ACCIDENTES IV

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Steve comenzó a recoger la ropa y toallas mojadas, que habían quedado por toda la habitación. Fue en busca de unas pastillas, un poco de agua y un trapo húmedo para luego regresar a la habitación para atender a su chica que permanecía recostada en su habitación. Por un momento olvidó que el enfermo era él.

-Cariño, debes tomar esto, anda, ¿si? -Se sentó junto a la rusa, quien le daba la espalda y parecía dormida.

La espía se levantó, apoyándose con sus codos con pereza y obedeció sin rechistar, evitando la mirada del chico a toda costa. Ambos estaban ante un silencio ensordecedor. El cap tomó el pañito húmedo y se lo colocó en la frente, quién había regresado a su posición anterior, dándole la espala nuevamente.

-Se merecía su indiferencia, su desprecio y todo lo que viniera - Pensó el rubio.

Al parecer la fiebre ya estaba bajando. Eso tranquilizó mucho al capitán. Eran exactamente las 11pm por lo que decidió salir de la habitación para dejarla descansar, comería algo para luego recostarse en el sofá de la sala. Estaba listo para levantarse del colchón cuando una voz ronca, pero dulce lo sacó de sus pensamientos.

-Steve, espera... quédate un momento, ¿si? Por favor... No quiero estar sola. -Susurró Nat casi en suplica con la voz a punto de quebrarse para después girar en su dirección.

La pelirroja nunca se había sentido así de cuidada y atendida, nunca, nadie se había preocupado tanto por ella, ni la habían tratado con tanta ternura como Steve. Las personas usualmente la usaban y la desechaban una vez que ya no les era más útil, eran crueles y frías con ella. Natasha creció creyendo que no tenía un lugar en el mundo, hasta que conoció a Clint y previamente a Rogers, quienes se encargaron de hacerla ver el mundo totalmente diferente.

Este soldado de pacotilla, la hacía ser una mejor persona, más honesta, más humana. De ahí que siempre se encontrara a la defensiva sin mostrar sus emociones, pero con él, era diferente. Con Rogers no podía evitar reír, sonrojarse, sentir cosquilleos en su estómago, su mirada profunda la dejaba muda en ocasiones, su tacto hacía que una corriente eléctrica le bajara por toda la espina dorsal, que la piel se le erizase, no tenía una explicación lógica para todo esto, pero le gustaba, y se permitiría sentir y disfrutar de la sensación, solo un poco, por lo menos esta noche dejaría de ser la espía ruda y letal para ser solo Natasha...

Steve titubeó un poco, pero no pudo decir que no, todo su ser deseaba estrecharla en sus brazos y permitirse amarla, porque más que un deseo erótico o atracción física, era algo más, de eso estaba completamente seguro. ¿Amor? no sabía exactamente, pero de lo que si estaba convencido era de querer averiguarlo.

Y sin más que pensar cayó rendido ante esos ojos verdes esmeralda que lo miraban con ternura y suplica. Steve se recostó detrás de ella, pasando su brazo por debajo del cuello de la chica, para que esta se recostara sobre el. Con su brazo libre la jaló por la cintura para estrecharla un poco, pegando la espalda de ella a su pecho fornido, atrapándola con sus brazos, para no dejarla escapar nunca más. Su piel aún se sentía cálida, pero sin duda la fiebre ya había bajado.

El soldado se armó de valor y hundió su cabeza en el cuello de la rusa, aspirando el aroma que desprendía su cabello a chocolate blanco. Ese aroma que enloquecía sus sentidos, solo pudo estrecharla más a su pecho, volviéndose uno. Nat soltó un suspiro ahogado, llevando su pequeña mano sobre la de él, la cual descansaba en su abdomen, para así entrelazar sus dedos y subirlas juntas hasta sus pechos y abrazarse con ellas.

-No me sueltes, Steve. -Dijo en un susurro melancólico, suspirando pesadamente.

-Jamás lo haría Nat, lo juro. Cuando lo necesites, siempre estaré para ti, nunca lo dudes. -Le susurró el rubio muy cerca de su oído, depositando un suave y cálido beso en la mejilla de su linda pelirroja.

🌸LOVE YOU 3000🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora