▶Lyanna Baratheon, hija de Robert y Cersei Lannister, hermana mayor del príncipe Joffrey, es separada de su familia por órdenes de su padre, el Rey.
Robert desea que su hija sea casada con el primogénito de su mejor amigo y compañero de guerra Eddar...
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—¿Cómo es tu hermano? ¡Dicen que es muy guapo! ¿Es cierto? —cuestiono Lady Sansa a la princesa Lyanna mientras está última le trenzaba el rojo cabello.
—¿A quien le importa tu tonto príncipe Joffrey? —espeto la pequeña Arya para recibir una mirada de odio de su hermana mayor.
—Niñas no se peleen. Sansa deje de ver a mi hermano desde mi octavo año, ya te lo he dicho, para mí siempre fue un bebé llorón supongo que ahora ya es todo un hombre, pero hazles caso a los juglares y en cuanto a ti Arya, a mí me importa tanto lo que te gusta a ti como a tu hermana, las quiero a ambas chicas. ¡Ahora a dormir! —escucho a las dos chicas quejarse, pero igual se recostaron cada una en su cama.
Lyanna no podía dormir, se removía inquieta en su cama, decidió levantarse e ir a tomar aire fresco al pasillo, fue cuando encontró a Robb Stark sospechosamente muy cerca de la puerta.
—¿Venías a ver a tus hermanas? Ya están durmiendo. —le informo la chica.
—Lo sé, vine a verte a ti. —Lyanna alzó la cara sorprendida para toparse con los enormes ojos azules de su prometido.
Por supuesto que no estaba exenta de lo guapo que era el heredero de Winterfell, un poco más alto que ella, con rizos medianamente peinados y una liguera barba rojiza.
Robb era el sueño de las chicas norteñas. Aunque no era su tipo o de eso se quería convencer ella.
Ahora, después de casi tres años le conocía bien, luego de usar sus encantos logró que Robb la entrenará en el uso de la espada y el cuchillo, Lyanna siempre deseó dominar aquel arte, pero en cuanto se lo informo a su madre, está le dijo que ella era una princesa y debía aprender a ser una dama no un guerrero, estaba en el norte muy lejos de King's Landing, podía darse el gusto de aprender.
Le había costado mucho trabajo, pero por fin sus esfuerzos estaban dando frutos pues ya le había dado unos cuantos golpes a Jon en cuanto a su prometido ni un rasguño, Robb era un duro rival.
—Bien, aquí me tienes ¿En qué puedo ayudarte, Robb Stark? —pregunto, pero apenas pudo finalizar la pregunta la besó con fuerza, pero esta vez ella lo deseaba.
Deseaba sus cálidos labios sobre los suyos.
Lo vio por un largo momento a los ojos.
—¡Despierta, hoy es el decimo quinto día de tu nombre Lyanna! —dijo y de pronto todo dejo de tener sentido. Despertó empapada en sudor y con Sansa y Arya sentadas en su cama.
—Chicas, esperen, estaba soñando algo. —se quejó la princesa intentando espabilarse con las mejillas sonrosadas y la piel de gallina.
—¡En serio! Parecía que tenías una pesadilla, decías el nombre nuestro hermano todo el tiempo. —se burló Arya y Sansa le regaño.
—No te preocupes Robb no sabrá que sueñas con él, ahora párate y alístate que hoy te tenemos preparadas muchas sorpresas. —le alentó la pelirroja y agradeció por tenerlas ahí con ella ahora que su tío había regresado a King's Landing a petición de su padre.
Ya habían transcurrido dos años de aquello, pero no había día que no lo extrañase, al igual que a su madre y su tío Jaime con los que intercambiaba correspondencia.
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