Entonces está yendo a terapia psicológica en la escuela además de su psicóloga personal... ¿Por qué no sabía de esto? ¿Por qué nadie me lo había dicho? Ni ella, ni Daira... Ni Daniel; ese idiota me dijo que me lo diría todo, y estoy seguro de que esto sí lo sabe... Uno se termina enterando de lo que tiene que enterarse, pero de qué forma más fea me vine a enterar yo de esto.
Las tres a las que vi salir del consultorio se quedan platicando en el vacío pasillo unos minutos. Después, la psicóloga regresa a su consultorio, y más tarde Daira se despide de Sam. Ella se va a sentar a una de las mesas del patio, apartada de mí. Tal vez no me vio, o tal vez simplemente me está evadiendo, como lo ha hecho siempre últimamente... Ya hasta me cansa decirlo. No lo sé, pero quiera verme, o no, yo no dejaré esto así.
Me levanto de donde estoy y me dirijo hacia ella. Está leyendo, y parece muy inmersa; me le pongo enfrente y ni así voltea a verme, aún sin estar seguro de si es porque no quiere o porque de verdad no me ha visto. Es igual. Tras un momento de estar ahí parado, en lugar de hablarle para que note mi presencia, decido sentarme en uno de los espacios vacíos que quedan en la mesa. Me le quedo viendo, fijamente, serio. Y a pesar de que tarda un poco, eventualmente voltea a verme y me saluda, ni con disgusto ni feliz de verme; simplemente tranquila.
-Te acabo de ver con Daira, saliendo del consultorio de la psicóloga... -Le digo serio, precipitándome para llegar al punto.
-Sí... -Se queda pensando. En su rostro se dibuja una ligera expresión de desanimo.
-¿Por qué no me habías dicho que estabas yendo a terapia otra vez? -Me mantengo muy serio.
Ella hace cara de entre sarcasmo y obviedad, y mueve la cabeza negando.
-Porque no lo vi necesario.
-Ya te dije muchas veces, estoy al cien por ciento para ti, y con toda la disposición de ayudarte en lo que sea. Pero me haces muy difícil eso si no me dices qué es lo que pasa contigo.
Emite una risa sarcástica. Tarda unos segundos en responderme. Yo mientras la sigo mirando igual de serio. ¿Qué le da risa?
-Julian... -Dice al fin. -No tengo por qué estarte diciendo todo lo que hago. Ni tampoco es tu responsabilidad estar detrás de mí para saber si estoy bien o no; porque créeme, el saber que lo haces no me hace sentir mejor. -Sus palabras comienzan a dolerme. -Sí, sí estoy yendo a terapia... ¿Y eso qué? Como si en mí no fuera normal que viva con problemas psicológicos; no actúes como si te acabaras de enterar que los consultorios para trastornados mentales son lugares que frecuento casi diario.
Ahora soy yo quien tarda en responder.
-...Yo sólo quiero saber si estás bien.
-Mira, siéndote sincera, la verdad llevo sin estar del todo bien desde la preparatoria. Pero también he de decir que comparado con otros días estas últimas semanas, hoy es de los que me siento bien. -Se queda pensando un momento. -Sí... Hoy me reí mucho en clase de orgánica. En la mañana me sentía muy mal, pero después tuve clase con Daniel... Platicar con él me hizo sentirme mucho mejor. Siento que es de esas personas que son genuinamente buenas...
Mi mente se separa del ahora, estancándose en un huracán de coraje y furia, por un momento que probablemente dura apenas unos segundos, pero yo siento que se prolonga mucho más. ¿A caso me está diciendo que absolutamente todo lo que le digo con la pura intención de ayudarla es completamente intrascendente? ¿Que el estúpido silencio de la inseguridad de Daniel le sirve más de apoyo que mis palabras que salen del corazón? ¿¡Qué carajos le pasa?! ¿Y me lo viene a restregar así? Hasta parece que lo hace a propósito... "Es una persona genuinamente buena... Es una persona genuinamente buena..." ¡Al diablo con esa mierda! ¡Jamás había oído una mentira tan pendeja como esa! Nadie es genuinamente bueno... Y que él no se atreva a abrir la boca tampoco lo hace más inocente. Sí lo conociera desde kinder, como yo, sabría que no es genuinamente bueno... Qué estupidez...

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La Esencia de la Vida
EspiritualUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...