Y otra vez me encuentro aquí, en medio de un montón de tumulto, de bullicio, de personas exclamando cosas en el idioma de la multitud; nervioso por un lado, pero lleno de adrenalina por el otro; sin querer comenzar por uno, pero ansioso de hacerlo por el otro. Otra vez me encuentro bajo exactamente la misma sensación que el día en el que mi vida fue normal por última vez, antes de subirme al coche que me traería por destino hasta acá después de ese derrapón...
Haadok me acompañó. Decidió hacerlo, entusiasmado, porque se enteró de lo que planeaba hacer al habérselo platicado cuando me lo topé de regreso. Sus comentarios y su forma de alentarme me recuerdan mucho a Germán, sólo que, en esta ocasión, quien arriesgará el pellejo seré sólo yo, por voluntad propia. El reto consiste en una carrera de obstáculos, sin emplear ninguna otra herramienta mas que nuestro propio cuerpo y los recursos que nos vayamos encontrando en el camino. El camino será delimitado por un montón de sus guardias de seguridad, que nos cuidarán de no hacer trampa. El ganador será el primero en llegar al río de lava roja, uno de los únicos lugares que emiten luz propia de este lado. Esas fueron todas las especificaciones que se dieron.
Nos preparamos en nuestras marcas, para poder salir en cuanto se de la señal. El tumulto aumenta aún más. Volteo a ver a Joriv, por el mero impulso de analizar a mi contrincante antes de competir: se ve confiado, demasiado... Como siempre en realidad. Ni si quiera se ve que tenga la necesidad de mirar a su oponente como yo lo estoy haciendo. Su excesiva y arrogante seguridad hace dudar hasta de la propia. Pero no me dejaré intimidar por eso. Demostraré que puedo ser incluso mejor que este tipo.
El encargado de dar la señal se pone en medio de los dos. La escena me provoca inevitablemente un flashback de la carrera que hicimos en el coche de Germán, que pretendimos terminar, pero no sé si realmente pasó así. El tumulto, la persona en el centro explicándonos rápidamente las reglas de nuevo, la cuenta regresiva antes de salir... Todo...
-¡Tres! -Grita el de en medio después de explicarnos las reglas.
Mi corazón y mi respiración comienzan a acelerarse. Inevitablemente comienzan a invadirme pensamientos de miedo. Realmente me estoy metiendo a algo completamente desconocido. Y, sabiendo cómo es Joriv, puedo saber que no será nada fácil...
-¡Dos! -Continúa.
El tiempo se me pasa lento. Incontrolablemente llega a mí de nuevo el flashback de aquella escena, esta vez más intenso. Tanto, que logro revivirla como si en verdad estuviera ahí. Veo a Germán, confiado, pero ebrio; a Daniel, también algo pasado, pero muy nervioso e inseguro; y a mí mismo, dejando que las cosas pasen con sus consecuencias, sabiendo ahora cómo terminará. Quiero detenerlo, todo esto, pero me sé incapaz de hacerlo. Ya no hay vuelta atrás...
-¡Uno!
Me cacho a mí mismo divagando. ¡No! Tengo que concentrarme. Concéntrate, ¡concéntrate! Esto ya va a empezar, y debes dar lo mejor de ti. Será mejor que despejes tu mente de todos esos pensamientos y te concentres en ti, en el ahora. Cierro los ojos, tratando de enfocarme sólo en mí, en mi respiración, en mi cuerpo... El tiempo se detiene. Puedo escuchar mi corazón latir rápidamente, retumbante, generando eco, como si yo estuviera parado en el interior de mi propio cuerpo. Abro los ojos,
con expresión seria. Regreso al presente, el tiempo recupera su curso. Sé que en cualquier momento sonará la señal final; debo estar preparado. Volteo de reojo a ver a Joriv: debe ser la única vez que lo veo cambiar la posición de su cuerpo desde que estamos aquí, preparándose en posición para poder agarrar más velocidad al salir. Pero su expresión sigue inmutable. Es como si su cuerpo ya estuviera programado para actuar sin sentir miedo. Éste será un oponente difícil. Aparto mi vista de él y vuelvo a mirar hacia el frente.

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La Esencia de la Vida
SpirituálníUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...