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Las lluvias de Castamere, su tío Tyrion le había contado acerca del origen de aquella magnífica pieza que representaba la fuerza e inclemencia de la casa del León contra los Reyne de Castamere, una casa ahora extinta gracias a Tywin Lannister, su ...

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Las lluvias de Castamere, su tío Tyrion le había contado acerca del origen de aquella magnífica pieza que representaba la fuerza e inclemencia de la casa del León contra los Reyne de Castamere, una casa ahora extinta gracias a Tywin Lannister, su abuelo.

Cómo si el blasón con el León dorado y el lema que rezaba no fueran suficientes.

¡Oye mi rugido!

Los Reyne lo oyeron sin duda el día que perecieron por creerse a la par que un León Lannister cuando solo eran unos gatitos de pelo distinto.

Los músicos rozando las cuerdas produciendo aquellas notas graves y melancólicas que caían en terroríficas, como los cuentos de miedo que la vieja Tata contaba.

Pero esto no era un cuento, era real.

Podía sentirlo recorrer frío y duro su espina dorsal, dejarla sin aliento y palabras, embargarla de un horror palpable.

Cuando miró a Catelyn, solo eso basto, ni siquiera había terminado Walder Frey el discurso y Catelyn le había gritado a Robb.

Lyanna se paralizó al ver la cara de confusión de su amado lobo, sintió las lágrimas rodar por sus mejillas, pero no podía moverse.

Entonces comenzó, a ella la apartaron.

Dos hombres con los que había convivido, dos hombres que se habían sentado en la misma mesa, con los que había reído y chocado copas durante la celebración de una boda, la tomaron de los brazos y la arrastraron fuera del campo de tiro.

Los arqueros dispararon directo a Robb, a Catelyn, a todo aquel estuviera en su campo de visión.

Los gritos de horror, el desgarre y gorgoteo, el dolor impregnó la estancia entera.

Lyanna pataleó, se retorció ante el amarre de sus captores y grito el nombre de su amado al verlo tendido en el suelo, herido, moribundo.

Su dolor solo le provocaba carcajadas a Walder Frey y Ramsey Bolton, ambos sumamente complacidos por el sádico espectáculo.

Sus voces le parecían un eco de fondo al igual que los gritos. Solo podía ver al amor de su vida despertar de la inconsciencia que las flechas habían provocado en él, arrastrarse hasta ella, susurrar su nombre una y otra vez.

Lyanna... Lyanna...

Justo en ese momento Walder Frey detuvo todo. Ordenó que liberarán a Lyanna.

Ella corrió a su lado, colocó con sumo cuidado la cabeza de Robb en su regazo y acarició los rizos de su amado lobo.

No hubo palabras, las miradas lo dijeron todo, llenas de dolor y muerte, pero también amor.

Ambos lo sabían, ambos sabían que no se arrepentían de nada.

Su amor les había traído mucho dolor, pero también mucha felicidad, les había traído a sus hijos, Eddard y Robert, razón por la que no podían dejar de luchar.

Catelyn gritó a Walder Frey, pidiendo piedad para su hijo, tenía amenazada a la mujer del Lord de las Gemelas, la pobre joven miraba todo horrorizada.

Lyanna tomo su daga de la bota con discreción y la oculto en su manga, se levantó y ayudó a Robb a sostenerse.

Aún podían salir de ahí, Lady Catelyn estaba dispuesta a sacrificarse por ellos, a ser tomada como rehén por Walder Frey.

Lyanna miró a Catelyn dedicándole un profundo agradecimiento, Catelyn solo quería que huyeran, era el mejor regalo que podía darle a la mujer que había traído al amor de su vida al mundo, así que se lo daría.

Salvaría a Robb.

Caminaron unos pasos hacia la puerta para ser interceptados por Ramsey Bolton, Lyanna al escuchar la negativa de Walder Frey tomo su daga con fuerza y arremetió contra el Lord de Dreadfort.

Ramsey alcanzó a detenerla tomándola de  la muñeca  ocasionando que solo lograra rozarle el hombro con el filo de la daga, haciéndolo sangrar.

El pelinegro ni siquiera se inmutó por el dolor y le propinó un puñetazo en la cara que hizo caer a Lyanna al suelo al borde de la inconsciencia.

"Los Lannister mandan saludos." susurro Ramsey lo suficientemente alto para que Lyanna escuchará.

Un grito desgarrador fue lo último que Lyanna oyó antes de que todo se fundiera a negro.

Un grito desgarrador fue lo último que Lyanna oyó antes de que todo se fundiera a negro

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