TE ENCONTRÉ III

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-Te extraño tanto... -Steve explotó en un gritó ahogado que se quedó atrapado en su garganta, para después tirar del gatillo y caer ensordecido sobre el cojín a su lado, sintiendo como la humedad de su cabeza escurría por su frente y mejillas hasta robarla el ultimo atisbo de luz de sus ojos.

Aquella terrible y dolorosa sensación que se estancó en su estómago y en su cabeza lo hizo sentarse de golpe sobre la cama totalmente desorientado y aterrado, sentía su ritmo cardíaco acelerado y su respiración ansiosa restarle aire. Rogers subió sus manos hasta su cabeza, tocando y palpando su piel en busca de un orificio o restos de sangre por la bala que sintió atravesar su craneo, pero no había nada, todo había sido una pesadillas más, pero el sonido del arma reventar sus cesos aún se reproducía dentro de su cabeza y los ojos color esmeralda llenos de decepción y odio de Nat los podía sentir aún sobre él.

Steve arrugó el ceño mientras sus ojos comenzaban a arder por las lágrimas de impotencia y tristeza que lo inundaron. La noche comenzaba a caer, pero aún se podía ver algunos rayos de claridad entrar por las ventanas. El rubio se vio a si mimo portando unos boxers limpios, ni siquiera recordaba como había llegado hasta ahí, nada estaba claro en su mente. Así que después de permitirse derramar alguna lágrimas que construyeron un gran nudo en su garganta se puso de pie para tambalearse hasta el baño de junto.

Steve encendió la luz del baño, sumergido en la soledad y silencio de aquella choza, caminó sintiéndose aún más miserable que antes hasta el excusado y ahí la encontró. El arma de su sueño estaba tal cuál la había visto hace poco, el mismo la había escondido ahí a su llegada a aquel lugar hace meses.

-¿Seria una señal? -Steve susurró dolido con los ojos húmedos y rojos.

Bajó la cabeza y revisó la carga, el cartucho estaba intacto y aún poseía la pequeña marca de su dueña en el mango.

-Widow... -Steve soltó en un hilo de voz mientras se permitía recorrer su pulgar por el contorno de cada letra.

Rogers suspiró abatido, levantó el arma con su mano y repitió cada uno de los movimientos de su sueño hasta que la boquilla de aquella pistola presionó su sien. Steve cerró sus ojos y retiró el seguro con sumó cuidado, preguntándose cuándo tiempo se demorarían en encontrar su cuerpo. La posibilidad de que jamás lo encontrarán era una opción también y eso lo hizó sentir alivio porque lo merecía. Merecía que nadie jamás volviese a nombrarlo heroe, porque si de algo estaba seguro era que no lo era, jamás lo había sido y ahora lo sabia.

-Anda hazlo... -Se dijo así mismo mientras su dedo índice un tanto tembloroso se deslizaba sobre el gatillo y esperaba la orden.

Steve dejó salir su última corriente de aliento entre sus labios y dejó sus dedo deslizarse finalmente, sintiéndo a los pocos segundos antes de presionar como su muñeca se doblaba hasta hacerlo gritar de dolor, abrir sus ojos y soltar el arma que sostenía su mano...

-Maldita sea... ¿A caso estás demente, Rogers? ¿Qué demonios se suponía que estabas haciendo? -Aquella voz sensual, dulce, pero ahora furiosa lo golpeó a su izquierda, causando que él girara abruptamente descolocado y la encontrara parada justo frente a él con ese semblante roto, triste y asustado que tanto odiaba ver en ella.

Natasha colocó nuevamente el seguro del arma y la apartó de ambos para tomar sus mejillas entre sus manos y obligarlo a mirarla. Steve simplemente la miró en silencio completamente herido y con el rostro empapado en lágrimas.

-Respondeme... ¿Qué se supone que hacías? ¡Dime! -Natasha gritó colérica mientras apretaba sus mejillas y sentía su voz quebrarse en cada palabra mientras sus ojos reventababan en un llanto silenció, pero doloroso.

🌸LOVE YOU 3000🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora