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Estamos todos sentados en la misma mesa de siempre, y hasta para mí es un milagro que yo también esté aquí, con la misma bola de idiotas con la que empecé, sólo que ahora hay odio de las dos partes. Parece ser que me ha vencido la debilidad humana que nos hace necesitar de otros, por más inútiles que demuestren ser para nuestras vidas.

Todos están hablando entre ellos de sus proyectos finales, de lo que van a hacer, las dificultades que han pasado, cómo lo van a hacer... Puras tonterías. Qué conveniencia que Sam haya dejado de hablar justo cuando sacaron este tema. Claro, como yo estoy en su equipo... Estoy seguro de que de tener el permiso escogería a cualquier desconocido antes que a mí.

Una vez más, me topo a mí mismo estando sentado entre esta bola de basura humana sólo por ella. Y no porque quiera hablar con ella; desde que pasó lo de Daniel, otra vez volvió a evadirme. Y ese idiota ya tampoco me habla, estoy seguro que en su caso es más por miedo que por determinación. Germán sigue muy en su rollo, como siempre. Va y viene. A veces está y otras no se aparece en días. Así como no le importan los problemas tampoco le importan los demás. Es ahora cuando me pregunto a mí mismo: si me siento tan incómodo, ¿qué demonios hago aquí? Simple: estando solo no desaparece esa sensación, y aquí al menos tengo un propósito: cuidar lo que, por más que me repudie, sigue siendo mío. Cuidarla... Aunque tenga que soportar verla con alguien más, aún sabiendo todo el dolor que me provocó enterarme de lo que eso implica...

La miro el noventa y ocho por ciento del tiempo que estoy sentado entre todos estos y aún así ni si quiera lo nota, porque evita a toda costa mirar hacia donde estoy. Y yo, tengo que resignarme a verla recargada en su hombro, abrazándolo, ocasionalmente diciéndole de cosas cursis... Me hace querer vomitar las vísceras. Al menos en público no se besan. Me da tanto coraje... A veces no puedo evitar concentrarme en él en vez de ella, sólo para bombardearlo mentalmente con un montón de pestilencias. Maldito imbécil, ¿por qué tenía que aparecerse justo en el peor momento en el que pudo hacerlo? De por sí cualquier momento en el que se apareciera hubiera sido malo. ¿Qué le ve Sam a ese tipo que no pueda tener yo? ¡Yo lo doy todo por ella! Y estoy seguro de que nadie daría más por ella. Si él es un estúpido, ¿qué tanto le ve? No me lo explico. ¿Por qué a él sí lo perdonó después de lo que le hizo y a mí no puede perdonarme? Reverendo malparido, daría todo porque desaparezca de aquí. El simple hecho de escuchar su molesta voz me hierve toda la sangre y me tensa todo el cuerpo. Incluso me duelen los dientes de tanto apretarlos tratando de contener mi odio. Cada vez lo soporto menos...

Mi atención vuelve por un instante al presente, en busca de un descanso de tanta negatividad.

-...No puedo creer que ya estemos hablando de proyectos finales. -Escucho a Christian, uno de los idiotas que peor me caen aquí. -Siento que acaba de empezar el semestre y ya estamos a nada de pasar al último. Hasta siento que ustedes dos acaban de volver a reconciliarse y ya llevan rato.

Joder, ¿de verdad tenía que sacar ese tema? Tiene todo para que me caiga mal este tipo.

-Un mes y trece días, para ser exactos. -Responde presuntuoso Marco. Ugh.

-Wow, hasta llevas la cuenta y todo.

-Sí, ¿cómo olvidarlo? No hay otra cosa en el mundo que agradezca más que el que ella me haya dado la oportunidad de comenzar de nuevo, de demostrarle que, en realidad, nunca la dejé de querer.

Los demás hacen una expresión de ternura. Qué asco.

-Porque, al final, de esas discusiones y del arrepentimiento es de las que uno aprende de sus errores. Creo que la mejor manera de comprobar cuánto se quieren dos personas es con la capacidad que tienen de volver a como estaban antes, o incluso estar mejor, a pesar de haber discutido peor que con cualquier otra persona... -No estás diciendo esto, no estás diciendo esto...

La Esencia de la VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora