El último vestido que se había probado era uno rojo de strapless. Pero fue tanta su molestia que la cremallera de la prenda se le atoró al subirlo de golpe, por lo que tuvo que salir del probador enfadada a pedirle a tonto americano que le ayudara.
-Steve ¿podrías ayudarme con esto? -Le dijo molesta, girándose hacía él, dandole la espalda sin esperar a que respondiera.
-¿Qué? ¿yo? -Preguntó el rubio abriendo los ojos con sorpresa, mirando de derecha a izquierda como si alguien lo estuviese mirando.
-¿Acaso hay otro Steve Rogers aquí? -Natasha gruñó fastidiada.
-Nat, si prefieres voy a buscar a alguien por ayuda.
-Rogers no seas ridículo solo ayúdame a desatorarlo. -Exigió de nuevo, apartando su rojizo cabello de su espalda y sosteniéndolo a un costado de su blanco y largo cuello lleno de lunares.
Steve se levantó de su cómodo sofá para ponerse de pie tras ella con nerviosismo, llevando sus dedos hasta la espalda de Nat para tratar de bajar la cremallera a la primera, pero en verdad estaba atorado, el cierre había conseguido morder la tela. Steve ejerció un poco más de fuerza, pero no tanta para evitar romper el vestido, dando un fuerte jalón que consiguió que éste comenzara a bajar finalmente.
El rubio tomo aire sosteniéndolo en sus pulmones, sintiendo como el pulso se le aceleraba enloquecido y su corazón latía tan fuerte que temía que su compañera pudiese escucharlo. Nunca había estado así de cerca de una chica tan hermosa como Natasha. El Cap parpadeó sus ojos para enfocar su mirada y comenzar a bajar por completo la cremallera, rozando sus dedos sobre la espalda desnuda de la rusa, sintiendo como un escalofrío le recorría por toda la espalda, haciendo que sus manos temblaran un poco al tacto de su piel algo fría, pero a pesar de ello se sentía tersa y cremosa, lucía perfecta, como si de fuese una frágil y valiosa muñeca de porcelana.
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Steve sintió el tiempo detenerse frente a él, consiguiendo ver algunas pecas color chocolate sobre toda su espalda, las cuales lo guiaron descaradamente por un camino peligroso que descendía por toda su espina dorsal hasta el inicio de una línea de encaje blanco que rodeaba su cadera, era su ropa interior. El Cap tragó grueso, evitando mirar a toda costa, pero le era imposible privarse de ese pequeño placer personal. Rogers tomó aire, sintiendo de repente la necesidad de contar cada una de sus pecas y acariciar las con las yemas de sus dedos. Sin embargo, intentó con todas sus fuerzas apartar sus ojos y no cometer una locura. Él era un caballero, jamás se aprovecharía de una chica de esa manera.
Pero como siempre... Una imagen cruzó por su mente, desconectándolo del mundo, se vió en un instante a sí mismo, despojando a la rusa de aquel vestido tan ceñido mientras besaba todo su cuello y la atrapaba entre sus brazos, bajando y besando cada centímetro de su piel desnuda. La simple escena de tomar a la pelirroja, hizo que la sangre le hirviera, era cierto que apreciaba a su mucho a Natasha, pero jamás la había visto de esa manera... Al menos hasta ahora.
