Te amaré hasta después de esta vida

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Todavía aturdida, por las lacerantes preguntas de su suegra rebotándole en su cabeza, llegó a su hogar la profesora. Se tiró al sofá e inmediatamente su gato Smith llegó a acostarse sobre su regazo, le dedicó una sonrisa sincera y empezó a acariciar su pelaje y a contarle su día como si el animal la comprendiera.

Se quedó tratando de organizar sus ideas, volviendo a su triste realidad; donde estaba sola, con una serie de problemas, y ahora fantasmas de su pasado que Piper y su madre habían despertado ese día. Llevó su mano a sus costados, tocó sus cicatrices con las manos temblorosas, mientras cerraba los ojos y recordaba lo que le había pasado y una lágrima corrió por su rostro lentamente.

Se estaba quedando dormida abrazada a su mascota, pero se sobresaltó al escuchar el timbre sonar sin parar. Intuyó que sería alguno de sus idiotas vecinos, reclamando de nuevo porque Smith había ido a molestar a sus casas, sentenció el animal como si se tratase con un niño y fue sin ganas a abrir la puerta.

Se quedó viendo seria a las personas que estaban ahí al abrir la puerta.

— Hola, Gloria — saludó en tono neutro — ¿Bayley, qué haces tú aquí? — preguntó un poco molesta, no había hablado con su mejor amigo desde que se había ido con su novio.

— Al, querida sé que eres un ser humano despreciable, pero cuando llegas a visitar a alguien normalmente se invita a pasar a las personas — expresó Gloria.

La profesora reviró los ojos y se apartó de la puerta sin obtener respuesta a su pregunta, por parte de Bayley que entró con el rostro bajo. Se sentaron en el único mueble que tenía la profesora en su casa.

— Para que no te quejes más, bruja, desde ya te digo que no tengo nada de tomar, ni de comer que ofrecerles, apenas he estado un par de horas en casa últimamente — Alex aún no le contaba a nadie que tenía problemas económicos a causa de su exnovio.

— ¡Dime algo que no sepa, querida! sé perfectamente que últimamente solo la pasas con entrepierna lubricada por culpa de pequeña Chapman — dijo con ironía Gloria, dejando a la profesora con el rostro rojo de la vergüenza.

— Al, mis padres te mandaron de regalo de navidad algunos muebles, están abajo ¿puedes llamar para que los suban? — preguntó apenado Bayley sin mirar a su amiga que estaba sentada en el suelo frente a ellos.

Los padres de Bayley tenían un negocio de carpintería y apreciaban mucho a Alex, ya que siempre la vieron como la esposa perfecta para su hijo.

— Me abandonas llevándote todo lo que había en la casa, por ir tras el imbécil de tu novio ¿y ahora regresas queriendo conquistarme con muebles, Bayley? — preguntó dolida.

— Al, yo... estoy arrepentido...

— ¡Cállense los dos! actúen de acuerdo a su edad, cada quien cuida sus intereses, Bayley, tu tenías que estar donde esta tu novio, él te da placer — exponía sincera la morena — Al, vele el lado positivo ahora vives sola y puedes traer a tijeretear a su rubiecita cuando quieras, ahora que ya tienes la autoridad de papá Chapman — decía relajada Gloria observando a sus dos amigos — ahora a lo que vinimos, Al, ve a cambiarte que esta noche vamos de rumba. La idiota de Red se lo perderá se fue a Inglaterra "disque a visitar a su mamá" que hasta donde se vive en Rusia — dijo maliciosa la morena, haciendo teorías del viaje de su amiga.

Luego de media hora tratando de convencer a Alex de salir, de lograr que hiciera las paces con su mejor amigo, se arregló y partieron hacia un club. Dieron un espectáculo en la entrada agarrando a la profesora que se negaba a entrar, al darse cuenta que se trataba de un bar gay.

La profesora ya había visitado lugares gay en compañía de su mejor amigo con su pareja y ella con Ben, pero esta vez era diferente. Sus amigos le dijeron que esa noche seria su bautizo lésbico.

MISS VAUSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora