solo, Hyakkimaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora