-¡Vamos anciano, muévete, más fuerte!
-¿Qué? Nat, no, no puedo, en serio. -Dijo Steve con una voz jadeante de cansancio. La rusa lo estaba haciendo sudar con cada movimiento.
-¡No me digas! ¿Acaso el gran y heroico capitán américa no puede con una simple y pequeña chica pelirroja? -Lo retó Nat en tono seductor, regalándole una sonrisa burlona para provocarlo.
-Anda, deja de quejarte y hazlo, pero esta vez usa toda tu fuerza, ¿bien?
Nat lanzó sus puños con todas sus fuerza sobre el abdomen y rostro de Steve, quien solo pudo cubrirse con sus brazos para protegerse de los golpes, sin devolver ninguno de ellos. Esto solo provoco que Natasha se enfureciera y atacara más rápido, terminando aquello con una delicada y audaz llave que estampó al soldado boca abajo sobre el duro ring de combate. Natasha yacía inmovilizándolo por detrás, sentada sobre su espalda y retorciéndoles los brazos con poca delicadeza.
-¡Auch, auch, Nat! Está bien si, lo siento... -Dijo el Cap algo adolorido. La chica era rápida, y aunque pareciera ligera y frágil, tenía una fuerza brutal.
-¿Sientes que anciano? - Dijo Nat retorciéndole más los brazos.
-Si... si... Siento tener que golpear a una chica... -Respondió esta vez el soldado, dejando escapar una sonrisa triunfante, para luego librarse del agarre de Nat, girarse sobre si, y esta vez acorralar a su compañera con su cuerpo sobre el ring.
Steve se sentó a horcajadas sobre ella, tomándole los brazos para llevarlos a ambos por encima de su cabellera roja. Una vez juntos los tomó con una mano y con la otra se apoyó del suelo para no dejar caer todo su peso sobre ella. Por otro lado, Nat solo pudo dejar escapar una risa, ante ese inesperado movimiento, no esperaba que el Cap realmente se atreviera a atacarla.
-¿Eso es todo lo que tienes, Capitán? -Dijo con voz coqueta y levantando una de sus cejas, resistiéndose a reírse de su compañero que la miraba con el ceño fruncido.
-¡Ya verás de lo que soy capaz! -Nat, solo pude abrir sus ojos de sorpresa, no se esperaba algo así del caballeroso americano.
Steve se irguió un poco, metiendo una rodilla entre las piernas de la pelirroja, llevando su brazo libre a las muñecas y tomando cada una con sus manos, estirándolas y sosteniéndolas sobre su cabeza, aún sobre el suelo.
Por la nueva posición elaborada por Steve, su rostro se acercó inevitablemente al de ella, observándola con el ceño fruncido, sin percatarse en la inapropiada posición en la que habían terminado.
-¿Qué... ahora te vas aprovechar de mi, tomándome sobre el piso como un salvaje? -Preguntó Nat mordiéndose el labio inferior para aguantarse la risa, vio cómo el rostro de su compañero cambio su color natural para cubrir sus mejillas de una rojo carmesí hasta que su ceño se aligero, percatándose de cómo se encontraba sobre ella.