Una nueva dimensión de la penumbra

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Una vez en el interior la penumbra era como una niebla capaz de engullirlo todo a su paso. Solo la tamizaba la luz de la luna, que se precipitaba como una cascada desde la claraboya del techo, generando un ambiente de incertidumbre entre las luces y las sombras.

Las partículas de polvo danzaban en suspensión en el aire. Se removían tan solo con las pisadas.

El aspecto era tal y como Luca había predicho. Lo que añadía un laberinto de objetos a esquivar mientras nos movíamos entre la oscuridad.

Nos habíamos dividido para tratar de encontrar los dos lugares exactos en los cuales las víctimas habían aparecido muertas. Todavía estarían acordonados por la policía, y no debería ser tarea difícil.

Nos habíamos dividido. Sabíamos que las muertes habían sucedido en lugares específicos de los pisos superiores. Así que habíamos hecho equipos. Noko y Beni registraban ambas alas del piso superior. Adamahy Kenneth se adentraba con Yaman en el tercer piso. Luca y Yax en el segundo. Y Han, Miriam y yo habíamos registrado el primero piso sin éxito y ahora nos encomendábamos a una misión bastante diferente. Mientras tanteábamos el terreno en la planta principal.

Nuestra misión era encontrar un lugar con fuertes vibraciones paranormales y hacer un ritual para tratar de contactar con el espíritu de alguno de esos dos operarios, que, de acuerdo con las alteraciones que demostraba el péndulo de cuarzo en las ondas espacio temporales de aquel edificio, debían continuar por ahí. Es común que los espíritus de las personas que han muerto de forma violenta permanezcan por un tiempo en los lugares en los que se sucedieron los últimos instantes de su vida. Es parte del trauma de una muerte violenta. Pero normalmente se resuelve a los pocos días de la muerte. Puesto que apenas hacía una semana de lo sucedido. Estábamos al límite para contactar con alguno de ellos, de ser todavía posible.

Tampoco iba a tratarse de un ritual de invocación, ya que los espíritus ya estaban allí. Sería algo similar a lo que vosotros conocéis como Ouija. Solo que con un plato de harina y un tablero en el que únicamente se podía leer sí o no.

Nuestra misión era encontrar un lugar favorable a las ondas electromagnéticas en donde el espíritu pudiera utilizar la harina para hacerse visible. Formular un hechizo para pedirle que se apareciera y nos respondiera a unas preguntas, todas de sí o no. Aunque en realidad solo teníamos un par.

Avanzábamos entre la maquinaria, en la penumbra. Miriam solo veía a través de su cámara. Nosotros tenemos visión nocturna, lo que facilita bastante las cosas cuando se trata de operaciones nocturnas.

―Todo parece en calma por aquí ―comentó Miriam, que avanzaba tranquila junto a nosotros, por el piso inferior.

Han no contestó, agitaba su péndulo de cuarzo en el aire delante de él. De forma casi obsesiva. Como guiado por otro plano de la existencia. No era la primera vez que hacía algo así. Y era especialmente diestro en el arte de la conjuración.

Luca nos había dicho que creía haber visto a uno de los hombres en el piso de abajo, nada más entrar, pero que parecía ensimismado y no articulaba palabra. Ni siquiera se había fijado en él cuando le miró. Y cuando terminásemos nuestra labor le pediríamos que bajase y lo pintase para que pudiera encontrar cuanto antes el camino hacia el Bello Oeste. Pero en ese momento Han quería hacer las cosas a su manera.

―Ese es el problema mimi ―respondí, inquieto―. Cuando todo está en calma nunca es buena señal.

Seguimos avanzando hasta que poco después Han se frenó debajo de un andamio en donde los rayos de luna apenas se filtraban. Era un lugar oscuro, arrinconado contra la pared opuesta a la puerta, y sin la cercanía de los ventanales laterales.

SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora