Todo el camino de regreso avanzo lentamente, cabizbajo. Si bien observo a mi alrededor como suelo hacerlo cuando camino, mi mente está completamente perdida en todo lo que acaba de pasar. Esta vez, todo lo que veo, en vez de agarrar más colores y más brillo ante mis ojos, agarra una esencia nostálgica.
Eventualmente, me topo con el río de los recuerdos. Me detengo frente a él, observando su cauce. Decido sentarme en el mismo tronco donde estábamos aquella vez, cuando nuestros cuerpos se juntaron en uno solo para pasar a serla misma persona.
Permanezco viendo la corriente, reflexionando. Tantos recuerdos... Apenas y queda bien que donde me haya puesto a hacer esto sea llamado el río de los recuerdos... Me acuerdo en especial de toda esa explicación que me dio Ashtabai sobre el río, esa metáfora tan bonita con la que relacionó el fluir de las hojas. Veo también mis alrededores, todo mi entorno. Maldición, pasaron tantas cosas aquí... El río en particular no es lo único que me trae recuerdos. Éste era nuestro lugar favorito para estar. Incluso, recuerdo muy bien este tronco... ¿Cómo olvidarlo?
Miro hacia abajo para apreciarlo. Lo acaricio, lo siento... Entonces, al lado de donde estoy sentado, justo donde solía ser el lugar de ella, me percato de que hay una hoja, de esas de los árboles de aquí al lado del río que parecen maples. Pero ésta tiene una peculiaridad: es mucho más brillante que las demás, sobre todo para ser una hoja caída. Incluso, ocasionalmente se percibe cómo destella con diferentes colores, curiosamente parecidos al patrón de colores que tiene la gema que acabo de obtener. Se ve muy bonita, además de que su forma es de una hoja de maple perfecta, sin estar arrugada, una vez más, a diferencia sobre todo de las hojas que ya están caídas.
Me acerco a ella y la tomo. Me quedo observándola. Es muy bonita. Una vez más, otra cosa que aparece frente a mí tal y como si ella misma me la hubiera mandado.
La sostengo entre mis manos, mientras sigo reflexionando ahí sentado unos minutos más. Poco después, me levanto para continuar mi camino. Me llevo conmigo a la hermosa hoja que acabo de encontrarme, protegiendo cuidadosamente su delicadez... Tal y como solía hacerlo muchas veces con ella, aunque siempre supe que ella era perfectamente capaz de cuidarse por sí sola.
Termino por regresar a la pequeña chozita donde estábamos dormidos antes de que pasara todo esto. Ni si quiera pensé en hacerlo; tal vez fue por mera inercia, porque el corazón fue el que me trajo hasta acá sin razonar hacia dónde me dirigía. No lo sé...
Abro lentamente la puerta entrecerrada, la cual rechina un poco. Me introduzco lentamente al interior de la pequeña casa. Veo el tapete donde dormíamos, todo arrugado, ni si quiera lo acomodamos; y algunas de las otras cosas que ella usaba como muebles, encima de los que hay muchos de los detalles que llegué a darle. Todo está igual a como lo dejamos, con una única diferencia, ella no volverá a estar aquí, jamás... Al menos, como dijo ella, no de la forma en que la conocí.
Permanezco parado en el mismo lugar, observando todo a mi alrededor un largo rato. Nostálgico, pero las lágrimas ya no salen de mis ojos. Creo que al fin se me acabaron, o tal vez es simplemente que ya no siento esa necesidad de desahogarme sacándolas.
Entre todas esas cosas que observo, veo la carta que le escribí a Sam, al lado de donde me encontraba dormido, y también junto al pergamino que me escribió Ashtabai, aventado impulsivamente por ir a buscarla. Me acerco a donde están esas cosas. Permanezco viéndolas fijamente, pensando, recordando tanto lo que le escribí a Sam en su carta, como lo que me escribió Ashtabai en la suya. ¿Será que la razón por la que Ashtabai me dijo que era necesaria su partida era Sam? ¿Para ya no tener ese dilema con el que viví tanto tiempo, y más considerando, como ella dijo, que yo vine aquí para poder regresar? No lo sé, pero algo es seguro: a Sam jamás la dejé de amar, pero a Ashtabai jamás la olvidaré. Y probablemente jamás termine de entender cuál fue su razón de irse. Pero está bien. Son de esas cosas que no se pueden decir, sólo mostrar; de esas cosas que es mejor dejar sin explicación; de esas cosas que deben sentirse y no pensarse.
Agarro la carta de Sam, aún viajando a través de todos esos pensamientos en mi mente. La miro unos momentos. Entonces, con la otra mano, saco de mi bolsillo la hermosa gema, muy parecida a una labradorita, que podría jurar que fue Ashtabai quien me la "mandó", y junto con ella, sale también la hoja que me encontré sentado al lado del río, esa hoja que emite una muy brillante luz propia de colores que a pesar de ser extravagantes me transmiten paz.
Sonrío. Vuelvo a dejar la carta en su lugar, y guardo la gema y la hoja de nuevo en mi bolsillo. Me incorporo. Permanezco unos segundos más, admirando la chozita que tantos recuerdos tan bonitos alberga consigo, sabiendo que probablemente será también la última vez que la vea: ya no tengo a qué venir aquí. Lo que importa no es dónde, sino con quién.
Finalmente, después de contemplarla, de sentirla por última vez, la dejo ir también. Salgo de ahí, cierro la puerta tras de mí, y me voy, probablemente para no volver jamás.
Pero regreso al río de los recuerdos. Me siento tranquilo en aquel mismo tronco tirado tan memorable para mí. Saco la hoja luminiscente de mi bolsillo y la contemplo por un largo rato, inmerso. No sé la razón de todo lo que estoy haciendo. En realidad, ni si quiera lo estoy pensando. Sólo me estoy dejando ser, me estoy dejando fluir. Ni si quiera puedo decir que me siento de algún modo. Sólo me siento. He entrado en un estado de ataraxia.
Permanezco contemplando la brillante hoja un largo rato, mientras escucho la corriente del río frente a mí pasar incesantemente.
Finalmente, siento que es momento. Me levanto y me acerco más a la orilla del río. La colorida luminiscencia de sus aguas refleja sus diferentes tonalidades sobre mí. Aprecio de cerca la corriente, fluyendo constantemente, pero jamás de la misma forma. Después, vuelvo a mirar la hoja. Sonrío mientras la contemplo por última vez. Seguido a esto, vuelvo mi mirada al río. Dejo caer la hoja sobre éste, dejándola así también fluir, sin retener su naturaleza.
Veo cómo el río se la lleva, lejos, cada vez más lejos de mí, libre por la corriente. Mientras, evoco el recuerdo de lo que es el mejor recuerdo de todos los buenos que tengo en este lugar: la primera vez. Reavivo la escena de Ashtabai hablándome de las hojas que fluyen por el río, sin rumbo fijo, pero sin detenerse ni apegarse a nada... Esa observación que me enamoró aún más de ella:
-Todas ellas fluyen con la corriente de forma natural, dejándose llevar por ella; ninguna se aferra a nada. Y cuando llegan a ser depositadas fuera por la misma corriente, tampoco insisten en aferrarse al agua. Aceptan el fin de su camino en la vida como parte de él. Fluyen con la vida. Simplemente son como son y punto.
Voy entendiendo cada vez más qué querían decir todas sus palabras, aunque nunca comprendiéndolas del todo. Hasta parece que aquello que me dijo ese día fue pensado para este momento. O quizás es simplemente que aplica en absolutamente todo. Sea lo que sea, a pesar de la nostalgia que aún reside en mi interior, me siento pleno al saber que estoy siguiendo sus palabras, que estoy siendo como esas hojas, como la corriente del río; como todo en la naturaleza, dejando que las cosas simplemente sean. Esto, para mí, era impensable todavía hace unos meses, lo sé... Si supiera Ashtabai cuánto me ayudó... Pero creo que sí lo sabía, precisamente por eso se dejó ir.
Cada vez me cuesta más trabajo distinguir dónde se encuentra esa hoja, hasta que desaparece completamente de mi vista. Ahora está donde debe de estar. Y podría asegurar qué recuerdo es el que esa hermosa hoja representa.
Sigo mirando la corriente más tiempo, sintiéndome como si de alguna manera fuera parte de ella. Después de un rato, lentamente me doy la vuelta. Dejo atrás el río, y con él, los recuerdos que acabo de dejar ir como recuerdos en vez de retenerlos como ilusiones.
Sigo avanzando. Sigo mi camino...

ESTÁS LEYENDO
La Esencia de la Vida
SpiritualUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...