-¡Mierda Amy! ¿¡Se puede saber qué haces aquí!? -pregunté, sobresaltado, después de llevarme un susto de muerte cuando la vi sentada en aquella tumba del cementerio.
No haría más de un par de horas desde nuestra charla en el desván. Y creí haber dejado bastante claro que aquella noche nadie salía de caza, y que primero necesitaba darles algunas lecciones para defenderse de los posibles peligros que encontrasen en la noche, o si en alguna ocasión, poco probable, tenían que acompañarme a patrullar las calles en busca de criaturas.
Por si no quedaba del todo claro fue una medida disuasoria para ganar tiempo y pensar cómo podía utilizar los artefactos de Noko sin involucrarlos del todo en la locura que era mi existencia, y evitando así que expusiesen su vida a riesgos innecesarios.
No está de más añadir que aquella noche, para variar, hablé con la pared.
-¡Apártate! -Soy incapaz de explicaros por qué, pero obedecí sin meditar un segundo y me arrojé a un lado aterrizando de espaldas en el suelo.
No lo voy a negar. Quizás la idea de ver de súbito a mi chica con un arco en la mano apuntándome bastante cerca de la cabeza tuviese algo interesante que ver.
Pero creo que le hubiera hecho caso de cualquier forma por alguna inexplicable razón.
Puede que esa razón se llame amor y me tenga apresado desde que nos conocimos. O puede que simplemente fuera la contundencia y seguridad de su expresión y sus palabras.
El caso es que tan solo tuve tiempo de ver como su flecha, de madera, atravesaba el corazón de un vampiro que se volvía polvo justo donde antes había estado mi espalda. Más cerca de lo que hubiera deseado.
La observé sin dar crédito y ella sonrió. Segura y orgullosa de lo que acababa de hacer.
-No podía dormir, y supuse que estarías aquí -se explicó, encogiéndose de hombros.
Nos observamos por un instante, en silencio.
Ninguno pudo reprimir la risa por un minuto más.
-Cuánto odio a esos bichos -admití sin dejar de reír, levantándome de un salto.
Se acercó y nos abrazamos.
-Lo sé -sonrió y me besó.
Y, como suele ocurrir cuando amas a alguien, deseé que aquel beso durase una eternidad.
La realidad fue que no tardó en verse interrumpido por el estacazo que le tuve que dar a otro chupasangre girando 180 grados para cogerlo de sorpresa justo cuando se me abalanzaba.
Me gusta el combate cuerpo a cuerpo, aunque sea arriesgado.
Pero odio a estos putos bichos.
No sé si me entendéis, son como los mosquitos. Simplemente existen y son odiosos.
Y contagian enfermedades, eso también.
-Wow -declamó Amy, arqueando las cejas-. Eso ha sido fantástico -concedió asintiendo con convicción.
Sonreí con cierta timidez.
-Lo de la flecha no ha estado nada mal -Me defendí.
-Ha sido alucinante, admítelo -Se burló-. Ahora lo puedo reconocer. En tiempos gané varios campeonatos de tiro tradicional.
Arqueé las cejas, no tan sorprendido por su asombrosa puntería como por otro detalle.
-Es cierto, no usas visor, tu eres de las mías.
-De las que mata, así sin más, bichos inmundos de las catacumbas suburbanas que son potencialmente peligrosos para la humanidad, ¿Cierto?
-Por algo eres mi compañera de viaje, ¿No? -sonreí.
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SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACES
Paranormal[⚠️LIBRO 2 DE LA SAGA SLADERS. SPOILERS ON⚠️] "No. No soy yo quien se equivoca. Somos lo único que os separa del abismo, y nos estáis matando. Eso es lo que usted no entiende" Creo que no me equivoco si afirmo con contundencia, que aquellas palabras...