Steve
Me encontraba profundamente dormido cuando sentí una leve presión en mi pecho seguido de uno sensación cálida y húmeda en la comisura de mis labios. Abrí los ojos y sobre mí se encontraba nada más y nada menos que Natasha con su sexy pijama de algodón. Estaba usando unos shorts cortos y una fina playera de mangas largas que daba entrada a sus voluptuosos pechos blancos, a simple vista se notaba que no traía sujetador. Sus pezones resaltaban por debajo de su prenda.
Estaba petrificado ante tal acción, no podía moverme, ni gesticular palabra alguna, sentí como ágilmente la chica comenzaba a bajar mis pants dejándome únicamente en boxers sobre la cama. Se posicionó entre mi brazo izquierdo, subiendo su pierna sobre la mía apoyando una de sus manos en mis pectorales desnudos, ni siquiera supe en que momento quedé únicamente en ropa interior.
La pelirroja me tomó de las mejillas y acercó peligrosamente sus carnosos labios a los míos, susurrando algo que apenas pude entender.
-Te deseo tanto Rogers, y no esperaré una noche más para hacerte mío.
-Esas palabras me tomaron por sorpresa, Natasha me deseaba... ¡No podía creerlo! ¿Será qué está enamorada de mí? ¿Será que al menos le gusto, como ella me gusta a mí? No sé, pero pienso averiguarlo esta misma noche.
Natasha posicionó su mano sobre un lado de mi cuello y comenzó a besarlo ansiosamente, dejando mordidas y chupetones en él. Yo solo podía gemir de placer, no podía moverme, ni responder, únicamente posicioné mi mano sobre su cadera y trate de meterla bajo su playera sin mucho éxito. Comencé a sentir una corriente eléctrica bajar por toda mi espina dorsal y estremecer mi piel.
Sus besos comenzaron a bajar de mi cuello a mis hombros, recorriendo toda mi clavícula, y músculos, mientras que su delicada mano bajaba por mi abdomen hasta llegar a mi pelvis. Comencé a sentir mi sangre hervir y bajar directamente hasta mi entre pierna y me estremecí cuando Natasha posó su mano en mi dura erección y la apretó como si su vida dependiera de ello. Solo pude soltar un gruñido ahogado de placer.
- Na, Nat... -Logré decir su nombre en un gemido apenas audible...
No pude resistir más a los instintos desatados por las caricias de Nat hasta que finalmente deje salir un suspiro de aire contenido, liberando al fin el deseo y excitación que esta chica me estaba provocando. Sentí como mi erección crecía en la mano de ella, poniéndose cada vez más dura y gruesa. Nat no dejaba de besar mi cuello y acariciar mi miembro, tallando su mano hacía arriba y hacía abajo, estrujando mi hombría entre sus manos, sentía que algo iba explotar bajo mi ropa interior.
No podía creer todo lo que estaba haciendo, me miró fijamente a los ojos depositando pequeños y cortos besos en mis labios, sin permitirme corresponder ninguno. Bajó su mirada a mi entrepierna y comenzó a bajarme los calzoncillos, lento y tortuosamente. Cuando terminó su tarea vi como su expresión cambiaba a una de deseo, mordiéndose ligeramente el labio inferior y regalándome una sonrisa coqueta. Deleitó su vista un poco, levantando una pierna para cruzarla sobre la mía y posicionarse sobre mi dura erección. En seguida coloqué mis manos sobre su cintura y comenzó un vaivén de caderas, rozando su parte más íntima aún con ropa sobre mi pene erecto desnudo.
Solo podía soltar gruñidos roncos de placer ¿qué me estaba haciendo esta chica? estaba destrozando mi cordura por completo, apoyó sus manos sobre mi pelvis y comenzó a danzar y rozar nuestras partes más rápido y fuerte encima de mí. Sentía que algo en mi interior se fundiría en fuego ardiente, mi cuerpo temblaba, mi corazón iba a mil por hora reventando contra mi tórax.
La pelirroja se detuvo repentinamente, colocando sus manos sobre el borde de su playera. Ésta comenzó a subirla lento y sensualmente hasta deshacerse de ella y terminar en algún lado de la habitación. Sus pechos eran perfectos solo deseaba meter esos dulces pezones rosados a mi boca y mordisquearlos.