Natasha llevaba horas recostada de lado, muy cerca de Steve, pero lo suficientemente lejos como para no molestarlo, observando como su pecho desnudo subía y bajaba al ritmo pausado de su respiración bajo la manta, de como arrugaba la frente entre suspiros largos que le provocaban una inmensa ternura. Si no hubiese estado tan borracho habría pensado que lucía como un niño adorable e inocente.
-No sabes cuanto te extrañé. -Nat susurró mientras subía su mano para acariciar su mentón y sentir los vellitos de su barba que comenzaban a crecer.
-Natasha... -Steve susurró entre sueños mientras contraía su rostro, tal y como si justo ahora estuviese teniendo un mal sueño y lo confirmó cuando de sus ojos cerrados escurrieron un par de lágrimas que le partieron el corazón.
-Calma soldado... Estoy aquí. -Nat se sentó en la cama y se escurrió hasta estar junto a él para poder bajar a su mejilla y besar por encima de las gotitas saladas que escurrían en su rostro para secarlas.
-Nat... -Volvió a susurrar en un tono un poco más afligido.
Natasha lo sintió moverse inquieto hasta que giró de golpe para quedar de lado contra sus piernas y en un sólo movimiento abrazarse a su cintura cómo si se tratara de una almohada más de la cama.
-Trata de descansar, Steve. -Nat sonrió divertida para después de a poco sentir como se iba montando sobre ella para acomodarse entre sus piernas, recostar su cabeza en su regazo y rodear con sus brazos su cuerpo para abrazarse a su cintura, impidiendole que pudiese recostarse de nuevo ya que la atrapó sentada contra el respaldo de la cama. La pelirroja sólo pudo abrir un poco más sus piernas para que su torso entrara bien entre ellas y luego bajar sus brazos a su espalda para rascar los lunares sobre su piel y jugar con los mechones enredados de su pelo revuelto, acarició sus mejillas y peinó nuevamente su cabello con sus dedos, sintiendo su pecho subir y bajar sobre su regazo con bastante tranquilidad.
Las horas continuaron pasando y con ellas llegó la mañana. Nat sabía que Steve estaría de pésimo humor, estaría molesto con ella y en cuanto la viera querría irse cuanto antes de ahí, así que pensó en un plan que al menos lo detendría unas horas más en su apartamento, asi que en cuanto la luz se coló por su ventana, salió de la prisión de sus brazos y lo dejó recostado boca abajo sobre su cama.
Nat tomó toda su ropa y pertenencias y las escondió en un lugar donde Steve jamás las buscaría. Regresó a la cocina, recogió su cabello en un moño algo y se dispuso a preparar algo fuerte para que el bobo en su habitación pudiese comer algo.
Natasha apagó la cafetera y se sirvio una taza minetras se sentaba en la isla de la cocina a esperar, pensando en que si no despertaba pronto tendría que ir ella misma a hacerlo. Pero para su buena suerte eso no fue necesario ya que a los pocos minutos un gran golpe se escuchó en su habitación.
Natasha le dió un último sorbo a su café, se puso de pie en completa tranquilidad y caminó descalza a pasos suaves y silenciosos hasta llegar a la puerta de su habitación, encontrándose con un Steve desnudo, tenido sobre la alfombra de su piso mientras que con una mano se apretaba la cabeza con la otra intentaba apoyarse para ponerse de pie. La pelirroja tomó aire y continuó sus pasos hasta detenerse cuando estuvo lo suficientemente cerca de él para que notara su presencia.
-Sharon, ¿qué demonios me hiciste ahora? -Rogers gruñó furioso mientras apretaba los ojos al sentir la fuerte migraña que puzo sus sienes.
Nat simplemente se quedó callada y dio un paso más frente a él para que levantara el mentón y la mirase.
-No piensas hablar, creí que no había quien te parara la boca. -Steve volvió a gruñir molesto, abriendo finalmente sus ojos para que éstos se adaptaran a la claridad de la mañana mientras parpadeaba una y otra vez para enfocar sus ojos en su realidad.