-Nat, ¿Q, qué dices? - Dijo el chico confundido y comenzándose a preocuparse.
-Escuché lo que dijo Tony. -Nat hijo una pausa.
-Así que por eso tanta amabilidad de tu parte... Por eso fingiste ser tan caballeroso... ¿Y la rosa fue parte de tu misión también?...-Dijo la rusa sonriendo sarcásticamente. El rubio pudo notar que algo cambió en su mirada, parecía decepcionada, estaba mal interpretando todo.
-¿Por eso me acompañaste por el vestido, y te ofreciste a traerme hasta aquí? ¿Para cumplir tu misión? ¿Y dime que más te pidieron hacer? -Dijo ahora en tono serio y frío. Steve comenzó a asustarse...
-Nat, en serio, estas mal interpretando las cosas.
-¿Así? No, yo no lo creo y sabes que, me siento algo cansada. Discúlpame con los chicos, me voy a casa. -Agregó, levantando un poco su vestido para apresurar su paso sobre el pasto, pasando justo junto a Steve para dirigirse a la salida. Ahora si se notaba enfadada, triste, era difícil descifrar su emoción.
-¡Demonios! -Pensó el soldado, pasándose ambas manos por el cabello con frustración.
-No puedo dejar que se vaya así. ¡Los chicos me matarán! -Rogers vio a la rusa regresar por el mismo camino que habían tomado para llegar hasta ahí así que no pensó más y corrió hasta alcanzarla.
-Nat, Natasha, espera. Tienes que escucharme, estas confundida, las cosas no fueron así, Nat por favor. -Decía un angustiado mientras caminaba tras ella sin atreverse a tocarla, ya que temía que ésta reaccionara mal contra él.
Natasha siguió su camino ignorando al chico que venía pisando sus talones. Cuando de repente sintió su tacón hundirse en el pasto y atorarse en éste, provocando que se le doblara el tobillo y callera de rodillas en el suelo. Lamentablemente, el rubio no pudo alcanzarla para sostenerla, por lo que se maldijo mil veces por eso, corriendo hasta ella para ayudarla a ponerse de pie, pero lo que vio al llegar lo hizo sentirse el peor hombre del mundo.
Nat se sostuvo con una de las palmas de su mano mientras que con la otra tallaba despacio su tobillo, tenía los ojos cristalizados, aguantándose las ganas de soltarse en llanto. Se sentía una completa idiota, tan idiota que ni siquiera sabía usar bien sus pies. Por otro lado, Steve ignoró el estado de la chica para levantarla en sus brazos y buscar un lugar seguro para revisarla. Caminó un poco hasta encontrar una banca que se encontraba cerca de donde estaban todos sus compañeros esperándolos.
El capitán sentó primero a Nat sobre la banca, para luego sentarse junto a ella. Revisó las palmas de sus manos y nada, revisó sus rodillas, apartando la tela que formaba parte de la abertura de su vestido y nada, no había raspaduras. No encontró más que restos de pasto. Sin decir absolutamente nada tomó la pierna de la rusa con suma delicadeza y la subió hasta su regazo para poder revisar el tobillo.
-¿Rogers qué crees que haces? -Dijo, queriendo evitar que la tocara, pero ya era muy tarde. Solo pudo llevar sus manos para sostenerse de la orilla de la banca y no volver a caer.