Feliz navidad mi amor

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"Mi corazón es, y siempre será, tuyo" Jane Austen

El día de navidad llegó. Piper había evitado contestar llamadas y mensajes de Alex, se sentía dolida por la forma hiriente en la que le había hablado su profesora. La rubia siempre había sido fanática del romanticismo, de los mimos, de los detalles y la profesora la hizo creer era igual, pero al parecer no era así.

La joven se sentía como un cisne tratando de volar de un estanque pero que en el intento cae al fango, porque no pudo alzar vuelo. Su relación Alex la elevó tanto por lo rápido que inició, que la dejó caer del mismo modo.

Estaba sentada en una esquina de su lujosa mansión, concentrada observando la nieve caer desde una ventana, vestida con un impecable atuendo escogido por su madre, pensando en su amada profesora. La rubia pasaba triste una de las noches que más amaba del año.

— ¡Hey, Piolín! ¿por qué tan sola?

— ¡Qué bueno que viniste, Red! no hay nadie que me agrade en esta hipócrita fiesta.

— Creo que me iré pronto ¡tu madre esta insoportable! ¿puedes creer que regañó a tu padre solo por decirme que me veo hermosa?

— ¡No hagas caso! — musitó desinteresada la rubia.

— Oye, tú ¿por qué estas así? no habías invitado a tu...

— No, ella no quiere que nadie se entere ¡se avergüenza de estar con una mujer! — soltaba resentida Piper.

Mientras tanto en los vecindarios más paupérrimos de la ciudad, Alex junto a algunos miembros de su club regalaba comida y mantas a los necesitados. Lo hacía con gran sensibilidad, conversaba con las personas, se interesaba por sus vidas, por sus problemas, pues una parte de su pasado la acercaba a ese tipo de gente.

— ¿Miss Vause? ¿Qué hace usted aquí?

— Miss Nichols, lo mismo le pregunto — dijo sorprendida Alex al chocar en una calle con Nicky — creí que no vendría por... la fiesta de gala que está dando su mejor amiga — indagó con tono sarcástico.

— Oh, no, Piper insistió para que fuera pero... no es mi ambiente, prefiero gastar el poco dinero que tengo ayudando a esta gente, no comprándome un vestido carísimo solo para encajar ahí — explicó en el tono despreocupado en que le siempre hablaba la joven — ¿y usted que hace aquí? Creí que estaría con su novio, con su familia probando vinos fino — reviraba los ojos mientras hablaba.

— Créeme que tú y yo nos parecemos en muchas cosas, Nicky, esta fecha no significa nada para mí — contestó también desinteresada.

— ¡Calla, maldito Grinch! vámonos a casa, ¡vendrás a mi cena de noche buena quieras o no! Aleida nos está esperando — regañó Gloria a su amiga.

— ¡Gloria, no puedo! tengo que irle a dar de comer a Smith, está solo en casa — refutaba amargada Alex.

— Smith está demasiado obeso ya y sabe dónde está su comida, vamos y punto. ¿Nicky, vas con nosotras?

— ¡Oh, no gracias, Gloria! iré a mi casa mi familia y mi... novio me deben estar esperando.

— ¿Novio? ¡Creí que eras gay! Tienes vibra lésbica, ese olor a arcoíris — la escrutó frunciendo el ceño Gloria — pero está bien, hasta mañana, querida recuerda que traeremos los regalos a primera hora.

Obligada por su amiga, Alex accedió a pasar la navidad en la casa de Gloria y compartir la noche buena con su excéntrica familia. La morena estaba casada desde hace 10 años con Aleida quien tenía un hijo adolescente de una pasada relación, la psicóloga por su parte tenía una hija de 22 años con su ex pareja y juntas habían concebido a unos gemelos.

MISS VAUSE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora