El tiempo pasaba, yo solo podía esperar a que Hyakkimaru despertara. Escuché cierta conmoción en la aldea, pero no quería dejarlo solo. Solo cerré mis ojos abrazando mis rodillas. A los pocos segundos, la voz de Dororo se oyó en la distancia justo después de que el joven reaccionara.
La niña corrió hasta nosotros hablando agitadamente.
-Escuchen, Aniki, Neechan, fueron los aldeanos.
-¿Qué dices, Dororo?- me puse de pie ayudando al muchacho a arrodillarse al menos.
-Mataron a la monja y a los niños.- al mirar en la colina, una gran pared de fuego se levantaba en la zona de la aldea.
-¡Oh, Dios! ¡¿Qué pasa!?- grité espantada.
-¿Qué es eso?- preguntó el joven.
-El pueblo, se está quemando.- dijo ella con decepción en su voz.- Me empujaron por una trampilla en un almacén. Entonces vinieron esos enormes bichos por mí. Casi me comen. Pero esa gran cosa bebé me salvó. Y entonces... Esos fantasmas bebés, eran los niños asesinados. ¿Aniki, me estás escuchando?
-Sí.- contestó secamente.
-¿Y el fuego, Dororo?
-Yo también encontré el aceite. El aceite con el que quemaron el templo. Olía igual, no había duda de eso.
-No me digas que... tú...- estaba aterrada por la respuesta, pero ya la conocía.
-Me aseguré de que no pudieran hacerlo de nuevo.- dijo ella dándonos la espalda.
-Dororo...- ¿qué estaba pasando? Todos estaban perdiendo el control.
-El demonio se oculta en el lago.- declaró ella.
-¿El lago?- eso llamó la atención del muchacho.
-El ayakashi bebé lo dijo.- fue suficiente como para hacer que Hyakkimaru se levantara.
Sin embargo, al intentar ponerse de pie, su pierna de prótesis se rompió haciéndolo caer otra vez.
-¡Hyakki-kun!- lo sostuve lo mejor que pude para que no se golpeara.
-¡Aniki!- Dororo se acercó a nosotros.
El muchacho no estaba bien, estaba un poco caliente y su herida aún sangraba levemente. Sentía una rabia muy fuerte por dentro, pero debía actuar con la mente fría. Me volteé a la niña y la miré con gran molestia al tomarla por los hombros.
-Escucha, Dororo. Si me quieres ayudar con él, trae de la aldea toda la tela que puedas y un cuchillo. También algo de aceite.- por un segundo, los ojos de la niña mostraron miedo ante mi actitud, pero luego asintió y corrió hacia la zona en llamas.
-Derrotaré al demonio.
-Debes recuperarte primero, Hyakki-kun. Tu herida no está bien y...
-Voy a ir.- mi paciencia había llegado a su límite.
-¡¿Tienes idea al menos de lo que arriesgas si vas así?!- él volteó hacia mí.- ¡Estás malherido, sin una pierna y comienza a darte fiebre! ¡¿Qué no entiendes que puedes morir si vas ahora?!
-Igual iré.- me dijo apartando la mirada y yo me enfurecí más aún, mas lo que agregó me devolvió a mi calma característica.- Y regresaré.
-¿Cómo estás tan seguro? No sabes...
-Regresaré.- yo me contuve para no llorar, pues sabía desde antes de hablar que iba a ser imposible convencerlo.
-Solo... cumple la bendita promesa y regresa vivo.- le dije a final.
Cuando Dororo regresó, hice una nueva pierna para Hyakkimaru, la cual tenía oculta adentro un poco de aceite con un mecanismo para lanzarlo.
-No es mucho, pero si tienes fuego, te servirá.- dije seriamente.
-Bote y antorcha.- pidió el joven.
-Hay un bote en el lago,- dijo la niña.- traeré una antorcha.
Mientras yo llevaba al muchacho apoyado sobre mí hasta el lugar, ella fue a la aldea una vez más. En el camino, más de una vez quise decirle a Hyakkimaru que se arrepintiera, pero sabía que era en vano. Cuando lo llevé al bote, su respiración estaba agitada y su fiebre había subido un poco. Al rato se apareció Dororo con el fuego y entre ambas lo aseguramos a la pequeña embarcación.
-Regresa y ya, por favor.- le dije a Hyakkimaru antes de dejarlo ir lago adentro.
