Ya llevo lo que para mí serían probablemente varias horas escribiendo cartas. He dejado lo mejor para el final, pero también lo más difícil: la carta para Sam. Considero que a ella es a la que más cosas tengo que decirle, especialmente en cuanto a sincerarme.
Ya voy a terminar. Empecé sin saber lo que iba escribir, y ahora estoy acabando sin saber lo que he escrito. Sólo sé que hay un choro enorme detrás de mi mano sosteniendo lo que uso como pluma, mucho más grande de lo que han sido todos los demás.
De repente, escucho pasos lentos justo al lado de mí, y de reojo veo una silueta proviniendo del mismo lado. Volteo. Mi corazón se detiene por un segundo. Es Ashtabai. Estaba tan inmerso que la vi llegar hasta que ya estaba aquí... ¿Pero por qué tuvo qué aparecerse justo en este momento? Digo, disfruto su compañía sin importar lo que esté haciendo. ¿Pero justo escribiendo la carta para Sam? Maldición... Esto me genera conflictos.
Dejo de escribir al verla. Nos sonreímos mutuamente.
-Hola Julian.
-Hola... Ashtabai.
Maldición, casi se me sale decirle Sam.
-¿Qué estás haciendo?
-Escribo cartas para mis seres queridos del lugar de donde vengo. Me di cuenta de que, después de todo lo que he callado, lo que he mentido, y lo que he ofendido, tengo mucho que decirles a todos.
-¿Puedo hacerte compañía?
-Claro. Ya voy a acabar.
Se sienta a mi lado y me espera pacientemente, sin ser una distracción para mí. Está conmigo por el hecho de estar y punto. Con ella he aprendido que parte del amor está en ser capaces de callarse por un momento y comenzar a compartir nuestro silencio.
Vuelvo a inmergirme en mi carta para terminarla. Pero, a partir de este momento, lo que tenía en mente para concluir se vuelve algo confuso... ¿Cómo le expreso a una persona que no veo desde hace mucho tiempo que la amo, teniendo a mi lado en este momento a otra persona por la que también siento algo intenso? Me detengo para indagar en mis ideas. Pienso en Sam, y estoy convencido de que aún siento cosas por ella. Pero pienso en Ashtabai, la siento a mi lado... Maldición... No sé si la mentira aquí sería irme por alguna de las dos o aceptar que son las dos. Como sea, tengo que terminar esto. A pesar de todo lo confuso de la situación, de algo que sí estoy seguro es de que tengo mucho que decirle. Me concentro para terminar la carta, aunque ahora es más difícil para mis ideas fluir con mis sentimientos.
Finalmente, la termino. Doblo el grueso papel, o la delgada tabla de madera, y la guardo junto con lo que usé para escribir en uno de los tantos bolsillos que tiene mi chamarra -suerte que traía puesta ésta el día de la fiesta, me ha sido muy útil-. Volteo a ver a Ashtabai, un poco nervioso. Me sonríe.
-Ya terminé. -Le digo, jugando.
Su sonrisa comienza a dejar ver sus dientes.
-De cuando te conocí hasta ahora has progresado mucho. Me alegra demasiado verte teniendo la iniciativa de hacer estas cosas. Si bien sabes que todo está en constante cambio, pienso que la forma en la que has cambiado últimamente ha sido para bien.
Me encojo de hombros.
-Me siento bien. -Enfatizo.
Varias personas ya me han dicho cosas referentes a que se alegran por todo lo que estoy haciendo diferente en mi vida. Y eso contribuye a que me sienta bien. No sólo es el darme cuenta de que mis acciones están teniendo un impacto positivo en los demás, sino el hecho de que me lo reconozcan y expresen estar contentos con ello; todo eso, me hace sentir bien, de una forma que antes comenzaba a creer imposible en mi vida.
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La Esencia de la Vida
SpiritualUna familia que me quiere mucho, con buen nivel económico, la oportunidad de estudiar en las mejores escuelas del país donde vivo, y muchos amigos. ¿Qué más podía pedir? La estabilidad rodeaba todos los aspectos de mi vida. Estaba acostumbrado a que...