Sobreviví milagrosamente a ese fin de semana que se me hizo eterno. Es lunes, y a pesar de que me sigo sintiendo mal, y que mi día ha sido igual de solitario que el viernes, estoy un poco más calmado, más bien resignado.
En mi hora libre, vuelvo a marcarle a Donovan.
-¿Bueno? -Esta vez sí me contesta.
-¿Qué onda, Donovan?
-¡Julian! ¡Qué milagro! ¿Cómo estás?
-Pues, dos tres. ¿Crees que podamos vernos hoy para platicar?
-Hmm... Tengo ocupado a partir de las tres. ¿Puedes a las doce?
Me quedo pensando. Yo tengo clase a las dos... Pero está bien, puedo saltármela esta vez.
-Sí, claro que sí. -Digo al fin. -¿Dónde nos vemos?
-¿Te parece en las alitas de siempre?
-Va. Ahí estaré.
-Sale, nos vemos entonces.
Nos despedimos.
Salgo un poco antes de las 12 de la escuela para llegar a tiempo. Donovan tarda un poco en llegar, y cuando lo hace, llega junto con Danae, su prometida. A los dos los saludo muy gustoso.
Nos sentamos. Primero hablamos un rato de temas triviales, y ya cuando nos traen la comida comienzo a platicarles toda la historia de lo que pasó. Esta vez las lágrimas no me vencen; creo que lo estoy empezando a superar.
-¿Y tú crees que tuviste la culpa de lo que pasó? -Pregunta Donovan.
-Pues, la verdad es que así lo he creído. Ella más que nada es quien me hace sentir que en verdad yo tuve la culpa de todo. Y ya le dije muchas veces que nunca lo hice para atentar contra ella, que mi intención jamás será lastimarla. He tratado de hacérselo entender muchas veces, pero de verdad ya no sé cómo. Ya no hallo manera. Y me duele, me duele que malentienda mis acciones. De hecho, he de confesar que ese día, llegando a mi casa, estaba tan enojado que tuve que desahogarme golpeando todo en mi cuarto, que por cierto tardé mucho en recoger después. Hasta me hice marcas. -Le muestro mis puños heridos.
Donovan sonríe cálidamente, como es típico de él.
-Yo creo que ya le dijiste todo lo que tienes que decirle. Si ella no lo entiende con todas esas palabras, o con tus acciones, ya no recae en ti. Tú puedes darlo todo por la otra persona. Pero también tienes que recordar que una relación siempre es de dos personas, no sólo de una. Esto no se trata sólo de ti. Y, si la otra persona no está dispuesta a dar lo mismo que tú, lo único que te queda a ti es respetarla, y seguir amándola como es si así lo aceptas. Igual, no puedes comparar el nivel de control de emociones de Sam con el tuyo, no le exijas cambiar sólo por no entenderla.
Sonrío, asintiendo con la cabeza.
-Habla con ella. -Interviene Danae. -Y dile todo lo que le dijiste a Donovan así, tal y como se lo dijiste. Estoy segura de que ella entenderá. No te odia, Julian... Todos pasamos por momentos difíciles, eso es todo. Y no todos los manejamos de la misma manera.
-Ánimo. -Complementa Donovan, sonriendo.
Nos quedamos platicando un rato más. Después nos despedimos, de la misma manera efusiva en la que nos saludamos, con un abrazo prolongado. Salgo de ahí rumbo a mi casa, sintiéndome mucho más tranquilo. Sabía que tenía que hablar con ellos, siempre han sabido escucharme aconsejarme. Me siento animado otra vez. Por primera vez en mucho tiempo, no siento la urgencia de dejar de existir. Lo he decidido: mañana agarraré el valor para hablar con Sam.
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La Esencia de la Vida
SpiritualUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...