Me ha quitado el sueño

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El día pintaba genial, los pájaros cantaban una melodía armoniosa, las hojas marchitas caían sin parar, mientras Alex bajaba de su auto para entrar a la universidad. Tenía el rostro alegre, sentía que su vida estaba tomando un mejor rumbo.

Desde que inició del semestre se inquietaba todos los días al llegar a la sala de docentes, ya que misteriosamente siempre estaba una flor diferente acompañada de un sobre morado con un etéreo poema dentro.

— Buenos días — saludó educada a sus colegas.

— Buenos días, Alex el señor Caputo dijo que pasaras a su oficina en cuanto vinieras — informó amable Linda.

— ¡Ay seguro la enviara a otro eventito, o le financiara una carísima investigación sin importancia! Caputo como siempre cumpliendo los caprichitos de esta — exclamaba despectiva Miss Berlin.

Alex la fulminó con la mirada obteniendo toda la atención del resto de colegas, quienes se preparaban para el vómito verbal de su fría compañera.

— También espero que sea para otro evento de beneficencia y así investigar sobre algún asilo para meter a profesoras arcaicas que se niegan a darse cuenta que su etapa ya caducó, tal vez de una vez a Caputo, a todos nosotros y a los alumnos nos quitan la molestia de soportarla a diario — dijo categóricamente Alex, mientras los docentes reían disimuladamente.

Con una sonrisa victoriosa se disponía a salir hacia la oficina del director de la universidad cuando fue interrumpida.

— Alex, olvidas algo — exclamó Linda.

Ella solo sonrió y se encaminó hasta su cubículo de la sala, olió un lindo lirio blanco. Con un gesto de emoción en el rostro, rápidamente abrió el sobre, ansiosa por leer el poema que le había mandado su admirador ese día.

"Y debo decir que confío plenamente en la casualidad de haberte conocido. Que nunca intentaré olvidarte, y que si lo hiciera, no lo conseguiría. Que me encanta mirarte y que te hago mía con solo verte de lejos." Estefanía Mitre.

No sabía de quien se trataba, pero por absurdo que sonara estaba empezando a sentirse especial gracias a esa persona misteriosa que tenía ese sutil, pero maravilloso detalle.

— Buenos días, Caputo ¿querías verme? — expresó la docente.

— Parece que mi día no esta tan bueno como el tuyo, querida tienes un brillo especial en la mirada y esa sonrisa dulce que intentas ocultar — decía su jefe, quien le tenía gran aprecio al ser hija de una de sus mejores amigas y colega.

— ¡Tonterías, estoy como los otros días!

— Como sea, quería verte porque me informaron de la facultad de medicina que estás haciendo un excelente trabajo, ¡felicidades has domado a las fieras de la universidad!

— Gracias Caputo. Sé que no es eso lo que quieres decirme, al grano por favor — pidió seria.

— Amo tu arrogancia querida, llegaras lejos, por eso tengo un nuevo reto para ti. Necesito que te ocupes de un curso de especialización en traducción de lenguas romances, implicará que trabajes de las 8 a las 20 ¿qué dices?

Alex se quedó pensando la propuesta de Caputo por varios minutos. Sería mucho trabajo y desgaste físico someterse a tantas horas laborales, pero necesitaba dinero extra, recordó las palabras de su amigo, luchar por lo que deseaba a pesar de no contar con el apoyo de Ben. Además su economía no era la mejor tenía muchos gastos ya que su novio siempre le prestaba dinero y nunca se lo retribuía.

— Acepto, Caputo ¿cuando empiezo?

— Así me gusta querida, disfruta tus últimas dos semanas, a inicios de octubre empieza el curso.

MISS VAUSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora