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—Lord Bolton. —saludó Lyanna inclinando levemente su cabeza ante el pelinegro.

Ramsey hizo lo propio y le sonrió provocandole escalofríos a Lyanna.
No le gustaba para nada Ramsey Bolton, no solo por su mirada de hielo y su sonrisa maniática, había algo muy oscuro detrás de esa aparente figura funcional que dejaba ver a todos sumado al hecho de que el maestre Cailin fuese mentiroso o no jamás había demostrado miedos ni titubeos pero al  mencionar al hijo de Roose Bolton siempre había terror en su mirada.

—Lord Bolton era mi padre, su alteza, por favor llamemé Ramsey. —susurro el joven demostrandose complacido por estar asolas con el dulce ciervo.
Partirían a las Gemelas en breve y todos se hallaban preparandose para el viaje.

Lyanna había dejado a sus pequeños bajo el cuidado de Lady Catelyn y Lyra Payne y su esposo estaba arreglando unos asuntos con los abanderados.

Iba colocar una excusa para retirarse del lugar pues estar a solas con el Lord de Dreadfort le perturbaba pero al ver sus intenciones el pelinegro hablo.

—Es un buen día para partir a las Gemelas, ¿No le parece? Aguasdulces es tan distinto al norte, aquí es cálido pero no tanto como la capital. Ahí el calor es insoportable. —opinó Ramsey colocando una mueca de disgusto que incluso a Lyanna causo una pequeña sonrisa.

Estaba de acuerdo con él, siete años en el Norte la habían vuelto inmune al frío pero impaciente ante el calor, llevaba ocho años sin ir a King’s Landing y sus recuerdos de la infancia le vinieron de golpe.

Hacía casi un año que había visto a su tío Tyrion por última vez, antes de que la guerra comenzará.

Sólo podía pensar en lo que había hecho a su tío Jaime, los recuerdos venían de golpe a veces y la culpa y el dolor por todo apenas la dejaban dormir.

Se convencía que ella jamás hubiera hecho nada a su amada familia materna si nunca hubiese sido intoxicada con Argucias por el embustero y ultrajador maestre Cailin pero de igual manera tenía que vivir con los errores, los terribles recuerdos de sus acciones y sobre todo con la decisión de apoyar a su esposo por sobre su familia, porque ahora Robb Stark y los pequeños Eddard y Robert eran su familia y tenía que protegerlos a toda costa.

—¿Dije algo que la incomodará, su alteza? —cuestiono servicial el joven Lord y Lyanna salió de sus cavilaciones para responder.

—Para nada, hace mucho que no visito la capital. ¿Usted fue recientemente? —preguntó Lyanna curiosa.

¿Por qué un hombre su estampa y en su situación visitaría King's Landing? Siendo que, como Lord de Dreadfort apoyaba al Rey en el Norte, su hermano no tardaría en localizarle y cortarle la cabeza, por lo que sabía las ejecuciones eran muy comunes gracias al gusto retorcido de su hermano Joffrey por ellas.

Jamás pensó que aquel regordete niño que su madre amamantó hasta los cinco años se convertiría en ese sádico y terrorífico Rey.

—No, la última vez que lo visite fue de niño pero uno nunca olvida el calor asfixiante de la capital. —soltó con rapidez con un atisbo de duda que Lyanna no podía dejar pasar.

Robb llegó a la estancia para informarle que el equipaje estaba dentro del carruaje y que los pequeños ya se hallaban también dentro de este junto con Lyra y Lady Catelyn, Lyanna se apresuró a despedirse de Ramsey Bolton y dirigirse hacia el carruaje.

—No se despida, su gracia, iré a un lado del carruaje montado en mi caballo por cualquier inconveniente, así que nos estaremos viendo. —declaro el pelinegro inquietando más a Lyanna que solo quería estar lejos de ese muchacho de mirada de hielo.

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