Unas horas después había logrado llevar a Amy, a su madre y a su hermana a la sede de la Pax en Australia, alegando que allí estábamos menos desbordados y podrían atenderla mejor. Y derivando allí varios heridos más, sladers y humanos.
Esperamos dos horas en un pasillo en el hospital de campaña, que agrandaban con magia con forme llegaban heridos. Andábamos un poco escasos de médicos, así que, incluso en más de un momento, me dejaron a cargo de algún paciente al que apliqué las medidas básicas de soporte vital. En unas ocasiones con más éxito que en otras.
Recuerdo que era incapaz de pensar. Todo lo que se dibujaba en mi interior eran explosiones atómicas que convertían mi mundo en pedazos. Apenas lograba escuchar nada de cuanto sucedía a mi alrededor.
Para cuando regresé de la cuarta o la quinta vez en la que me alejaba de ella para atender a alguien, Pepper se levantó y me abrazó. La madre de Adamahy Kenneth estaba en estado catatónico. No hablaba, ni reaccionaba cuando le hablabas.
Yo le devolví el abrazo a Pepper. Quien mediría tres cabezas menos que yo y temblaba de pies a cabeza. Acaricié su pelo rubio y rizado. Y cuando logré calmarla la senté en una de las bancadas del pasillo, junto a su madre, que no reaccionó al vernos. Todavía con la mirada perdida.
Me agaché frente a ella y observé aquellos ojos que tanto me recordaban a los ojos de la persona que amaba.
―Sé que estás asustada ―empecé―. Pero todo pasará. Aymss no se va a morir ―aventuré, más porque era todo lo que podía pensar que porque realmente lo creyera―. Ella lo va a lograr. Y vais a seguir las tres juntas. Solucionaremos todo esto, y volveréis a tener un hogar. Y seguiréis siendo una familia. Volverás a tener amigas. Y volverás a abrazar a tu hermana. Porque es la persona más maravillosa que conozco, y no puede morir todavía, ¿Me has entendido Pepper?
Se enjugó las lágrimas y asintió. Aquel miserable gesto me trajo una certeza. El coraje era un don en aquella familia.
―Todo va a estar bien ―Me esforcé por sonreír, regalándole toda la tranquilidad de que fui capaz―. ¿Qué años tienes?
―Catorce ―balbuceó con un hilo de voz.
―Mi hermano Onan tiene quince ―sonreí―. En cuanto todo esto se arregle un poco él regresará, y seguro que seréis amigos.
Ella enarboló una pequeña sonrisa.
―Ahora necesito que hagas algo por mi ―supliqué. Formulé un hechizo localizador, que la guiaría directa hacia mi alcoba. Y le tendí la llave―. Son las llaves de mi habitación ―Me saqué de la cartera un filtro para dormir, de una composición muy suave, que yo mismo había preparado para una paciente que falleció antes de que pudiera facilitárselo―. Quiero que te tumbes en la cama y bebas esto. Sabe bien, como a vainilla. Después te notarás muy relajada y dormirás un poco. Mientras tanto yo me quedaré con tu madre, y haré que vuelva, ¿De acuerdo?
Asintió, dubitativa.
― ¿Y Aymss...?
Sonreí.
―No la dejaré por un segundo ―prometí―. Y para cuando despiertes ya tendremos alguna noticia ―Le tendí la mano para que la estrechara―, ¿Trato hecho?
Suspiró y asintió, tomando la botellita de cristal y levantándose. Yo hice lo propio.
― ¿Tu eres Eliha? ―preguntó como movida por una inesperada curiosidad que no fue capaz de resistir, justo antes de alejarse persiguiendo la luz que indicaba el localizador.
Asentí.
―El mismo ―admití.
― ¿Eres el novio de mi hermana?
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SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACES
Paranormal[⚠️LIBRO 2 DE LA SAGA SLADERS. SPOILERS ON⚠️] "No. No soy yo quien se equivoca. Somos lo único que os separa del abismo, y nos estáis matando. Eso es lo que usted no entiende" Creo que no me equivoco si afirmo con contundencia, que aquellas palabras...