Divagué.
Divagué tanto que creí que me perdería a mí mismo en el camino. Pero no conseguí que aquel pedestal se clarificase, ni estar medio cerca de leer el nombre de aquella maldita espada a la que el universo había condenado a ser mi compañera en el caso de que sobreviviera.
Me aterraba la posibilidad de marcharme a ese viaje sin conocer su nombre, porque los designios del destino son caprichosos, y buscar una voz sin nombre en el viento puede acabar siendo el mayor de los imposibles si ni siquiera sabes por dónde empezar, y tienes entre 4 y 7 días dependiendo del lugar al que el Oráculo te remita.
Había tenido amigos más mayores que yo que nunca habían vuelto.
El rito iniciático es así. O consigues reunir a tus tres almas, encontrando el arma ancestral que te busca y ha de entregarte la tercera para convertirte en un ser completo, o estás perdido, porque ningún cazador incompleto sobrevive a su 19 cumpleaños.
Así que si no conseguía descifrar aquel nombre podía darme por muerto sin siquiera haberme enfrentado a Stair, quien, con toda probabilidad, estaría aguardando esa baza con paciencia.
Mis pasos me condujeron sin darme cuenta hasta la casa de los genios, aquel lugar que llegué a sentir mi casa y que ahora era una suerte de refugio donde podía buscarme a mí mismo cada vez que el vacío me llamase. Por el mero hecho de que la práctica totalidad de las personas a las que quería todavía vivían allí.
Traté de calmarme, para evitar que mi estado de inmersión mental fuera de todo límite despertase curiosidad y preguntas, porque no quería dar más explicaciones. No sobre esto, que era algo que, bien o mal, me pertenecía solo a mí.
Pero si he de ser sincero, había un motivo más, un motivo que dese hacía tiempo era mi motor para seguir adelante y decirme que podía lograrlo.
Aunque en ese momento mi hilo de pensamiento se cortó de forma abrupta cuando un zapato de tacón salió volando por la ventana abierta del salón y caer en la piscina. Le siguieron los gritos de Miriam blasfemando en francés.
―¡Oh vamos, eso no se vale! ―Escuché después mientras la puerta de entrada, de la que tan solo me separaban unos pasos, se abrió de par en par y Miriam salió corriendo al porche para evaluar la situación y poder ubicar su zapato dentro de la piscina.
― ¡Todo se vale! ―se escuchó a Noko desde dentro―. ¡Es el baile del zapato salvaje, no hay reglas!
Las risas de Noko y Luca se escuchaban desde el salón, entre la música, a todo volumen, que parecía ser un mix entre canciones de fiesta del momento y clásicos del rock. En ese momento sonaba Renegades de X Ambassadors. Y los chicos cantaban.
No me había percatado de que era viernes por la noche, y también había pasado por alto el detalle de que Miriam estaba guapísima. Arreglada con un vestido negro ajustado, pintada como para salir, y con un zapato de tacón alto en la mano. Fue en ese momento en que ella reparó en mi presencia.
― ¡Oh menos mal que has vuelto, Elías, pon un poco de orden están todos chalados!
―Por todos entiendo Noko y Luca ―razoné, intentando contener la risa que repentinamente había relegado a otro plano mis preocupaciones.
Parte de mi respiró.
Respiró de alivio porque mis amigos habían logrado volver a aplazar el momento en que tuviera que quedarme a solas con mis demonios.
― ¿Quiénes sino? ―concluyó―. Mira lo que le han hecho a mi zapato.
Los dos rompimos a reír.
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SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACES
Paranormal[⚠️LIBRO 2 DE LA SAGA SLADERS. SPOILERS ON⚠️] "No. No soy yo quien se equivoca. Somos lo único que os separa del abismo, y nos estáis matando. Eso es lo que usted no entiende" Creo que no me equivoco si afirmo con contundencia, que aquellas palabras...