Como tantas noches anteriores, mi mano sintió el estremecimiento de la persona junto a la cual dormía. Otra vez, los sueños de Hyakkimaru estaban despertándolo en plenas madrugadas, haciendo que en más de una oportunidad no durmiera el resto de la noche. Tras el suceso en las tierras de Daigo, no lograba descansar tranquilamente una noche y eso me mantenía preocupada, por lo que siempre me levantaba con él a hacerle compañía. Esta vez fue igual, se despertó en silencio y se dirigió fuera de la cueva donde habíamos decidido pasar la noche.
-Hyakki-kun, otra vez tienes pesadillas? -él solo continuó caminando, yo lo seguí y mis pasos despertaron a la pequeña que dormía más al fondo plácidamente.
-¿Qué pasa? -me preguntó estrujando sus ojos.
-Se ha despertado otra vez.-le respondí sin mirarla.
-¿Aniki, de nuevo no puedes dormir? -el joven de detuvo en la entrada de la cueva.
-Los demonios... -sabía que decía una burda mentira, pero también sabía que lo decía para ocultar su dolor.
-Ahora no, tienes que dormir un poco o te volverás loco. -lo regañó la niña.
-Hyakki-kun, sé que te sientes contrariado, pero Dororo tiene razón. Hace varias noches que no duermes bien. Debes descansar si pretendes enfrentarte a los demonios. -le dije casi suplicando, pues no le había dicho nada con respecto a esto desde que comenzó.
Aun así, tras mis palabras, el muchacho se aventuró fuera de la cueva. Yo tomé mis cosas lo más rápido que pude y corrí tras de él oyendo cómo Dororo le gritaba desde dentro.
-¿Eh? ¿A dónde vas? -le dijo.
-Hyakki-kun, espérame. -salí de la cueva y me incorporé junto a él en el camino.
-Esperen. ¡Oye, Aniki! -Dororo intentó seguirnos corriendo, pero del impulso resbaló contra un arbusto.
La noche estaba fresca aunque no soplaba el viento. Y la Luna, casi llena, iluminaba el camino del bosque por el cual se perdían nuestros pasos. Desde el incidente con su familia, Hyakkimaru se había vuelto muy diferente conmigo. Normalmente le resultaba agradable el tomar mi mano durante el viaje o la noche, pero ahora era diferente la forma en la que me sujetaba. Se sentía tenso, angustiado, como si quisiera huir de una prisión, pero no sabía qué era lo que encarcelaba tanto a su corazón. Por más que quisiera ayudarlo, la torpe escusa de cazar demonios solo me confirmó que no quería tocar ese tema. Por ello, no lo molesté con eso. Era capaz de esperar a que él estuviera listo para conversarlo. Mientras, seguiría a su lado.
-¿Por qué no recuperaste partes del cuerpo después de vencer a ese zorro espeluznante? -preguntó la niña de repente.
-La verdad, yo también me lo preguntaba. -puse mi mano en mi barbilla, pensativa.
-Buscaré y mataré hasta recuperar todo. -dijo el joven con convicción y seriedad.
-Está bien, pero... -la pequeña corrió hasta nosotros y se colocó frente nuestro deteniendo el paso. -Te has estado presionando demasiado desde que dejamos la tierra de Daigo.
-Dororo, no sigas... -le dije envidiosa de su valor al soltar palabras tan fuertes, pero a la vez, tan ciertas frente a nuestro acompañante.
-No has descansado, venciendo a los monstruos por doquier. -ella se cruzó de brazos algo molesta. -No durarás mucho así.
Hyakkimaru hizo caso omiso a las palabras de Dororo y caminó soltando mi mano y apartando a la niña de su camino con un empujón de su cuerpo. Al ella caer, fui en su ayuda. Por un segundo, ambas miramos a los ojos de la otra. Sabíamos todo por lo que había pasado, el odio, el rechazo, la desconsideración... eran tantas cosas que no valían la pena mencionarlas, pero estaban ahí, haciendo mella en el corazón de Hyakkimaru. Su comportamiento no era el mejor, pero, en su situación, estaba intentando superar lo mejor posible el incidente.
-Aniki... -ambas lo miramos caminar frente a nosotras.
Yo pensaba lo tonta que había sido al compararme con él. Era cierto que ambos estábamos solos, pero mi soledad tuvo un pasado de amor y felicidad con mi familia. Hyakkimaru nunca tuvo eso, nunca fue amado por quien le dio la vida, no fue creciendo entre las enseñanzas y protección de su sangre. Solo... siempre estuvo solo... pero no tenía la misma soledad que yo. Al menos, la mía se consolaba con pensar en los momentos alegres en casa con mis padres y mi hermanita. Pero, para Hyakkimaru... debía ser como un agujero oscuro y vacío. Era una soledad distinta, pero si lo sentía, era mi culpa. Mi deber era cumplir mi promesa, y no permitiría que se sintiera solo. Me levanté y miré a la chica a mi lado.
