Nuestros destinos se basaban en rumores sobre monstruos y otros entes que molestaban pueblos y ciudades, por lo que no era de extrañar que escucháramos acerca de una bestia de las aguas gigante que no dejaba en paz a los pescadores. Era normal que estos rumores viajaran con rapidez, pues nos enteramos de ello en un pueblo bastante lejano al lugar donde acontecía por un comerciante que le dio fama de rico al territorio. Nos dispusimos a viajar hacia ese sitio, Dororo no se había percatado aun de lo ocurrido entre Hyakkimaru y yo. Era normal, yo no hacía nada por demostrar lo que sentía por mi compañero más allá de tomar su mano durante el viaje. Imaginé que la niña siempre lo había tomado como el gesto de guiar al muchacho por su ceguera, aunque no fuera realmente necesario. También agradecí que el joven no dijera nada, al parecer entendía cómo me sentía y por eso mantuvo nuestro secreto.
Caminamos por varios días por el bosque que estaba entre el pueblo y nuestro destino. Más de una vez fuimos atacados por bestias y monstruos del lugar.
-¿Terminaste? –Dororo y yo salimos de nuestro escondite al ver al muchacho acabar con una especie de gorila de garras largas. -¿Estás bien?
-Hyakki-kun, otra vez estás cubierto de sangre. –dije al ver sus ropas.
-Oh, cielos. –la pequeña se puso una mano en la cara y suspiró con molestia.
-Supongo que tenemos trabajo que hacer. Vamos, Dororo. –señalé hacia un río que había cerca de nosotros.
Nos dirigimos allí, ayudé a Hyakkimaru a despojarse de sus ropas manchadas, lo que me hizo estar sonrojada todo el tiempo. Era normal hacer esto, pero, aun así, no me acostumbraba. Él se quedaba en sus ropas interiores y como accesorio en su cuello, la bolsa que siempre llevaba consigo, con un símbolo de tres pétalos.
-Gracias por ayudarme con la ropa, Dororo. –le dije mientras frotaba el cuerpo del joven con una tela mojada.
-Ya me acostumbré, aunque él pudiera ser más cuidadoso a la hora de pelear. –hizo un puchero.
-No me imagino a Hyakki-kun siendo decente en una pelea. Él es demasiado directo para las cosas, aunque… -me sonrojé más aún. –tiene momentos bastante… inusuales…
-Como sea, -me cortó Dororo. –ese comerciante dijo que la tierra es rica aquí. Las personas comen todo el arroz que quieren incluso en estos tiempos.
-Eso es increíble… -dije sorprendida, mientras Hyakkimaru se olfateaba la sangre dejada por su última víctima en una de las cintas de sus muñecas.
-¿Verdad que sí? Vayamos allí, hagamos mucho dinero y llenemos nuestros estómagos. –lavé la cinta ensangrentada, mientras sonreía por las ocurrencias de la pequeña. –Cerdo entero, abulones secos, manju…
-¿Manju? –dijo Hyakkimaru.
-¿Te gusta el manju, Hyakki-kun? -pregunté curiosa.
-Son suaves, dulces y deliciosos. –continuó la niña. –Te encantarán, solo espera.
-Ojalá todo sea como dices, Dororo.
-Por cierto, Aniki, he querido preguntarte algo… -ella terminó de exprimir la ropa. –Es un sello familiar ese amuleto, ¿verdad? ¿Es de tu familia?
-Es extraño, pero sí parece un sello familiar. –el muchacho tomó la bolsa en sus manos y la miró fijamente.
Me dio una ligera punzada en el corazón al recordar que el joven no podía ver el dibujo del que hablábamos Dororo y yo debido a su falta de visión. Suspiré entristecida, pero él no dudó en poner la bolsa frente a mí y mostrármela. Yo la sostuve con ambas manos reteniendo también la del muchacho.
-Nunca la has visto, ¿verdad? –él negó y la acercó más a mí.
-¿Cómo es? –dijo con su grave voz.
-Es como un hacha de tres pétalos. De color negro en el centro y el filo en un ligero amarillo, aunque supongo que eso último tampoco sirviera de mucho. –él retiró su mano y la volvió a mirar.
-Gra…cias. –susurró.
-Sasayaki-neechan, eres muy buena describiendo. –yo sonreí recordando que la niña aún estaba ahí y observándonos. –Deberías describirle más cosas, así las conocerá como son.
-Yo… pudiera intentarlo. –miré a Hyakkimaru recordando los retos de vida que me había impuesto, los cuales vencería por él. –No, no intentar… Lo haré. Lo haré lo mejor que pueda. Hyakki-kun, ¿hay algo que quieras saber cómo se ve?
El muchacho se quedó en silencio, estaba pensativo. Incluso puso su mano en su barbilla, lo que creó en Dororo y en mí una expectación inquietante. Pasaban los segundos y no decía nada, mas no quisimos hablar para no forzarlo. Por fin, su expresión confirmaba una elección, lo que nos alegró aún más.
-Manju… -la niña y yo no sabíamos cómo reaccionar a ello.
Me percaté que esa reacción había sido bastante graciosa y mi risa salió junto a la de Dororo. Ambas reímos dejando al muchacho un poco confuso con nuestra reacción.
-El manju es como pequeñas esferas amarillas. Son dulces hechos con arroz en polvo, pasta de azuki y azúcar. Se comen fritas. –dije aun entre risas.
Estuve un buen tiempo describiendo las cosas que Hyakkimaru me pedía. Al principio, pedía cosas raras, como comidas, instrumentos de agricultura y vajilla. Luego preguntó por cosas más normales como animales y flores. Al otro día, al amanecer, observé desde la montaña un lago en el cual se había construido una presa. Estaba lejos, pero podía divisar con bastante nitidez. Vi cómo vaciaban una de las secciones del lago dejando ver a un enorme cangrejo que se escondía bajo sus aguas. Rápidamente fui hasta donde se encontraban mis amigos a advertirles.
-¡Hyakki-kun! En el lago del valle, hay un monstruo. ¡Tienes que ayudarlos! –Dororo se despertó asustada, pero el joven no lo pensó dos veces y se lanzó montaña abajo.
La niña y yo corrimos tras él, fuimos por un camino al costado de la montaña, el cual rodeaba el lago al bajar. Durante nuestra carrera, noté que alguien luchaba con el gigante cangrejo, pero no era Hyakkimaru. Vi la presa romperse y llenarse de agua esa sección otra vez, dándole ventaja a la criatura. Los otros hombres que cayeron estaban luchando por su vida, no había escapatoria.
Vi a Hyakkimaru dar un salto y cortar el lomo del cangrejo al tiempo que el muchacho que le estaba dando guerra antes lo cortaba por la boca. Fue casi instantáneo, pero la criatura estaba muerta.
-¡Hyakki-kun! ¿Estás bien? –le grité desde la orilla al verlo quieto sobre la mandíbula del animal.
-¿Quién eres…? –escuché decir al joven que pasó junto a él en un bote, estaba acompañado de una pareja y el remero y vestía ropas muy lujosas.
Sus palabras llamaron la atención de Hyakkimaru, pues este se le quedó mirando mientras se alejaba. Era una extraña sensación, pero, aunque este chico no pareciera malo, su presencia me daba una punzada en el pecho.
-Sasayaki-neechan, mira. Un señor rico, de seguro pagará muy bien por haber acabado con esa cosa. –yo no respondí, estaba apretando mi puño en mi pecho con dolor.
Extraño, pero real, no quería siquiera que mi compañero se hubiese topado con él. Era difícil de explicar, pero, su encuentro me decía que podían pasar cosas malas, y por ello, el miedo consumió mi corazón. Después de estar tan segura de mis sentimientos, tenía miedo de perder a la persona que amaba, y, por más que pudiera describir cosas, esto era imposible de explicar.
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No estás solo, Hyakkimaru.
FanfictionEste es un fanfic de la serie anime llamada "Dororo". Si bien sabemos que Hyakkimaru viaja siempre con su inseparable amigo Dororo y que su primer "amor" fue Mio, pero, ¿y si Dororo no es el único que viaja con Hyakkimaru? Si viajan juntos, ¿por qué...