―Ellas de fiesta y nosotros aquí cogiendo polvo.
―Y emborrachándonos, no te olvides esa parte porque hoy lo necesitaba mucho ―puntualizó Noko, casi rompiendo a reír.
Estábamos en la vieja taberna del embarcadero a la que ahora podíamos entrar por ser mayores de edad.
Sentados en una mesa rústica despojada de su barniz a causa del tiempo, resguardados en un pequeño compartimento que simulaba el vagón de un tren, y cuyas vistas daban directamente al mar. La atmósfera interior era tan cálida que invitaba a dejarte caer en tu asiento y acomodarte tras el brillo ámbar de esa pinta de cerveza rubia a la entregarás tus labios para olvidar las penas.
Era la tercera jarra, y las infinitas tablas de surf, candiles y guirnaldas de luz que colgaban del techo y de los diferentes compartimentos, así como la música rock que todo lo envolvía, parecían comenzar a desdibujarse entre las confidencias y la necesidad de matar el tiempo, aun sabiendo que se nos escapaba.
El tiempo que nos quedara.
―Ha sido una semana difícil.
―Ya te digo, y tú no has cruzado medio mundo en avión con una sola pierna.
―No te quejes, acabas la semana con dos, y una biónica que casi te convierte en un superhéroe.
―Touché, aunque te noto ahí todo agresivo y aún no habéis terminado de explicarme cómo mierda llegaron a darte una paliza ―atajó Luca dando un largo sorbo a su pinta y observándonos alternativamente―. ¿Estás bien Elías?
No, estaba jodidamente en otra parte, para qué mentir.
―Estamos hablando de Noko, no desviemos la atención ―Me quejé.
― ¡Un respeto, yo podría decir lo mismo!
―Elías tiene razón, quiero saber qué mierda pasó en el instituto y a quién le tenemos que pegar ―aclaró Luca.
―A medio país, por lo menos, aunque tal y como van las cosas como ganen los conservadores y el senador Merrill sea presidente serán ellos los que nos peguen a nosotros.
―Elías nos defenderá ―declamó Luca, rompiendo a reír porque no podía hacer otra cosa.
Sonreí.
―Olvidadlo, no podré defenderme ni a mí mismo ―atajé―. Cuando se trata de humanos, poneros una miserable mano encima para causaros daño significa afrontar la pena capital.
― ¿CÓMO? ―Preguntaron al unísono sin dar crédito.
―Creí que había dejado claro esto en algún momento. Si me defiendo u os defiendo, mi gobierno me apresa y me condena a la insurreccional, esto es, a la pena capital ―expuse antes de dar un largo sorbo a la cerveza―. Y si no me defiendo y los conservadores llegan al poder me matarán ellos igual ―Me reí―. Si consigo tener un poco más de tiempo a la suerte de mi parte y me las apaño para no defenderme ni morir a manos de los paranormanazis conservadores que quieren el trono en Australia, tendré que procurar averiguar cuál es el maldito nombre de la espada que me reclama para entregarme su alma, porque si me voy al rito iniciático sin tener ni maldita idea de quién es nunca conseguiré encontrarla y moriré igualmente. Y suponiendo que siga mi racha de suerte y consiga hacerme con la espada, vencer a su espectro maligno, y regresar con vida antes de que todo esto se haya ido a la mierda tendré que enfrentarme a Stair ―rompí a reír, aún más fuerte, casi sin poder evitar que las lágrimas salieran de mis ojos, y me escurrí en el asiento―. Y ese sí que me matará ―logré balbucear entre carcajadas.
Parece mentira lo que el alcohol puede hacer con tus problemas.
Pero ahora no me interesa eso. Me interesa que en ese momento mis amigos hicieron lo que hacen los amigos.
Rompieron a reír, contagiados por mi risa y sin poder parar. Bebieron más, y más, y aquella conversación fijó su rumbo hacia irse absolutamente de madre.
―Soy gay ―confesó Noko, en un momento en que sus carcajadas se lo permitieron.
―Y yo un inútil con una pierna al que le faltan huevos para tener una conversación con la chica a la que quiere y decirle que sabe que ella siente lo mismo y que necesita intentarlo porque no quiere quedarse sentado a ver cómo encuentra a otro imbécil mucho mejor que él y el mundo termina, y al final ni siquiera tuvieron una oportunidad de intentarlo.
En ese momento los tres, como movidos por una súbita realidad, dejamos de reír.

ESTÁS LEYENDO
SLADERS (II). LA LLUVIA DE FUGACES
Paranormal[⚠️LIBRO 2 DE LA SAGA SLADERS. SPOILERS ON⚠️] "No. No soy yo quien se equivoca. Somos lo único que os separa del abismo, y nos estáis matando. Eso es lo que usted no entiende" Creo que no me equivoco si afirmo con contundencia, que aquellas palabras...