¿QUIÉN ES? III

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-Nat, tú eres esas chica... -El Soldado se mojó los labios y repitió para asegurarse de que ella lo hubiese escuchado.

-¿De qué hablas, Rogers? -Nat se cruzó de brazos y se hizo la desentendida.

-¿Qué? Pues de... Lo que tú, de la pregunta, de lo que, allá en la ducha, tú... -Comenzó a tartamudear, sintiéndose un completo estúpido.

-Tome una camiseta de tu armario, espero que no te importe. -Ella elevó una ceja y cambió el tema repentinamente, causando que su atención ahora se centrara en su vestimenta.

-¿Qué? S... Si... Si... Ya pude notarlo, no hay problema... -Rogers pasó saliva, evitó mirarla bajando la cabeza y sintió que era todo.

-Steve... -Susurró en un niño de voz.

-Gracias... -Carraspeó el rubio al sentir el incomodo silenció que se formó en la habitación.

Rogers evitó mirarla y le dió la espalda para hacerse el tonto con el tubito de ungüento que ella le había dejado en el buró. Esperando a que se marchara para que pudiese echarse sobre su cama y poder lamentarse por lo idiota que había sido desde el momento en el que aceptó escuchar las sugerencias de los chicos. Si, no había sido la mejor de sus decisiones, pero al menos había corrido el riesgo de hacer algo diferente... Ahora seguramente había perdido a la chica como amiga y como compañera de batallas... Ahora si que tendría que ir con Sharon por ese café y fingir que no era un inútil, bueno para nada, zoquete idiota.

-¿Ya terminaste de lamentarte? -La voz de la pelirroja se escuchó nuevamente en la habitación, obligándolo a levantar el rostró y mirar en dirección a la puerta, ahí seguía de pie bajo el umbral de la entrada, con esa prenda que l a hacía ver malditamente sexy y mostraba más de lo que podía imaginar.

-Yo, sólo leía las indicaciones del ungüento... -Steve le respondió con la poca dignidad que le quedaba, bajando sus ojos azules y tristes nuevamente sobre el tubito.

-Ya veo... Dámelo... -Natasha cerró la puerta, puso el pestillo y a pasos pequeños y delicados se encaminó hasta donde el estaba.

-Yo puedo hacerlo, Nat, sólo ve hacer tus cosas... -Sus palabras la hicieron sonreír, nuevamente se estaba comportando como un tonto infantil.

-Mírame... -Le susurró, tomando su antebrazo con cuidado para obligarlo a mirarla y enfrentarla.

-Nat... Solo quiero ir a la cama...-Arrugó el ceño y desvió sus ojos a cualquier otro punto en el que no viera a la atractiva pelirroja enfundada en su camiseta.

-Creo que no entendí muy bien lo que dijiste hace un momento, ¿te gustaría explicarme? -Se mordió el labio para evitar reír al ver su cara de bobo palidecer.

-Yo... No era nada importante... -Sintió su pulso acelerarse al tenenla tan cerca con él aún en toalla.

-¿Seguro? -Preguntó, elevando su mano para acariciar su mejilla, percibiendo que su cuerpo fornido esta temblando.

Steve asintió con la cabeza totalmente hechizado por sus ojos preciosos para después parpadear un par de veces y recibir un suave y casto besos sobre sus labios cerrados. Natasha se vió abligada a sí misma a pararse de puntitas sobre sus pies, tomar sus mejillas con ambas manos y hacerlo bajar un poco hasta ella para alcanzar su boca y reclamar esos labios seductores e inexpertos como suyos.

La pelirroja movió sus labios lentamente sobre los de Steve, invitándolo a probar de aquél manjar tan prohibido, por lo que fue cuestión de tiempo para que él imitará su danza, abriera su boca lentamente y comenzara a corresponder su pequeño y tierno beso, subiendo su mano hasta la cintura de Nat para acercarla a él, sentía que había estado demasiado lejos de ella...

🌸LOVE YOU 3000🌸Donde viven las historias. Descúbrelo ahora