Dororo tomó mi mano y me llevó a otro lugar para no presenciar la batalla. Estuvimos en suspense, abrazadas a la otra, escuchando ruidos de agua cayendo o gruñidos del demonio. Cuando percibimos que había calma, regresamos a la orilla. Yo corrí al ver al muchacho salir del agua con debilidad. Él cayó al suelo gritando de dolor. Sabía lo que ocurría, pero con unas heridas como las que tenía, estaba preocupada por su dolor. Era un sufrimiento de unos pocos segundos, que se hacían eternos. Unos carretes de hilo o algo similar salió de la espalda de Hyakkimaru, había recibido su columna vertebral.
-¡Hyakki-kun!- no sabía cómo ayudarlo, era temporal, pero no me gustaba verlo así.
Estaba agitado y sudoroso, el combate lo afectó aún más. Yo lo abracé con extrema suavidad y le hablé lo más dulce que pude, aunque no fuera así como me sintiera.
-Al menos regresaste. Gracias...- Dororo solo se quedó mirando la escena sin reaccionar.
Como pude, llevé a Hyakkimaru a un lugar más cómodo y lo cuidé toda la noche. Mientras velaba su fiebre, cosía su ropa y tallaba un bastón para que se apoyara. Durante ese tiempo, noté que Dororo intentaba dormir sin conseguirlo. Sin embargo, a la mañana, el joven ya no tenía fiebre y su herida estaba sanando bien. Cuando los primeros rayos del sol invadieron la colina, nosotros caminamos a través del pueblo para retomar nuestro camino. Al hacerlo, Dororo y yo nos fijamos en los destrozos del fuego.
-¿Qué pasó?- preguntó ella al ver a su alrededor.- Todo el pueblo... ¿Por qué? ¿Por qué pasó esto? Aniki... Neechan... ¿hicimos algo incorrecto? Esto sucedió porque vinimos, ¿verdad?
-Es la consecuencia de nuestros actos, Dororo. Siempre ha sido así desde que comenzó este viaje.- dije con voz neutra y ayudando a Hyakkimaru a andar.
-No es mi problema.- sentenció él.
-Hyakki-kun, no digas eso...
-Todo lo que piensas es en matar a los demonios.- le reprochó ella tras detenerse.- Di algo. Esto no está bien.- las lágrimas salieron de sus ojos y su voz temblaba.- Eso te hará uno de ellos.
-¡Dororo!- exclamé al oír sus palabras.
La niña no dijo más y se alejó de nosotros corriendo. Intentar detenerla era imposible, ella necesitaba irse. Me entristecí, pues, aunque estuve molesta con ella, era mi amiga y la quería mucho. Sus palabras hacia Hyakkimaru habían sido crueles, pero también la reacción de él no fue la mejor de todas.
Nosotros continuamos caminando por el sendero de un bosque. Hyakkimaru estaba callado como siempre, pero ese silencio no era como los demás.
-No es mi problema.- repetía sin motivo mientras avanzábamos por el camino.
-Sabes que tiene razón. ¿Por qué te comportas así?
-No es mi problema.
-Hyakki-kun, sé que es difícil para ti asimilar lo que tu familia te hizo, pero no puedes culpar a todo el mundo por eso. Ni debes comportarte como ellos se comportaron contigo ante todos.
-No es mi problema.
-Necesitas saber que existe la compasión, Hyakki-kun. Y que la vida va más allá... de solo matar demonios.
-Yo mataré demonios.
-Hyakki-kun...- suspiré al ver que no entraría en razón por el momento.
Miré los rayos del sol llegando a mis ojos a través del follaje y recordé a la niña que siempre estaba dando vueltas alrededor de nosotros y haciendo preguntas extrañas.
-Ojalá nos encontremos con Dororo en otro lugar.- el muchacho se quedó callado.
Su forma de pensar era comprensible, pero necesitaba hacerlo cambiar de parecer. Debía de hacer surgir sentimientos humanos en él, sanar su corazón tan lastimado por la vida, o lo perdería para siempre.
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No estás solo, Hyakkimaru.
FanfictionEste es un fanfic de la serie anime llamada "Dororo". Si bien sabemos que Hyakkimaru viaja siempre con su inseparable amigo Dororo y que su primer "amor" fue Mio, pero, ¿y si Dororo no es el único que viaja con Hyakkimaru? Si viajan juntos, ¿por qué...