-Vamos, Dororo. No debemos dejarlo solo. -ella comprendió a qué me refería y sus ojos se aguaron.
-Hyakki-kun! Espera! -corrí tras él mientras la niña nos seguía.
-Aniki! -se incorporó con nosotros.
En nuestro andar, logramos ver el amanecer. A través del follaje, los rayos del sol acostumbraron nuestros ojos a la luz del día. En más de una ocasión, Dororo y yo intercambiábamos miradas para decirnos algo, pues nos era difícil romper el silencio ante Hyakkimaru, a no ser que fuera él el que hablara.
Entrada la mañana, llegamos a un puente en el cual nos topamos con un comerciante al cual le pedimos indicaciones. Más bien se las pidió Dororo, pues Hyakkimaru continuó caminando y preferí no dejarlo solo. Atravesábamos el puente cuando la niña corrió hasta nosotros y nos informó lo que le había dicho el comerciante.
-¡Aniki! ¡Neechan! -llegó hasta nosotros sonriendo.- Hay una fuente termal.
-¡Oh! ¿En serio? ¿No es como las aguas de la aldea de ese ciempiés enorme? Realmente era un olor horrendo.
-No, son de las buenas.
-Estaré encantada de ir. -sonreí sin pensar que era posible que eso no fuera importante para Hyakkimaru.
-¿Alguna vez has estado en una? -se dirigió al joven.- ¡Es un baño caliente natural!
-Dororo, creo... -le dije por lo bajo, pero no me escuchó y continuó insistiendo.
-Podrías descansar un poco ahí. -la niña solo trataba de animarlo, pero sentí que en algún momento la conversación terminaría mal. -Las aguas termales alivian la fatiga y te hacen sentir mejor. Mamá dijo... -se detuvo al hablar, al segundo prosiguió como si de una corrección en lo dicho se tratase. -Quiero decir... de todos modos, vamos.
Sentí que la mano que me sujetaba me apretaba para que siguiera adelante, Hyakkimaru intentaba ignorar las palabras de Dororo. Ella se quedó atrás, sabía que estaba molesta, era normal que su reacción fuera esa.
-Dijo que se vio un monstruo cerca de allí. -dijo la pequeña haciendo que el muchacho se detuviera repentinamente.
Ambos volteamos, pero solo yo lograba divisar la sonrisa de disimulo que Dororo expresaba. Había dicho una mentira, eso era obvio, pero lo hizo con una buena intención. Por esa razón, no le dije nada, su intención era buena después de todo.
Caminamos un rato más hasta que nos dio un poco de hambre. Encontramos unas frutas en árboles altos que me dieron la oportunidad de unos minutos con Dororo.
-Hyakki-kun, pudieras cortar esos frutos para comer algo. -él asintió y trepó por los árboles en busca del alimento.
Desde el suelo, ambas mirábamos las maniobras de nuestro compañero de viaje. Me acerqué a Dororo y, sin mirarla, le hablé sonriendo.
-Este lugar es muy hermoso. Lástima que lo azote un monstruo. -ella me miró sorprendida.
-Neechan, tú sabías... -la miré y callé sus labios con mi dedo.
-Pero es bueno que estemos aquí, para acabar con él. -con mis ojos señalé al joven que saltaba de rama en rama y con mi mano mi oído. -Solo nos faltará encontrarlo.
Le guiñé a la pequeña para que supiera seguir el sentido de mis palabras, lo cual hizo a la perfección.
-Todo demonio debe temer si Aniki está cerca. -e golpeó el pecho con seguridad.
El muchacho bajó con la comida en sus manos, lo que hizo que nos pusiéramos a comer. Dororo y yo estábamos de cómplices por la buena causa de llevar a Hyakkimaru a un lugar donde sentirse mejor. Era una mentira piadosa, y, aunque no me gustaba decirlas, era necesario cuidar de él.
Sin embargo, una sensación incómoda, pero a la vez familiar me colmó el pecho por unos segundos... No quise decir nada, estaba más enfocada en hacer sentir mejor a la persona que había logrado sacar de mí tantas noches en vela por la ofuscación.
ESTÁS LEYENDO
No estás solo, Hyakkimaru.
FanfictionEste es un fanfic de la serie anime llamada "Dororo". Si bien sabemos que Hyakkimaru viaja siempre con su inseparable amigo Dororo y que su primer "amor" fue Mio, pero, ¿y si Dororo no es el único que viaja con Hyakkimaru? Si viajan juntos, ¿por qué...