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—Robb, ¿Qué pasa? —pregunto somnolienta, enjuagándose la cara con las manos y bostezando

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—Robb, ¿Qué pasa? —pregunto somnolienta, enjuagándose la cara con las manos y bostezando.

Robb veía a Lyanna tan celestial durmiendo, que verla despertar por su presencia le traía más remordimiento y culpa.

—Nada, vuelve a dormir, por favor. —susurro Robb para encontrar una liguera sonrisa en los labios de su amada.

Hace mucho que no la veía sonreír y ahora no había tenido que hacer nada para que le regalará algo de felicidad.

Las visitaba cada noche y siempre la encontraba durmiendo, a Lyra Payne no podía sostenerle la mirada, la vergüenza lo asolaba.

Hacía casi un mes que su madre había partido a las tierras de las Tormentas para negociar con Stannis y Renly Baratheon, ambos hermanos y ambos supuestos herederos a la corona de los Siete Reinos.

Después de encontrar a Theon intentando abusar de Lyra Payne, Robb exilio a Theon, lo último que supo de él fue que regreso a su hogar de niño en Pyke con su padre Balon Greyjoy, lord de Iron Islands.

Theon acepto el exilio y se vio complacido de que no le cortará la cabeza a pesar de haberlo encontrado cometiendo un crimen, Robb desde luego flaqueó al no poder blandir la espada ante el que había considerado su hermano por tanto tiempo, desde entonces Lyra Payne, lo veía a él con resentimiento sumado a la vergüenza que sentía por haber intimado con la dama de compañía de su esposa, la relación que llevaba con Lyra Payne se volvió totalmente condescendiente.

Le saludaba en caso necesario y cuando el maestre Cailin le informo que la chica estaba preñada, él ordenó que le dieran su propia tienda y se le cuidase por otras doncellas.

Eso solo había avivado los rumores entre sus hombres de que él mantenía una relación con la dama de compañía de su esposa y que está además le daría un bastardo.

Robb jamás había querido tener un bastardo, vio como su hermano había sido maltratado y menospreciado por todos lo que se creían con derecho de señalarle su bastardía.

Después estaba el hecho de Lyra le había confesado que había sido abusada por Theon Greyjoy repetidas veces, por lo que con tristeza  aquel niño probablemente no era suyo, pero igual lo reconocería, tan solo necesitaba que su dulce ciervo también lo reconociera como suyo y aquel niño o niña sería un Stark y Robb se convencía aún más de que Lyanna sería una gran madre y volvería a ser su Lyanna, la de siempre y a la que amaba.

—Puedes decirme ¿Lo sabes? Cuéntamelo, soy tu esposa. —le dijo comprensiva y por un momento Robb vio en ella vestigios de su personalidad.

Se sentó en el catre y tomo la mano de su esposa entre las suyas.

—Lyra está embarazada. —le contó Robb con tiento y la sonrisa de la chica de oreja a oreja lo libero un poco.

—Es una bendición de los Siete. ¡Ya me lo imagino con tus rizos marrones y los bellos ojos avellanas de ella! Ese niño será hermoso. —le sorprendió que estuviera al tanto de todo y que además lo tomara tan bien. —¡Estoy tan feliz!

Lyanna lo abrazo y por un momento recordó el olor de su amado ciervo, fresas.

—Lyanna, quiero que reconozcas a ese niño como tuyo. —le susurró Robb y ella se apartó de golpe.

—¿No sería mejor llamar a un septón? —le cuestionó y Robb no pudo estar más confundido por la pregunta de su esposa.

—¿Un septón? ¿Para que? —continuo Robb.

—Un septón para que pidas la nulidad matrimonial, ¡Deberías casarte con Lyra Payne! Ella me dijo que están muy enamorados y yo digo ¡Qué viva el amor! ¡Jamás me opondría! —Robb no pudo evitar hacer la mueca de horror más marcada que tenía ante las palabras que esposa le daba ¿Lyra Payne le había dicho eso? —¿Dije algo malo?

De pronto las palabras que Theon Greyjoy le había dicho cuando lo encerraron por abusar de Lyra tenían mucho sentido.

“Confías demasiado en esa puta, tendrías que revisar lo que escribe cada noche bajo la protección de la tienda de tu esposa y alejarla de tu dulce ciervo, porque te aseguró que la locura está en un frasco.”

¿La locura está en un frasco? ¿A qué se refería con eso? Robb le dio un beso en la frente a Lyanna y está sonrió aún más.

—No has dicho nada, te prometo que volverás a ser tú misma, te lo prometo. —le susurró y salió hacia la tienda del maestre Cailin.

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