Tu sonrisa destruye mi rutina

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Llegó el miércoles, Alex se levantó temprano con una sonrisa boba, se aseaba para ir a trabajar y se quedó varios minutos observando al hombre que consideraba el amor de su vida. Él yacía entre las blancas sabanas de su cama. Se le acercó y le empezó a dar besos en la espalda para despertarlo.

- Amor, me tengo que ir a trabajar - susurraba en el odio de su amado - Te dejé el desayuno preparado, ¿cuánto dinero necesitas? tengo 200 dólares en efectivos ¿es suficiente? - preguntó cariñosa besando al hombre que no se atrevía a moverse dormido.

- Cinco mil dólares cariño - soltó somnoliento.

- ¿Qué? ¡Te has vuelto loco, Ben! ¿de dónde voy a sacar todo ese dinero? - respondió asustada Alex, despertando por completo al hombre que saltó de la cama.

- Cariño, es para una buena causa ya sabes la educación de los niños de África - intentaba el hombre convencerla acariciando el rostro que la lo tenía tenso.

- Ben, sé que lo que haces es maravilloso, sé que amas la educación como yo pero... es demasiado dinero.

- ¿Y nuestros ahorros?

- No, Ben ese dinero es para el tratamiento.

- Podemos esperar, Alex te regresaré el dinero, ¡lo prometo!

- No, Ben ya he esperado demasiado quiero ser madre. Pero parece que a ti no te interesa ser padre - gritó decepcionada para luego salir furiosa.

La pelea con Ben dejó de muy mal humor a la profesora que no tenía intenciones de ser cortes ese día con nadie. Llevaba ocho años de relación con Ben los primeros años habían sido felices. Alex había dejado su hogar y a su familia por irse a Boston a tener un nuevo comienzo con sus dos mejores amigos y el hombre que amaba. Ambos eran docentes, pero Ben desde hace cinco años solo estaba en la ciudad por poco tiempo ya que trabajaba para una fundación altruista que enviaba a docentes a comunidades de África a enseñar.

Desde hace un tiempo Ben le pedía seguido dinero a Alex con la excusa de que la fundación necesitaba apadrinamiento porque estaba pasando por apuros económicos. Primero eran cantidades bajas pero poco a poco se iban elevando las cifras.

Llegó hecha una fiera, ninguno de sus compañeros de trabajos se atrevían a cruzarle la palabra. Sabían perfectamente como era el carácter de la profesora que llevaba siete años como docente de la facultad de Arte y Literatura.

Era una mujer brillante con excelente currículum, era una inminencia en su rama, en sus años en la universidad le habían dado grandes reconocimientos a nivel nacional e internacional. Su último merito había sido una investigación sobre análisis de redacción, lenguaje y escritura médica como barrera para la compresión de los pacientes, había ganado varios premios por el trabajo, por lo que la Facultad de Medicina la solicitó para la enseñanza de los futuros médicos.

Entró a la sala compartida de docentes, pues faltaba media hora para su primera clase, se sirvió café y se sentó junto a su única amiga en la facultad Linda Ferguson.

-¿Mal día, Vause?

- Discutí con Ben.

- Creo que tu amor se arrepintió rápido, llegó esto para ti - aseveró la también docente de literatura, dándole una rosa roja y un sobre que decía Miss Vause.

Alex incrédula tomó la rosa y el sobre lentamente, olió la rosa y una leve sonrisa se formó en su rostro, luego observó el sobre color morado y pasó la yema de sus dedos por las perfectas letras grabadas en el papel con simétrica caligrafía.

- Esta... no es la letra de Ben, Linda - musitó frunciendo el ceño.

- Averigua de que quien entonces y abre de una vez el sobre.

MISS VAUSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora