▶Lyanna Baratheon, hija de Robert y Cersei Lannister, hermana mayor del príncipe Joffrey, es separada de su familia por órdenes de su padre, el Rey.
Robert desea que su hija sea casada con el primogénito de su mejor amigo y compañero de guerra Eddar...
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—Gracias por recibirme, majestad. Le traigo regalos a usted y a su esposa. —se presentó el pelinegro tan pronto estuvo dentro del castillo de Aguasdulces.
—No era necesario que viniera hasta Aguasdulces, íbamos a encontrarnos en las Gemelas, cuando fuera a rendir mis disculpas y respetos a Lord Walder Frey, Lord Bolton. —dijo Robb fingiendo que no lo había despertado, pero lucía desarreglado y pronto su madre y su esposa se le unieron envueltas en batas de dormir.
—Lord Bolton no esperábamos su visita aquí en Aguasdulces, pero es bueno verle aunque considero que es muy tarde, si me permite opinar. —murmuro Lady Catelyn alisando su larga trenza roja con la mano.
—¡Oh si! me disculpó por interrumpir su descanso, pero considero que esto debía tratarse con urgencia, vine tan pronto pude. —sonrió Ramsey al ver a la que llamaban dulce ciervo.
Ramsey había oído los rumores de la belleza de Lyanna Stark pero jamás creyó que eran ciertos y para su sorpresa llenaban todas sus expectativas y más, era hermosa, ahora veía porque el joven lobo había perdido la cabeza al ejecutar a su padre y recientemente a Lord Rickard Karstark.
Ni siquiera el haber tenido dos hijos le habían robado la figura. Ramsey se relamio los labios imaginando debajo de la delgada tela que la cubría unas aureolas carmesíes como pezones y la calidez entre esas finas piernas.
—Usted debe ser Lyanna Stark, el dulce ciervo del Rey en el Norte, es un placer conocerle. —Ramsey coloco una rodilla en el suelo y tomo la mano de Lyanna para besarle los nudillos a falta de un anillo.
Lyanna, que jamás había recibido tales respetos por otro Lord, apartó la mano con brusquedad provocando una sonrisa en el pelinegro, sonrisa que incómodo más a Lyanna.
—No es necesario que haga esto, Lord Bolton, por favor levántese. —susurro Lyanna colocándose a un lado de su marido.
Robb noto a Lyanna preocupada, pero se limitó a tomarla de la mano y proseguir a atender al reciente invitado.
—Bien, haré que le preparen unos aposentos en el castillo. —anunció Robb con dureza al ver como el Lord de Dreadfort no despegaba la mirada de su esposa.
Ante tal tono Ramsey se levantó y miró a Robb sin dejar de sonreír.
—No es necesario, no vengo a quedarme, solo a entregarle dos regalos que sé le pondrán feliz a usted y a su bella esposa. —dijo Ramsey haciendo que Myranda que estaba oculta entre las sombras de la oscuridad se dejará ver con un bulto en brazos que pronto empezó a llorar.
Lyanna reconoció ese llanto, tan solo lo había escuchado una vez en su vida pero le había sido suficiente para jamás olvidarlo.
Corrió hacia la mujer y prácticamente le arrabato al bebé, su bebé, su Eddard.
—¡Oh por los Siete! Te encuentras bien, estás aquí, estás aquí. —lo abrazo sintiendo el cálido aliento de su pequeño rozarle la mejilla.
Robb reaccionó y envolvió a Lyanna y a su hijo entre sus brazos mientras Lady Catelyn lloraba al presenciar la emotiva escena.
Ramsey sonrió forzadamente pues le parecía lo más patético que había visto.
—No puede irse Lord Bolton, sería una falta de respeto de nuestra parte, por favor quédese y mañana mismo será recompensado por traer a mi nieto a casa. —soltó Catelyn.
—Oh no, aún no me iré, aún no se acaban los regalos Lady Catelyn, hay uno último. —Lyanna y Robb dejaron de abrazarse y miraron hacia el extraño muchacho que estaba frente a ellos. —La cabeza del responsable.
Saco de una bolsa de tela empapada de sangre la cabeza del maestre Cailin y la lanzó a los pies del Rey y la Reina en el Norte.
Unas gotas de fresca sangre cayeron sobre la delgada tela con la que estaba vestida Lyanna.
Ramsey probó en su mente la imagen del dulce ciervo desnudo y con la inmaculada piel teñida de rojo avivando en su entrepierna el deseo.
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—El dulce ciervo te gustó así que la conservarás. —susurro Myranda acariciando el pecho desnudo de su Lord.
Ramsey la detuvo harto de los celos de la castaña.
—La conservaré porque es una Lannister, hija de la reina Cersei, nieta de la mano del Rey y hermana del Rey Joffrey si no la mantuviera con vida tendría como enemigos a los Lannister y perdería su apoyo, Lyanna Stark no morirá, no por lo pronto pero no por ello el dulce ciervo no será mia o mis bestias no jugarán con ella y si lo que te preguntas es si la deseo, la respuesta es como nunca he deseado a nadie más, es hermosa y delicada.
—No pensé que te gustara la delicadeza. —susurro la castaña mientras se posaba encima de él solo provocando rechazo en el pelinegro, quién la tomó del cabello con dureza y condujo la cara a su entrepierna.
—No me gusta, así que muévete con rapidez. —le exigió imaginado al dulce ciervo complaciendolo.
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