A pesar del tiempo que llevábamos en ello, la tierra que cubría la entrada de la cueva no se movía. Lodosa como estaba por culpa de la lluvia, ni mis manos ni la viga que Hyakkimaru estaba usando hacían que alguna parte se liberara.
Cerca del fuego, el señor solo estaba sentado en posición de loto y muy calmado, estaba haciendo algo con sus manos, pero no alcanzaba a ver qué era. Yo solo estaba concentrada en ayudar a muchacho. El silencio reinaba dentro de la cueva más allá del sonido de la viga o mis manos en la tierra. Tras pasar unos cuantos minutos, el hombre habló.
-Hyakkimaru. Es cierto, ese cuerpo es tuyo.- dijo con una triste expresión en su rostro.- No necesitas una razón para recuperarlo.- elevó en sus manos la pequeña bolsa que Hyakkimaru solía llevar en el cuello.- Pero los demonios no son los únicos a los que tendrás que matar.- tras decir eso, me detuve volteando al hombre y tragué en seco.- Tu padre, madre y hermano menor. La gente de Daigo también. Todos intentarán detenerte. Cuando eso suceda, el cuerpo que recuperaste se teñirá de sangre humana.- miré a Hyakkimaru con un preocupado rostro.- Será una carga pesada para ti, más que cualquier extremidad prostética.
-Señor...- quise intervenir, pero él me miró con decisión y luego a Hyakkimaru.
-¿Seguirás siendo humano en ese momento?- prosiguió sus palabras y yo me sobresalté ante esa pregunta.- Todo lo que quedará detrás de ti son cadáveres. Estarás solo en este mundo.
-¿Solo?- preguntó el muchacho.
-Sí, solo.- respondió el señor.
Cierto. Hyakkimaru ya no me notaba, ya no le importaba mi presencia o mi existencia. Sabía que estaba, pero era como si no. Daba igual, solo una llama más a su alrededor y que lo seguía a todas partes. Pero... si él no me notaba como algo importante... como "alguien" importante, entonces, a pesar de mis intenciones, Hyakkimaru estaba solo.
Solo, porque quería estar solo. Porque no concebía el mundo de una forma diferente y ya estaba acostumbrado a estar así. ¿Acaso yo pensaba ser quien alejara la soledad de Hyakkimaru?
-Yo le temo a eso...- continuó hablando el mayor, pero fue interrumpido con le joven.
-No. Hay alguien.- intervino girándose a mí.
-¿Es ella?- Hyakkimaru asintió.
-¿Qué...?- no era posible para mí creerlo.
A pesar del dolor de tanto tiempo, mi corazón volvió a palpitar con esa emoción que le daba las palabras tan simples de Hyakkimaru. Él, quien nunca había sabido cómo expresar su cariño o cómo interpretar los sentimientos. Él, a quien su familia casi lo convierte en un monstruo por tanto odio y a quien la vida solo le ha dado sufrimiento. Sí, ese chico al cual había acompañado y apoyado aún poniendo mi vida en riesgo, él estaba diciendo que no estaba solo por mí.
No pude evitar llorar, pero mi sonrisa tampoco se ocultó. Estaba feliz de recibir eso de él. Era como lo había pensado. Mi amado Hyakkimaru aún estaba ahí a pesar de tantas heridas en su alma.
-Ya veo...- dijo el señor sonriendo levemente.
-Y alguien más.- volvió a decir el joven.
-¿Quién?- reaccionó con sorpresa el mayor.
-Justo ahora...- Hyakkimaru alzó su mano a la altura de su cintura.- No está aquí.- cerró su puño.-
-Es ella... es nuestra pequeña...- dije casi susurrando y Hyakkimaru me asintió.
Le sonreí y él volvió a tomar la viga. Tras unos golpes más, una agujero hizo visible la luz del otro lado de la pared de tierra.
-¡Un poco más, Hyakki-kun!- dije esforzándome también por apartar la tierra.
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No estás solo, Hyakkimaru.
FanfictionEste es un fanfic de la serie anime llamada "Dororo". Si bien sabemos que Hyakkimaru viaja siempre con su inseparable amigo Dororo y que su primer "amor" fue Mio, pero, ¿y si Dororo no es el único que viaja con Hyakkimaru? Si viajan juntos, ¿por qué...