Encuentro inesperado

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Mi nombre es Sasayaki, y esta también es mi historia.

Los territorios de Japón estaban siendo objetivo de los señores feudales en la guerra. Sin embargo, no todos tenían la suerte de sustentar sus dominios. Esa es la suerte de Kagemitsu Daigo-sama, señor de Ishikawa, quien, una tarde lluviosa, vendió su primogénito a los demonios en la Sala del Infierno para ser próspero. Aunque el sacerdote que supervisaba ese lugar le advirtió que tras su muerte, su alma no encontraría lugar más que en el Infierno, el hombre hizo caso omiso y asesinó al sacerdote.

Hizo el trato a los demonios por obtener fama y prosperidad. Ese trato le costó la cicatriz en forma de cruz que lleva en la frente.

Justo al nacer su hijo, los demonios cobraron su parte del trato. Esto provocó que el recién nacido fuera despojado de casi todo órgano de su cuerpo. Aunque su madre lo amaba, su padre no lo aceptó y ordenó a la comadrona que lo llevara al río a matarlo. La última atención que le dio su padre fue ver la estatua de buda sin cabeza tras la reclamación de los demonios.

La comadrona se compadeció del bebé dejando su cuerpo flotando sobre una barca abandonada, pero eso provocó que fuera devorada por un demonio atraído por el aura del pequeño.

Aunque el demonio fue destruido por un viajero ciego que ocultaba su espada en una guitarra tradicional, el recién nacido vagó por el río solo.

16 años más tarde, un joven con una capa roída que le cubría todo el cuerpo se encaminaba a una aldea. Tenía la mirada recta y el cabello largo y recogido.

En el pueblo, yo vagaba por las calles. No tenía forma de ser útil más allá de curar a los heridos de guerra y dar masajes a los ancianos. Con mis 15 años de edad era lo único que sabía hacer para sobrevivir. Al doblar por un callejón, vi de lejos a un niño que intentaba vender unos artículos valiosos. Me asusté al ver que un enorme hombre reclamaba los objetos como robados, estaba acompañado por otros hombres. Cuando el pequeño pasó frente a mí huyendo de sus perseguidores, miré al otro lado del río.

Una madre iba caminando con su hijo, pero este resbaló. No llegó a caer, pues fue sujetado por ese extraño joven.
«No ha mirado al chico cuando lo sujetó. Vaya viajero más extraño.» pensé oculta aun tras una de las casas.

Unos minutos después, mientras caminaba cerca del puente viejo, vi al grupo de hombres golpeando al niño. Aunque este se defendía, no era rival para los malhechores y siempre se levantaba. Uno de ellos lo tomó por la ropa y metió su cabeza en el río para ahogarlo. Me dirigí a detenerlos, pero vi a ese extraño viajero sobre el puente.

De repente, una basura del río se convirtió en un demonio y se comió a uno de los maleantes. Los otros dos intentaron huir, pero también fueron devorados. El niño estaba a punto de sufrir el mismo destino, pero el viajero se quitó su brazo derecho, bajo este escondía una espada con la que rescató al niño. Luego, sobre el puente, dejó ir el otro brazo, el cual tenía la misma condición. Terminó por destruir el puente y al demonio. Recogió su katana del agua y se acercó a la orilla.

El niño traía las prótesis de sus brazos y las colocó luego en su lugar. Me acerqué a ellos con sigilo y vi cómo el viajero comenzaba a temblar de repente. Su máscara se había desprendido y de su rostro brotó mágicamente piel humana. El niño estaba asustado y yo también.

-E... ¿Están bien los dos? - dije al fin.

-Oh, sí, supongo, pero él... - me respondió el niño.

-Vi lo que pasó. Por favor, permítanme ayudarlos. Puedo curar tus heridas, pequeño.

-Gracias. Por cierto, mi nombre es Dororo.

-Un gusto conocerte, Dororo. Yo soy Sasayaki. ¿Y él?

-No lo sé. Es raro. No creo que pueda ver ni oír, pero no sé cómo logró combatir así. No sé siquiera si es humano.

-Será porque es especial. Ven, Dororo, voy a curarte.

No estás solo, Hyakkimaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora