No me importa morir por él

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Las gotas de la recién finalizada lluvia caían entre las hojas, los distintos animales provocaban sus respectivos sonidos en el bosque. Todo estaba tranquilo y bastante silencioso, pero no para Hyakkimaru.

-¡Aniki! -Dororo se acercó a él preocupado al verlo tan sensible y con sus manos cubriendo sus oídos.

Yo detuve al pequeño sujetando su ropa, al darme cuenta de lo alterable que estaba el joven tras haber recuperado su audición, me propuse hablar lo menos posible para no molestarlo hasta que se adaptara. Dororo cubrió su boca y se separó del muchacho ligeramente al ver que este se había acostado en el suelo por huir de su voz.

-¿Estás bien? -le dijo susurrando. -Todavía somos demasiado ruidosos para ti, ¿eh? Pero es tan tranquilo aquí que asusta.

La fogata frente a nosotros hacía crujir las ramas quemadas, Hyakkimaru se notaba que sufría con cada crujir.

Llamé la atención de Dororo y le di una de mis cintas, la más grande que tenía. Luego le señalé los oídos y sobre la cabeza. Él, al entender, asintió y le colocó la tela a Hyakkimaru cubriendo sus orejas y haciendo un nudo sobre su cabeza. Al ver el resultado, Dororo comenzó a reír cubriendo su boca, yo sonreí al ver que, por poco que fuera, esta idea había ayudado al muchacho.

-Tal vez deberíamos dejar de ir tras el siguiente monstruo. -dijo el niño. -La recompensa es hermosa, pero él no está en condiciones de hacerlo.

-Dale tiempo, Dororo. -susurré lo más que pude. -Se siente abrumado, es solo eso. Cuando se acostumbre, puede ser que incluso lo use como ventaja.

Tras mis palabras, Hyakkimaru giró su cabeza hacia la izquierda, como percibiendo algo que se encontraba cerca.

-¿Hay algo ahí? -preguntó Dororo.
De repente, un pájaro enorme se acercó a nosotros volando y nos derribó. Hyakkimaru no dudó en sacar sus dos espadas y enfrentarlo. El ave voló en círculos y regresó hacia nosotros. Yo cubrí a Dororo intentando permanecer a salvo.

-¡Es un monstruo ave! ¡Es enorme! -dijo él.

El emplumado ser atacaba al joven y luego levantaba el vuelo. Hyakkimaru estaba desorientado ante su nuevo sentido, por lo que fue blanco fácil para el monstruo volador. Más de una vez fue engañado por los sonidos y encontrado por el pico de esa gigante bestia alada.

-¡Aniki, no te preocupes por el sonido! -le gritó Dororo.

El pájaro elevó el vuelo para atacar nuevamente, pero a pesar del consejo del pequeño, Hyakkimaru continuaba perdido en la batalla.

-¡Izquierda! -grité aterrada con tal de ayudarlo.

Él reaccionó y detuvo el pico del ave, pero fue tomado por sus patas y elevado en el aire. Aunque fue capturado, se defendía hasta el final. Con sus espadas hirió al monstruo por sus patas hasta que este lo soltó.

-¡Aniki!

-¡Hyakkimaru! -Dororo y yo fuimos en su ayuda.

Él estaba en el suelo, pero la bestia aún seguía con intenciones de atacarnos. Se notaba que estaba herida, mas, aun así, quería acabar con nuestras vidas. Yo estaba muerta de miedo, pero saqué el valor para colocar a Dororo tras de mí y cubrir a ambos con mi cuerpo. Abrí mis brazos sin idea de moverme aunque eso significara mi muerte, pero no dejaría que nada le pasara a Dororo... ni a Hyakkimaru.

El no cerrar los ojos me hizo ver una rápida espada que, con cortes en zigzag, acabó con la criatura alada haciendo que esta cayera cerca de nosotros. Al percatarnos de nuestro salvador, el encuentro fue bastante agradable.

-¡Sacerdote! -lo reconoció Dororo.

No estás solo, Hyakkimaru.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora