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—Ese no es regalo para una dama, Robb

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—Ese no es regalo para una dama, Robb. —le reprendió su madre al ver lo que pretendía regalarle a su prometida.

Una daga recién hecha por Mikken el herrero de Winterfell.

Robb había querido esconderla, pero su madre lo había escuchado a hablar con Jon del regalo para su prometida.

Hoy celebrarían el décimo quinto día del nombre de la princesa y en un mes, él tendría su decimo séptimo día del nombre.

Ambos estaban conscientes que una vez que eso pasará la familia Real visitaría Winterfell para la boda.

—Madre, Lyanna quería una espada, pero le regalaré una daga. —se defendió el joven lobo ante su madre envainando la daga.

La empuñadura era un trabajo meticuloso, la mitad era un ciervo coronado con la cornamenta dorada y la otra mitad un lobo huargo en plata.

Haciéndole honor a la capa que la princesa le había regalado en el décimo cuarto día del nombre, que ahora portaba en todos lados pues había crecido lo suficiente para que no la arrastrase.

—Ese trabajo se ve muy detallado ¿Me lo permites ver? —le cuestionó Ned llegando a un lado de Catelyn, está bufó.

—No lo alientes, Eddard. Robb no debería regalarle algo así a su prometida. Qué no creas que no he visto que entrenas con ella a escondidas, Lyanna es una dama debería perfeccionar su bordado, no desenvainar una espada.

—Madre, ella es la que insiste. —seguía Robb con aquella misma postura.

—¿Y no puedes decirle que no? ¡Qué conveniente, hijo! —se burló enfadada Catelyn.

Ned también se estaba burlando de su hijo, Robb frunció el ceño.

—No, no puedo decirle que no y no quiero decirle que no, madre. Es el único momento en el que ambos estamos solos y no somos una princesa y un Lord a punto de casarse sino un par de chicos y se siente bien. —soltó Robb sin darse cuenta de las expresiones de sus padres o de que detrás estaban sus dos hermanas con Lyanna.

Robb dio la media vuelta apenado y escondió la daga detrás, su padre la tomó para que no resultará más sospechoso.

El joven lobo últimamente se quedaba sin palabras ante la presencia de su prometida, hoy lucía su cabello suelto en una cascada de rizos definidos y un liguero escote en aquel vestido azul con detalles en plateado.

—Buenos días, mi Lord — Lyanna hizo una reverencia dándole una pista al chico delante de ella que se había quedado de piedra.

—Buenos días, mi princesa. —finalmente Robb continúo.

—Bien, ya se saludaron, ya vámonos. —dijo Arya tomando a Lyanna de la mano.

—¡Arya! —le regaño Sansa y Catelyn al unísono, ambas habían presenciado la escena con ojos de amor.

Mientras Sansa se imaginaba a su príncipe Joffrey, Lady Catelyn recordó por un momento que algo similar le había pasado con Brandon Stark, su primer prometido y con quién se hubiera casado si el rey loco no lo hubiera quemado vivo, recordar aquello le hacía mucho daño, seco las lágrimas que iban a empezar a salir y le dio un beso en la mejilla a su esposo para retirarse con sus hijas y la princesa.

Robb y Lyanna se sonrieron, hoy era un día muy ocupado y a penas tendrían tiempo para verse, aunque Lyanna solo lo quería a él, a su joven lobo y Robb deseaba estar todo el día con su dulce ciervo.

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мy sωєєτ ∂єєr || ƒαทƒicτiσท rσвв sταrк || GOTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora