мy sωєєτ ∂єєr || ƒαทƒicτiσท rσвв sταrк || GOT

24

Lyanna quería dormir, los párpados le pesaban como nunca, se sentía tan cansada que estaba dispuesta a dormir ahí mismo en el suelo empapada en sangre.

A penas escuchó a Lady Catelyn cuando le pidió que se mantuviera despierta o cuando llamó a gritos a alguna doncella que trajera al maestre Luwin, todo lo sintió tan lejano, los gritos eran como murmullos.

Estaba dispuesta a descansar, Rickon no la había dejado dormir bien en mucho tiempo, tenía derecho a descansar.

Fue entonces cuando cerró los ojos y entre tantos gritos que le pedían que se mantuviera despierta, vio a un joven de cabello oscuro y ojos azules, le recordaba tanto a su padre.

Se vio en los aposentos de su madre, ella estaba ahí naciendo y antes que ella estaba su hermano, su gemelo al cual no habían alcanzado a nombrarle cuando la enfermedad se lo llevó y escuchó a su madre llorar y gritar desconsolada, a su padre golpear las paredes hasta hacerse sangrar y ahí estaba ella tan pequeña a lado de su tío Jaime siendo protegida del sufrimiento por él.

Su tío Jaime que siempre estaba a lado de su madre en las buenas y en las malas, su fiel tío Jaime más que fiel al rey y a la guardia real, fiel a su madre.

Entonces lo recordó aquel casto beso en los labios que había dejado olvidado en su subconsciente salió a flote, su madre y su tío compartiendo momentos íntimos mientras ella aún era una niñita que no llegaba al primer año de vida.

Una voz fuera de todos esos recuerdos la trajo de vuelta, quizá porque la reconoció perfectamente quizá porque lo amaba, pero era él y lo que le decía le daba fuerza para abrir los ojos a pesar del sueño incontrolable que le embargaba.

—Por favor Lyanna, despierta, por favor. He sido un estúpido, un idiota. Te amo, te amo tanto, no me importa si estuviste con Jon, debí de decírtelo desde el principio, pero he sido un maldito orgulloso, te amo, mi dulce ciervo, no me dejes, no te vayas, vuelve a mi.

Lyanna despertó sobresaltada, estaba en sus aposentos vestida con un camisón blanco y limpio sin rastro de sangre, se removió en la cama y en una silla se hallaba él, su joven lobo dormitando con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.

Todo había sido un sueño, un hermoso sueño y no pudo aguantar más las lágrimas, intento llorar en silencio para no despertarle, pero fue inútil, él abrió los ojos y en cuanto lo hizo la rodeó con sus brazos.

—Lyanna, no me dejaste, no lo hiciste. —ella se acurrucó en su pecho y él la abrazo con fuerza. —Mi dulce ciervo, no me abandonaste, no me dejaste solo.

—Robb, no te abandonaría, nunca lo haría y menos en un momento como este, ¡Tu madre Robb! ¡La hirieron! —grito Lyanna intentando levantarse de la cama.

—Mi madre está bien Lyanna, ella está más que bien, fue a King’s Landing con Ser Rodrik. —la chica no pudo ocultar su sorpresa. —Tranquila Lyanna, todo va estar bien cuando los que estén detrás de todo esto, paguen, mi dulce ciervo.

—Robb, espera ¿de cuánto me he perdido? —cuestiono confusa la joven.

—Tendrás tiempo de ponerte al tanto, solo tienes que recuperarte, concentrarte en eso, si lo haces todo estará bien. —le susurro sin dejar de acariciarle el cabello.

Lyanna sentía que era un sueño, su joven lobo la amaba de nuevo, pero todo era demasiado extraño no había convivido con Robb siete años para no saber cuándo ocultaba algo y ese era uno de esos momentos.

—Robb, dime la verdad, no intentes protegerme ¿qué ocurre?

—Lyanna por favor, tienes que recuperarte.

—¡Estoy bien Robb! Solo dime qué es lo que pasó.

—Perdimos a nuestro primer hijo. —soltó el duro y fuerte Robb Stark con lágrimas en los ojos.

Lyanna de repente deseaba nunca haber despertado.