-Detente un segundo, Nat... Por favor, espera... -Steve soltó su mano a mitad del pasillo.
Podía sentir que Natasha estaba a punto de arrancarle el brazo al ir arrastrándolo tras ella. Rogers no estaba seguro si la pelirroja estaba furiosa o simplemente tenía prisa por llevarlo hasta su habitación. Pero dolía, dolía como el infierno.
-¿Qué sucede? -La rusa frunció el ceño y giró para darle la cara, encontrándose con un adolorido Capi, plantado a mitad del camino.
-Me duele, Nat... -Steve arrugó la frente, bajó la cabeza e hizo una mueca para tratar de aminorar su dolor, estaba realmente arrepentido de haber dejado que Tony se encargara de las bicicletas.
-Lo siento mucho... -Natasha se sintió como una completa idiota, conocía perfectamente bien las expresiones del rubio, así que pudo notar que esta vez hablaba muy en serio.
-Puedo continuar solo, en verdad, no quiero quitarte más tu tiempo... Seguro tienes muchas cosas importantes que hacer... -Steve sintió sus mejillas arder, así que bajó la mirada aún con la mueca de dolor en su boca para disimular. Era verdad, si no huía de Nat tendría que decirle la verdad y no estaba del todo seguro de estar listo para ser rechazado.
-No digas tonterías, Steve y en verdad lo lamento. Seré más cuidadosa, cariño. Ahora ven conmigo. -Nat extendió su mano nuevamente y esperó a que el la tomara con mucha paciencia.
Steve miró su pequeña mano frente a él con desconcierto, ¿a caso lo había llamado cariño? ¿O había escuchado mal? Quiza su dolor comenzaba a jugarle chueco... De cualquier forma estaba muerto, jamás sería sencillo deshacerse de Natasha y menos con lo terca que solía ser... Así que sin más quejas se resignó a su destino y extendió su mano en dirección a ella, permitiendo que ella entrelazar sus dedos con los suyos suavemente para llevarlo a paso más lento y pausado hasta su habitación, yendo esta vez junto a el y a su su ritmo.
-Creo que aquí está bien, muchas gracias Nat. -Rogers disimuló su vergüenza para después poner su dedo en el lector de huella de su puerta, pero en menos de lo que tardo en abrir y cerrar sus ojos Nat ya se encontraba dentro de su habitación mientras el seguía viéndola como idiota desde la entrada.
-Entra ya... -Nat le ordenó mientras se dirigía a su armario y comenzaba a buscarle ropa limpia.
-En serio Nat, no tienes que hacer esto. Estaré bien... -Steve comenzó a balbucear, avanzando con dificultad par quedar ansioso y nervioso en el centro de su habitación.
-Quítate la ropa. -Le ordenó la rusa, provocando que el poco color que aún quedaba en sus mejillas de tonto americano se esfumara.
-¿Que? No, no, no, y no. No necesito una ducha, sólo me recostaré y estaré bien... -Gruñó como niño chiquito, bajando su mirada sobre sí mismo... realmente estaba todo lleno de tierra, manchas de sangre, y olía a perro sucio. Estaba perdido...
-No lo repetiré, Steve... Quítate la ropa. -Natasha suavizó su tono de voz, se cruzó de brazos y se plantó frente a él con el rostro más serio que pudo mostrarle en ese momento.
-Dije que no... No, no, no y no.... -Rogers apretó los labios, arrugó el ceño e intentó cruzarse de brazos al igual que ella, pero un alarido de dolor fue lo que consiguió como resultado.
-¡Argh maldición! -Emitió una mueca que hizo reír a Nat para sus adentros mientras despegaba sus brazos de su torso, claramente pudo sentir una punzada de esos malditos cactus clavarse de nuevo en su pecho.
-Steve, no seas terco y déjame ver. Quítate la ropa... -Intentó ella nuevamente en un tono de voz dulce y comprensivo.
-Ya voy, ya voy... -Rogers pasó saliva, arrugó la frente y llevó sus manos hasta el borde de su camita deportiva, pero el dolor que sintió al levantar los brazos pudo más que él, ahí estaba nuevamente la punzada del maldito cactus que lo hizo chillar.