No tenemos diez minutos.
Esas fueron las palabas de Miriam cuando habló por teléfono con el servicio de emergencias.
Resonaban una y otra vez en mi cabeza mientras estábamos sentados en aquel pasillo.
En una situación usual, y dadas las condiciones en las que lo encontramos, Luca no habría tardado más de diez minutos en morir. La ambulancia tardó quince en llegar, y yo rasqué veinte implementando varias maniobras de emergencia paranormales que ningún médico humano conocía, y muchos ciudadanos de la comunidad mágica tampoco, pero que yo tenía bien aprendidas por la cuenta que me traía.
Después de contactar con Jane por teléfono, y todavía sin noticia alguna de la policía, ninguno de nosotros dos dijo una miserable palabra más.
Miriam era completamente atea, pero seguramente en ese momento estaba rezando todo cuanto recordaba. Y lloraba en absoluto silencio, sin dejar que el ritmo al que latía su corazón alterase su expresión.
Yo por mi parte daba vueltas de un lado para otro, intentando escuchar algo de lo que se decía pasadas aquellas paredes en el área de quirófanos de emergencia, rastreando alguna pista, por pequeña que fuera, de lo que estaba pasando con Sicilia.
En ese momento, y por estúpido que parezca lo que voy a decir, mi mente se había detenido en una idea insignificante a la que era incapaz de dejar de dar vueltas.
No hacía mucho tiempo a Luca se le había concedido un deseo, uno de esos que sí o sí habrán de cumplirse. Es lo que pasa cuando un hada te bendice antes de morir.
Siempre sobreentendí que lo había escogido a él porque necesitaba ese deseo para salir de la situación en la que se encontraba, la misma que ahora estaba por acabar de forma definitiva con su vida.
Asumí que su deseo había sido poder escapar sano y salvo de su padre. Es lo que cualquier persona en su situación hubiera pedido.
Pero acababa de quedarme claro que lo había asumido demasiado pronto y había estado muy equivocado.
¿Qué fue lo que pediste, Luca? se preguntó mi cabeza una y otra vez.
Hasta que Miriam habló.
― ¿Cómo supiste que el hombre que hablaba era su padre? ―preguntó Miriam, confusa.
Sabía que esa pregunta había de llegar.
Y ya no quedaba nada que ocultar.
―Hace algún tiempo que confié en Luca para contarle un secreto ―expliqué―. Creo que conoces su costumbre...
Asintió.
―Un secreto por un secreto.
―Así es ―corroboré.
― ¿Este era su secreto? ―preguntó, y en ese instante pude sentir cómo su corazón se hacía añicos.
Asentí.
―Tuviste que contarle un secreto muy grande para que te lo confiara...
En ese momento me observó directa con sus ojos marrones tratando de permanecer firmes entre un mar de lágrimas.
Todo lo que pude hacer fue guardar silencio.
―No entiendo nada, Elías ―admitió con sencillez.
Suspiré, porque sabía que, aunque no fuera mi secreto, era el preciso instante en el que debía decir la verdad.
―Su padre es un capo de la mafia, Miriam ―susurré―. No puedo decirte exactamente porqué, ya que lo desconozco, pero sí que sé que le ha pegado desde pequeño, y me puedo imaginar que no le hace feliz que Luca escape de ese mundo. A parte de que la relación de sus padres bueno...
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SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACES
Paranormal[⚠️LIBRO 2 DE LA SAGA SLADERS. SPOILERS ON⚠️] "No. No soy yo quien se equivoca. Somos lo único que os separa del abismo, y nos estáis matando. Eso es lo que usted no entiende" Creo que no me equivoco si afirmo con contundencia, que aquellas palabras...